Sí bien es cierto que el jamón ibérico es un producto característico en nuestro país y de consumo habitual en las casas españolas, es ahora en navidad cuando cobra gran protagonismo. Y es que, a pesar de todo buen español, sabe valorar el buen sabor de un producto ibérico, y más aún si es de bellota, muchos no saben realmente a qué se debe su increíble sabor y el por qué es de su calidad.
Por eso, desde la empresa de Ibéricos Enrique García, que llevan más de 100 años en el sector elaborando productos ibéricos nos dan los puntos clave para conocer más a fondo este producto:
El proceso comienza con la cría del jamón ibérico, que se basa en una vida en libertad dentro de las dehesas, donde aparte del pienso, al estar en plena naturaleza, los cerdos se alimentan de los diferentes frutos y hierbas que encuentran a su paso.
Después se hace una selección de aquellos cerdos ibéricos que serán enviados a las fincas donde solo durante los últimos meses de su vida, los cerdos ibéricos se alimentarán de bellotas y los frutos del campo. Esta fase es conocida como montanera, que comienza entre octubre y noviembre. Durante unos cinco meses, los cerdos ibéricos van a tener un cometido: campar a sus anchas por la dehesa mientras degustan su alimento favorito, las bellotas.
Este periodo determina la calidad del jamón, y es que una de las propiedades del cerdo es que metaboliza muy bien todo lo que consume, y esto da lugar a que su carne coja este sabor tan característico, así como las propiedades de las grasas saludables de la bellota.
Una vez que el cerdo alcanza el peso adecuado, se sacrifica y se procede a la elaboración del jamón ibérico de bellota. Se sala durante unos días (en función de su peso), y luego se deja curar en los secaderos naturales y mediante procesos artesanales, durante 24 y 36 meses.
Y una vez curado y calado el jamón para comprobar que está en su punto óptimo de consumo, los consumidores pueden identificarlo por su brida roja (raza ibérica del 50% o del 75%) o por la brida negra (raza ibérica del 100%)