13 millones de personas necesitan, según Naciones Unidas, ayuda humanitaria en esta región[1] con sequías e inundaciones cada vez más intensas y recurrentes. El 40% de la población en esta región al sur del Sáhara depende de la ganadería de vacas, cabras y camellos. [1] Fuente: OCHA
Un mensaje radiofónico que indica en distintas lenguas locales un nuevo rumbo a los pastores para poder alimentar a sus camellos. Un boletín periódico que alerta a gobiernos y donantes sobre zonas en las que las reservas de agua se agotan y pronto podrían faltar alimentos y disparar la desnutrición. Es posible gracias a un sistema de alerta temprana desarrollado por Acción contra el Hambre basado en la combinación de datos con inteligencia artificial sobre Sahel, una de las regiones del mundo más golpeadas por la crisis climática y uno de los epicentros mundiales del hambre [374 000 niños y niñas sufren este año desnutrición aguda[1]].
Este sistema de alerta temprana (accesible en https://sigsahel.info/) no solo indica en tiempo real dónde están los mejores pastos y reservas de agua, sino que, gracias a la combinación de datos cruzados sobre salud animal, precios de los mercados, etc, permite predecir y anticipar posibles crisis. Si la alerta se lanza a tiempo, los gobiernos y organizaciones podrán poner en marcha medidas de prevención y mitigación para responder antes de que se produzca una crisis. Una intervención preventiva es mucho más rentable, en términos de vidas humanas y también económicos, que una intervención de emergencia.
12 millones de personas sin alimentos en el año de la pandemia
El mismo sistema nos permite analizar las consecuencias del cierre de las fronteras relacionado con las medidas anti COVID puestas en marcha por los gobiernos de la región. “El sistema ha recogido las limitaciones de movimientos para una población mayoritariamente nómada y ha dado cuenta del aumento de tensiones por los pastos en puntos como la frontera entre Mauritania y Senegal. Si son detectados a tiempo, puede evitarse que estos enfrentamientos puntuales degeneren en un conflicto mayor” añade Verges.
El cierre de fronteras por la COVID-19 y la violencia que no cesa en lugares como el norte de Malí han dejado en 2020 a 12 millones[2] de personas prácticamente sin alimentos, cifras sin precedentes en las últimas décadas.
Un sistema de alerta alimentado por satélites y pastores
“Se trata de un proyecto que pusimos en marcha en 2007 gracias a la colaboración de la Agencia Espacial Europea. La idea era sencilla: usar la teledetección para hacer un seguimiento en tiempo real del estado de la la biomasa [hierba para los pastos] y orientar así a los pastores de la región hacia las mejores zonas para pastoreo de los animales, explica el responsable de resiliencia y prevención de desastres de Acción contra el Hambre, Didier Verges. Recientemente, con la colaboración del Banco Mundial y de la Fundación Príncipe Albert II de Mónaco, hemos expandido la zona de cobertura, mejorado los algoritmos para integrar imágenes de alta resolución de aguas de superficie y biomasa. Hemos consolidado las preguntas clave a los 107 sitios centinela en los cinco países [Malí, Níger, Senegal, Mauritania y Burkina Faso] donde se recoge información cada 10 días (estado de salud de los animales, estado de los pastos…). Con la crisis de la COVID en la región, se ha desarrollado además una serie de preguntas adicionales para monitorear elementos esenciales para los pastores, como el precio del forraje, los piensos o el jabón… Precisamente la necesidad de ampliar la información regional durante la pandemia nos ha llevado aliarnos con la federación regional de asociaciones pastorales (RBM) triplicando así el número de sitios centinela para recoger información de terreno.
Todo ello alimenta un sistema de alerta temprana, basado en código gratuito y de acceso libre, que combina y analiza los datos automáticamente para orientar decisiones clave contra la sequía y otros fenómenos climatológicos a dos niveles: por un parte entre los pastores a través de programas de radio local, que tienen cada vez más difícil encontrar agua y forraje en una zona en la que el desierto avanza imparable; y las de los gobiernos y donantes, que, con esta información, pueden reaccionar y anticipar respuestas para evitar crisis alimentarias.
Otros proyectos de adaptación al clima
No es la única forma para plantar cara al cambio climático en Sahel. Acción contra el Hambre, presente desde 1995 en ocho países de la región, desarrolla otras actividades de mitigación y adaptación al cambio climático. Por ejemplo, la construcción de pequeñas infraestructuras hidráulicas para retener el agua de lluvia, conocidas como medias lunas del desierto, o el desarrollo de cultivos más resistentes adaptados a la sequía. El manejo holístico, que permite reforestar con pastos zonas desérticas gracias al estiércol de animales y la agroecología son otras de las principales estrategias de Acción contra el Hambre en la región para adaptarse al cambio climático en los próximos años.
En el mundo, datos del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés) indican que la crisis climática aumentará en 25 millones el número de niños y niñas desnutridos en el mundo de aquí a 2050 si no hacemos nada para evitarlo.
[1] https://www.unocha.org/sahel
[2] Fuente: OCHA