Las escuelas son un entorno protector que mantiene a las niñas a salvo de matrimonios tempranos forzados, violencia física y psicológica, embarazo, tráfico infantil y la explotación y los abusos.
Plan International trabaja para prevenir el abandono escolar de las niñas y adolescentes en 50 países a través de la colaboración con profesores, padres y socios globales y locales.
Con la llegada de septiembre y tras una intensa fase de vacunación, en España se percibe con normalidad la vuelta a las aulas de los niños y las niñas y adolescentes. Pero esta no es la misma realidad en países de renta más bajas: con menos de un 2% de la población vacunada y con una grave crisis económica, si no se toman medidas la crisis global generada por la COVID-19 podría hacer que 20 millones de niñas y adolescentes no regresen a clase este curso.
La pandemia ha desencadenado una crisis educativa global sin precedentes. Se han agravado las desigualdades de género y están poniendo en riesgo los avances conseguidos en las últimas décadas en la defensa de los derechos de niñas y adolescentes.
"Este es un año especialmente difícil para las niñas y adolescentes del mundo. En este escenario es imprescindible aumentar esfuerzos y habilitar recursos para que ninguna se quede atrás pero también es fundamental invertir en las habilidades digitales de las adolescentes más vulnerables. Acabar con la brecha digital en un mundo aún más digital después de la pandemia, debe estar en la agenda política y social", señala Concha López, directora general de Plan International España.
La dificultad de volver a clase tras un año de emergencia
Ya antes de la pandemia 132 millones de niñas no iban al colegio y este año las niñas y adolescentes enfrentan las secuelas de un año difícil para su educación.
Un informe de Plan International realizado a través de testimonios de 1,900 adolescentes, padres y profesores de Guatemala, Honduras, Kenia, Nepal y Sudan revela la dificultad de niñas y adolescentes para mantenerse en la educación durante este año de pandemia.
Una media del 46% de las adolescentes aseguró no haber podido estar en contacto con la clase, en Sudán la cifra asciende al 84%. Por su parte, el 77% de los profesores dijeron no haber podido trabajar online por la falta de aparatos de conexión o acceso a internet de sus estudiantes. El 41% de las adolescentes aseguró no haber tenido tiempo para las clases por tener que atender en la casa o trabajar para apoyar económicamente a las familias.
Las adolescentes se sienten especialmente inseguras en su retorno a las clases: el 63% asegura no haber aprendido tanto como estudiando presencialmente.
Cuando la amenaza no es solo el Covid-19
No solo se trata del COVID-19, los conflictos armados conjuntamente con la crisis climática y la económica están provocando un aumento global del hambre: 41 millones de personas están al borde de la inanición y la hambruna. En países del Sahel Central como Mali, Burkina Faso y Níger, 7,4 millones de personas no saben qué comerán al día siguiente.
Las mujeres y las niñas representan el 70% de los hambrientos del mundo. Cuando las familias sufren económicamente las niñas son las primeras en verse obligadas a dejar los estudios: Las niñas sin educación tienen 3 veces más posibilidades de ser casadas o acabar unidas a un hombre mayor que ellas antes de los 18 años que aquellas que terminan la secundaria. Si se alejan ahora de la educación, muchas nunca volverán a la escuela, lo que supone el fin de su educación y la pérdida de su potencial.
Carla, una niña de 11 años que vive en Perú, traslada su sueño y el de muchas otras jóvenes: "Estudiar es un deseo de muchas niñas, un sueño que tenemos, porque eso nos da algo que hacer en la vida. Después de la pandemia, quisiera que las vidas de las niñas fueran mejor. Que no dejen sus estudios, eso es un sueño para cada niña".
La situación es especialmente delicada para las niñas y adolescentes que viven en situaciones de emergencia provocadas por la violencia generalizada y los conflictos armados. Por ejemplo, el 28% de las adolescentes refugiadas sirias en El Líbano no están recibiendo educación desde el comienzo de la pandemia. Es importante tener en cuenta que las niñas refugiadas tienen la mitad de probabilidades de matricularse en la educación secundaria que los niños.
La escuela: mucho más que un lugar para aprender
Las escuelas no son solo un lugar para aprender, son un entorno protector que mantiene a las niñas a salvo de la violencia, el matrimonio infantil, los embarazos no deseados, el tráfico infantil, los abusos, la explotación y el reclutamiento en grupos armados.
El abandono escolar provocará además un aumento de la vulnerabilidad de las niñas, sin contacto con las redes tradicionales de protección infantil que se establecen en el entorno escolar, y una falta de acceso a la tecnología, la información sobre salud y sus derechos, los servicios de alimentación y de apoyo psicosocial.
Como consecuencia de la crisis, se estima que pueda haber 13 millones más de matrimonios infantiles en los próximos 10 años.
"Muchas chicas se han casado, pero no tengo ni idea de si tienen intención de volver a la escuela o no... Con las escuelas cerradas y sin saber la fecha en la que abrirán, las chicas son las más afectadas, porque muchas familias les hablan del matrimonio", reconoce a Plan International una profesora sudanesa.
#QuierenVolveraClase: Reescribe su futuro
Plan International trabaja para prevenir el abandono escolar de las niñas y adolescentes en 50 países a través de la colaboración con los profesores, padres, responsables sanitarios y socios globales y locales para asegurar que las niñas y adolescentes reciben el apoyo que necesitan. ?
Algunos ejemplos de nuestro trabajo:
Venezuela: Un reciente informe de Plan International sobre niñas y adolescentes venezolanas refugiadas y migrantes en Colombia, Ecuador y Perú recoge las voces directas de las niñas y adolescentes venezolanas exiliadas desde que empezó la crisis en su país en 2014. Una adolescente que ahora reside en Quito ilustra las preocupaciones diarias: "Me iba a dedicar a estudiar, pero (…) el arriendo, la comida... Mi mamá no puede sola (…) Tengo que dejar los estudios para ayudar a mi hermana, igual que a mi mamá". El resultado es que 1 de cada 3 adolescentes venezolanas refugiadas en países adyacentes ha dejado los estudios. Plan International en conjunción con socios locales e internacionales trabaja para garantizar su acceso a la educación y atención sanitaria.
Bangladés: Cox's Bazar, el campamento de refugiados más grande del mundo ubicado al sur de Bangladesh, en el que viven cerca de un 1 millón de refugiados de la etnia Rogingya, sufrió hace unos meses los estragos de un voraz incendio que calcinó miles de refugios. Plan International trabaja en el campamento desde el inicio de la emergencia, para ofrecer y mejorar el acceso a la educación de los niños y las niñas. Rebeka, una de las niñas que vive allí y cuya escuela cerro en 2020, reconoce "Tengo dificultades con mis clases, sobre todo con las asignaturas de matemáticas, física y química, sin la orientación de mis profesores. Estoy muy preocupada por mis estudios".
Sierra Leona: Para apoyar a los niños y niñas que estudian desde casa durante la pandemia, Plan International ha introducido un programa de enseñanza por radios solares que, ya mostró su eficacia durante la epidemia de ébola de 2014. Las radios, alimentadas a través de energía solar, se cargan fácilmente y sin coste alguno, por lo que están disponibles en todo momento para que las niñas y jóvenes puedan escuchar sus clases. Estos dispositivos también pueden utilizarse para cargar otros dispositivos móviles. Josephine ha sido una de las más de 2.000 alumnas que recibieron clase a través de una radio multifunción: "Estoy aprendiendo cosas nuevas. Me encanta mi nueva clase y no dejaré de escuchar las clases por radio (…) Nací con el deseo y la pasión de obtener una educación y quiero convertirme en abogada".