España ha destinado durante la última década el 0,22% a este concepto
La pandemia, dice Oxfam Intermón, hace más necesario que nunca cumplir el compromiso
Los países más ricos acumulan una deuda de 5 billones de euros con los más pobres como consecuencia del incumplimiento del compromiso de destinar el 0,7% de la Renta Nacional Bruta a la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), suscrito hace 50 años. Esa deuda con el mundo en desarrollo es nueve veces mayor que toda la deuda que África Subsahariana tiene en la actualidad con gobiernos, organismos internacionales y el sector privado.
Oxfam Intermón publica el informe 50 años de promesas rotas con motivo del 50 aniversario de la adopción de este estándar internacional, que se cumple este sábado 24 de octubre. En él advierte de que la crisis económica derivada de la pandemia incrementará las necesidades, pero a la vez amenaza con reducir el gasto en ayuda oficial al desarrollo.
En 2019, según la OCDE los países ricos tan solo destinaron el 0,3% de su renta nacional bruta a ayuda al desarrollo, y tan sólo cinco países (Luxemburgo, Noruega, Suecia, Dinamarca y el Reino Unido) cumplieron o excedieron el objetivo del 0,7%.
España, lejos del objetivo
España llegó tarde al compromiso con el 0,7%, al ser considerado país en vías de desarrollo hasta el año 1981. Solamente en 1991 se incorporó al Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, y desde entonces hasta hoy su AOD se ha situado en el promedio de 0,26%.
España se ha alejado aún más del objetivo del 0,7% en la última década, tocando fondo en 2015, con el 0,12%, y alcanzando en 2019 el 0,21% de su Renta Nacional Bruta, la misma cifra que en el año 2000. El país sigue muy lejos de la media de los donantes del Comité de Ayuda al Desarrollo, situada en el 0,3%, y más aún de la media de los países europeos, que es del 0,5%.
“Alcanzar el 0,5% es el compromiso que el Gobierno ha adquirido para la actual legislatura”, explica Jaime Atienza, experto en AOD y deuda de Oxfam Intermón, “y los presupuestos de 2021 son el momento para dar el primer paso”.
«La ayuda internacional es una herramienta fundamental en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, y para asegurar la estabilidad en las regiones en desarrollo”, explica Atienza. “A pesar de ello, los gobiernos ricos han incumplido sus compromisos de forma sistemática durante décadas. Por desgracia, España ocupa un lugar muy negativo en el ranking de los donantes, muy alejado de la media y mucho más aún de nuestros socios naturales europeos”.
Las consecuencias en la vida de las personas
Las consecuencias de estos 5 billones de euros de deuda, según refleja el informe, recaen en los 260 millones de niñas y niños sin escolarizar, sobre la mitad de la población mundial que carece de acceso a servicios sanitarios básicos y en los 2.000 millones de personas que no tienen garantizada su alimentación.
«La pandemia provocada por el coronavirus ha hecho que la ayuda al desarrollo sea más necesaria que nunca, pero también que esté más en riesgo que nunca», añade Atienza. Según el Banco Mundial, las consecuencias de la pandemia pueden sumir en la pobreza extrema a 115 millones de personas más.
El informe desgrana el papel fundamental que la AOD ha desempeñado en la lucha contra la pobreza y la desigualdad durante los últimos 50 años, también en áreas que resultan fundamentales para la lucha contra la Covid-19:
- los programas de salud financiados por el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida/VIH, la Tuberculosis y la Malaria han salvado más de 27 millones de vidas desde 2000.
- La Iniciativa de Erradicación Mundial de la Poliomielitis ha movilizado fondos para vacunar a cientos de millones de niñas y niños, ha salvado a aproximadamente 18 millones de ellos de la parálisis, y ha erradicado esta enfermedad en muchas zonas del planeta.
- 34 millones de niñas y niños tuvieron la oportunidad de ir a la escuela como resultado del paquete de ayuda acordado en el Foro Mundial sobre la Educación de Dakar del año 2000, mientras que el Fondo Regional de la Sociedad Civil para la Educación ha promovido coaliciones en 60 países para defender mejores políticas y más recursos para la educación. Por ejemplo, en Zambia la coalición presionó con éxito para lograr que la proporción del presupuesto nacional destinada a educación se incrementara hasta un histórico 20,2% en 2014.
El informe también destaca que una proporción significativa de la ayuda no cumple con los estándares reconocidos internacionalmente sobre eficacia de la ayuda. Por ejemplo, esta se utiliza con frecuencia para favorecer los intereses nacionales o comerciales de los países donantes. En 2016, los donantes otorgaron a empresas de su propio país el 51% de los contratos de ayuda reportados a la OCDE y tan solo el 7% de los proveedores pertenecían a países de renta baja y media. En 2019 los pagos de la deuda de África Subsahariana (50.000 millones de dólares) ascendieron a un tercio de toda la AOD.
La fortuna del hombre más rico del mundo (185.600 millones de dólares en octubre de 2020) es mayor que la suma de todos los presupuestos de ayuda internacional al desarrollo (152.800 millones de dólares en 2019). Además, los gobiernos destinan más del doble de fondos a subvencionar combustibles fósiles (320.000 millones de dólares en 2019) que a la AOD, lo que demuestra, según la organización, que no se trata de un problema de recursos sino de voluntad política.