La pasada campaña se cerró con 1.228 millones de euros de capital asegurado (+9%) y una implantación muy positiva, superior al 80% de la producción.
Las indemnizaciones alcanzaron los 105 millones, ya abonadas prácticamente en su totalidad.
Hoy viernes, 1 de diciembre, se inicia el periodo de suscripción del seguro de frutales (albaricoque, ciruela, manzana, melocotón, nectarina, paraguayo, pera y platerina) para la próxima campaña a través de los módulos que incluyen las opciones de aseguramiento más amplias: helada y mal cuajado, pedrisco y lluvia e inundación, precisamente los riesgos que sufre el sector de manera más habitual.
El nuevo plan del seguro de frutales presenta importantes novedades. Entre ellas, destaca la individualización de las coberturas para aquellos asegurados con reiterada y alta siniestralidad. Una medida que incide, en concreto, en apenas el 6% de los asegurados de la última campaña y evita que el otro 94% de los fruticultores asegurados se vea perjudicado por los resultados de otros productores. Además, el seguro de frutales permitirá asegurar como plantones aquellas plantaciones cuya producción no sea comercialmente rentable en su primer año productivo, e incrementa el precio asegurado para la nectarina de media estación y tardía para ajustarlo a las condiciones de mercado.
La campaña 2023 se cierra con 105 millones de euros en indemnizaciones abonadas
La campaña 2023 del seguro de frutales se ha cerrado con 105 millones de euros en indemnizaciones, ya abonadas prácticamente en su totalidad. Corresponden principalmente a fruticultores asegurados en la Región de Murcia (46,3 millones de euros), Aragón (14,1 millones), Extremadura (12,6 millones), La Rioja (8,6 millones), Cataluña (7,9 millones) y Castilla-La Mancha (7,1 millones). El resto se reparte entre productores de Andalucía, Comunidad Valenciana, Navarra, Castilla y León, Islas Baleares y País Vasco.
Las oscilaciones de temperatura, con valores por encima de lo normal en marzo y abril y heladas durante la primera semana de abril, influyeron decisivamente en la floración y cuajado de las especies frutales, principalmente de hueso, situadas en Extremadura, Región de Murcia y otras regiones productoras. Las posteriores tormentas de lluvia y pedrisco provocaron, además, daños considerables entre junio y septiembre, una vez la cosecha ya se encontraba fijada en los árboles.