El pasado mes inauguramos una muestra en la sala Velázquez con obras de los fondos del Museo Ramón Gaya; unos fondos que cuentan con más de 500 pinturas. De todas ellas solo están expuestas unas 51 de Ramón Gaya y 27 de los amigos con los que se formó y de los cuales quiso Gaya que hubiera representación en su Museo.
Con esa idea inicial de hacer visible nuestros almacenes, presentamos esta segunda edición, ensalzando nuevamente la importancia de esos espacios del Museo Ramón Gaya que están en continuo cambio de dinamización y de revisión.
¿Qué vemos en esta nueva exposición? La obra de un jovencísimo Ramón Gaya ‘El circo’, una litografía que acaba de cumplir 100 años, hecha en el taller litográfico de su padre.
Veremos también varios homenajes a los maestros de antaño:
Homenaje al durmiente de Salzillo. Centrado en San Juan, una de las figuras que aparecen en La Última Cena, de las que Gaya dice: «Las “figuras” de Salzillo necesitan de cómplices, la vida en torno, Murcia en torno, la luz más polvorienta cogiéndoles de la cintura».
Homenaje a Turner, un pintor inglés por el que Gaya sentía predilección junto a Constable.
Homenaje a Pastora Imperio: «Pastora es irrepetible, no en la medida que es irrepetible algo, sino alguien. Eso que ella bailó, aunque se bailara igualmente bien, sin Pastora no sería más que baile, porque cuando algo ha sido habitado así, después se vacía, se vacía sin remedio».
Homenaje a Murillo: «El segundo gran pintor español es Murillo», nos dirá Gaya.
Homenaje a Carpaccio y su cuadro ‘Las Cortesanas’: «un cuadro final, un cuadro que termina no una época, sino que termina una... sordera, un estado de sordera de la pintura, y empieza, entonces, a oír, a oír de nuevo –la pintura había oído ya con anterioridad–, a oír la vida, la musicalidad de la vida.
En la exposición veremos a su vez un par de paisajes muy queridos por Ramón Gaya: uno romano y otro murciano. La Cava de Tirreno y una vista de la torre de Alguazas de la cual el pintor se enamoró en una visita a su Murcia natal. Situada en la huerta murciana. Conoció este paraje gracias al pintor Pedro Serna, que tantos rincones de la Región de Murcia le descubrió y a los que fueron juntos en muchas ocasiones a pintar.