"El 30 aniversario de la primera Cumbre Mundial en favor de la Infancia es una oportunidad para celebrar los grandes logros de las últimas tres décadas, pero supone también un duro recordatorio de cómo la COVID-19 podría dar marcha atrás al reloj.
La primera reunión en la historia de las Naciones Unidas que se centró exclusivamente en las necesidades de los niños se celebró en un contexto de creciente preocupaciones globales, como la guerra y la violencia, la pobreza y las cuestiones ambientales. Los más de 70 líderes mundiales que asistieron se comprometieron a proteger la vida y el bienestar de los niños mediante una acción internacional concertada que incluía reducir la desnutrición y las muertes infantiles, garantizar el acceso a agua potable y educación básica, erradicar la poliomielitis y lograr la disponibilidad de la atención prenatal y materna para todos.
En las tres décadas transcurridas desde esa reunión histórica se han producido avances impresionantes para los niños, ya que cada vez más viven vidas más largas, mejores y más saludables. Entre 1990 y 2019, la tasa mundial de mortalidad de menores de cinco años se redujo en aproximadamente un 60%. El número mundial de niños no escolarizados en edad de asistir a la escuela primaria pasó de 100 millones en 2000 a 59 millones en 2018. Menos niños padecen desnutrición o enfermedades prevenibles.
Sin embargo, las probabilidades siguen estando en contra de los más pobres y vulnerables. Además de los persistentes desafíos de la salud, la nutrición y la educación, los avances logrados con tanto esfuerzo para proteger y promover los derechos de los niños se ven amenazados por problemas actuales como la desigualdad, el cambio climático, los conflictos virulentos y, ahora de manera más grave, la crisis de COVID-19.
Sabemos que, en cualquier crisis, los niños y los más vulnerables sufren de manera desproporcionada. El número de países que experimentan conflictos violentos es el más alto de los últimos 30 años. El resultado es que más de 30 millones de niños se han visto desplazados a causa de los conflictos. Muchos de ellos son objeto de trata, abuso y explotación. Muchos más viven en el limbo, sin estatus migratorio oficial ni acceso a educación y atención médica.
Además, debido a la pandemia actual, el número de niños que viven en situación de pobreza multidimensional se ha disparado en un 15% y alcanza aproximadamente los 1.200 millones en todo el mundo. Al menos 24 millones de niños corren el riesgo de abandonar la escuela. Miles de niños podrían morir todos los días si la pandemia continúa debilitando los sistemas de salud e interrumpiendo los servicios rutinarios. Los movimientos restringidos y el cierre de escuelas también han alejado a los niños de sus maestros, amigos y comunidades, dejándolos en mayor riesgo de violencia, abuso y explotación.
A menos que actuemos ahora, corremos el riesgo no solo de causar un daño irreversible al desarrollo social y emocional, el aprendizaje y el comportamiento de toda una generación, sino también de revertir los avances realizados desde la Cumbre Mundial en favor de la Infancia hace 30 años. Ahora más que nunca, los países y las comunidades de todo el mundo deben trabajar juntos para abordar las crisis que afectan a los niños con un mayor compromiso de poner fin a los conflictos, y con mayores inversiones en los niños.
Cómo sea el mundo mañana para los niños y los jóvenes es nuestra responsabilidad colectiva hoy".