La tarde-noche del pasado sábado 14 de diciembre se desarrolló la tercera edición de "Beniaján en Vela", un evento que volvió a hacer brillar el casco antiguo de esta localidad murciana con la luz de más de 6000 velas. Sus organizadores, con la Junta Municipal al frente y la colaboración coordinada del llamado "Grupo de Acción Comunitaria" que engloba a numerosas entidades locales, trasladaban el doble objetivo de impulsar esta celebración: por un lado, se trata de ensalzar el centro histórico de Beniaján como espacio urbano y patrimonial idóneo para el encuentro y la convivencia; y por otro, la puesta en valor de la diversidad de colectivos artísticos, culturales y sociales que atesora el pueblo. La suma generosa y altruista de esfuerzos, por parte de instituciones y del propio vecindario, son la clave de un éxito que a todos gratifica.
Y es que, al alumbrado de las velas, se suman cada año las actividades y actuaciones que de forma simultánea tienen lugar en diversos enclaves del recinto por parte de grupos beniajanenses que derrochan todo su arte. Así, al caer el sol este sábado y mientras las miles de llamas empezaban a titilar sobre repisas y aceras, la atmósfera se iba llenando de magia, de emoción y también de expectación por disfrutar de lo que cada colectivo había preparado para una noche tan especial. Cada edición son más y hasta la luna, prácticamente llena, se quiso asomar a las vetustas arterias del Beniaján de siempre para acompañar los espectáculos.
En la esquina de Calle San Antonio con la Calle del Álamo, frente al mítico Chamboy, eran las bailarinas del grupo de danza oriental "Irene Luna" quienes agitaban sus panderetas y sedas al viento, para dar paso después al dúo humorístico-musical "Los Peladillas", del chirigotero beniajanense Javi Sánchez. Bajando la calle, las melodías de un cuarteto de clarinetes de la Agrupación Musical de Beniaján se combinaban con los poemas que iban recitando los integrantes del Club de Lectura de la Biblioteca Municipal, declamaciones a las que también se fue sumando el público espontáneamente.
Llegando a la Calle Brazal, el artista Eduardo Tomás (TCat) mostraba una exposición de paneles temáticos de Columbares contra discursos de odio, a la vez que pintaba en directo una nueva obra. Y muy cerca, la asociación juvenil Promesas de Calle llenaba de regalos las manos de los cientos de niños y niñas que se acercaron a conocer a sus elfos y a Papá Noel. En la Calle Pardo, eran claveles y mantecados lo que regalaban las chicas del Centro de la Mujer 8 de Marzo desde uno de los rincones mejor decorados del recinto.
De vuelta a la Calle San Antonio y ya metidos de lleno en el Barrio de San Roque, justo frente a la hornacina del santo, el Centro de Servicios Sociales de Murcia Sur tenía instalado un mágico cuentacuentos, un rincón de juegos y un árbol de los deseos al que se fueron colgando las ilusiones de cuantos pasaron por allí. En la esquina de la Calle Pencho Tomás, convertida en escenario oriental, era el grupo de Teatro Edmundo Chacour con una versión de Mulán lo que se combinaba en diversos pases con la exhibición de Chi-kung preparada por la Asociación de Vecinos de Beniaján.
Beto, pilar fundamental en la organización como entidad que precisamente tiene su sede en este barrio, iluminaba sus ventanas con cientos de luces y sus escaparates con un artístico Belén. Otra entidad social, Cáritas Parroquial de Beniaján, exhibía con orgullo y entre flores de Pascua la decoración que había preparado para una de las fachadas más bonitas del itinerario, mientras regalaba adornos navideños realizados de manera artesanal. Y al volver la esquina, toda la Calle Corta quedaba iluminada con cientos de tarros de cristal multicolores pintados por participantes de Fundación Cepaim en los que se leían mensajes en favor de la solidaridad y la convivencia intercultural. No había mejor sitio para colocar el "Rincón del Beso", donde incontables personas hicieron lo propio e inmortalizaron el momento con sus móviles.
En la esquina de la Calle del Rosario con la Calle Larga, eran los especialistas de la Asociación Argarruchal quienes mostraban réplicas de objetos arqueológicos hallados en el yacimiento beniajanense de Puntarrón Chico, explicando con ellos escenas de la vida cotidiana de la civilización argárica. En la misma calle, abarrotando una replaceta decorada por las AMPAs con los tarros preparados en las aulas, escolares de los colegios Ntra. Sra. de la Fuensanta y Ntra. Sra. de Fátima, así como integrantes del coro IES Beniaján, estuvieron cantando hasta el final del evento un amplio repertorio de villancicos.
El enclave del Club Nita de Gimnasia Rítmica fue otro de los que tuvo más presencia infantil y juvenil, arropado por muchas familias deseosas de ver la exhibición de unas niñas llenas de vitalidad y envueltas en guirnaldas luminosas. Actuaciones todas muy preparadas, aunque tampoco faltó la aparición improvisada y simpática de un grupo de adolescentes dispuestos a animar cualquier rincón con sus canciones, o las bandejas de bizcocho y los vasos de café de olla que salían de algunas casas para repartir a todo aquel que pasaba.
Y allí donde el Beniaján castizo se difumina con la huerta, llegando a las últimas casas de San Roque, era el sonido de jotas y aguilandos lo que resonaba entre las fachadas y se adentraba por las sendas. Las peñas huertanas de La Parranda y El Celemín fueron las encargadas de poner el toque más ancestral a una noche que siempre encandila y que vuelve a hacer historia en Beniaján.
Durante más de tres horas, el bullicio, la luz y el arte se apoderaron del espacio cotidiano, transitado por cientos de vecinos y visitantes que se dejaron atrapar por un ambiente incomparable. Se enlazó la historia con el presente, la tradición con la vanguardia, se mezclaron culturas y generaciones. Y a todos dibujó una sonrisa, o iluminó una mirada, encendiendo ilusiones dormidas o avivando las que mueven a un Beniaján que se sabe capaz de conseguir todo aquello que se propone cuando lo hace unido.