Los especialistas hablan de infertilidad secundaria cuando, tras un embarazo y parto normales, la pareja no consigue llevar a término un nuevo embarazo
Puede ocurrir que las circunstancias hayan cambiado o que la edad de la madre haya deteriorado la calidad de los óvulos.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, tres de cada cuatro mujeres españolas tendrían, al menos 2 hijos. Sin embargo, la tasa de natalidad actual se sitúa en 1,3 hijos por mujer
Con la llegada del año nuevo muchas parejas se proponen tener un segundo o tercer hijo con el que aumentar la familia. Aunque tras un primer embarazo normal se suele pensar que no habrá ninguna complicación con el segundo, factores como la edad, hábitos nocivos o complicaciones derivadas de la primera gestación pueden provocar infertilidad secundaria y dificultar la concepción de un nuevo bebé.
Como explica el Dr. Joaquín Llácer, director médico de las clínicas Ginefiv, "hablamos de infertilidad secundaria cuando, tras un embarazo y parto normales, la pareja no consigue llevar a término un nuevo embarazo. Puede ocurrir que no se realice la fecundación o la implantación del embrión, o que se produzcan uno o varios abortos". Así, la infertilidad secundaria es uno de los desencadenantes del conocido como child gap, el fenómeno por el cual las mujeres tienen actualmente menos hijos de los deseados. Así lo demuestran los datos del Instituto Nacional de Estadística que reflejan que, a pesar de que tres de cada cuatro mujeres españolas tendrían al menos 2 hijos1, la tasa de natalidad actual se sitúa en 1,3 hijos de media por mujer2, por debajo de la cifra deseada.
Una de las principales causas de la infertilidad secundaria es la edad de la madre, que será mayor que en el primer embarazo. Este incremento en la edad suele ir ligado con una reducción de la reserva ovárica, es decir, del número de óvulos disponibles, sobre todo después de los 35 años, momento en que la fertilidad de la mujer empieza a disminuir de forma drástica. "Es por ello que recomendamos la congelación de ovocitos a edades más tempranas, ya que la búsqueda de ese segundo hijo sucede a menudo cuando la mujer tiene una calidad ovocitaria severamente deteriorada", añade el especialista.
A esto su suman causas médicas vinculadas con el primer parto, como pueden ser la aparición de adherencias que obstruyan las trompas de Falopio, cambios hormonales o que el aumento de peso corporal a raíz del embarazo altere la función normal de los ovarios y dificulte la gestación. Así mismo, el diagnóstico de enfermedades vaginales o
uterinas, como la endometriosis, ausentes o carentes de sintomatología durante el primer embarazo, también puede afectar a la fertilidad de la madre.
Un estudio de la fertilidad de la pareja revelará la causa de la infertilidad secundaria
En estos casos, explica el experto, la recomendación de los profesionales sanitarios es realizar un estudio completo de la fertilidad de la pareja, mujer y hombre, para identificar qué está fallando y ponerle solución. "Al igual que con el primer embarazo, recomendamos que las parejas que están intentando tener un segundo hijo acudan a clínicas especializadas en fertilidad si, tras 12 meses de relaciones continuadas sin protección, no se ha conseguido el embarazo. Este margen será de 6 meses en el caso de las mujeres de más de 35 años. El problema con los segundos y terceros embarazos es que las parejas tienen la falsa creencia de que todo irá bien dado que ya han tenido un hijo de forma natural", explica el Dr. Llácer. Además, añade, a nivel social la infertilidad secundaria no se considera un problema tan grave y, a nivel médico, no se le dedican los mismos recursos, lo que puede redundar en el bienestar emocional de la pareja.
A pesar de ello, a través de técnicas diagnósticas sencillas es posible identificar la causa de esta infertilidad secundaria. En el caso de varón, como apunta el director médico de las clínicas Ginefiv, "este puede haber sufrido alteraciones en la calidad del semen y en su nivel de fertilidad con el paso de los años provocadas por patologías que afectan al aparato reproductor masculino, alteraciones del tracto genital, hábitos nocivos o sobrepeso". A ellos se les realiza un semiograma para analizar concentración, morfología y movilidad de los espermatozoides.
Por su parte, el estudio de la fertilidad de la mujer requiere el diagnóstico de la reserva ovárica mediante el recuento de los folículos antrales (RFA) y el análisis de la hormona antimülleriana (AMH), dos sencillas pruebas que confirman la cantidad ovocitaria restante y ayudan a médicos y pacientes a establecer una estrategia de tratamiento.
En última instancia, "no debemos olvidar que los hábitos nocivos, como el consumo de alcohol y tabaco, también reducen las probabilidades de conseguir el embarazo. Puede que no hayan impedido la primera gestación pero que su consumo continuado y el daño acumulativo sí repercutan en la búsqueda del segundo o tercer hijo deseados", concluye el Dr. Llácer.
Referencias
Encuesta de Fecundidad. Año 2018. Datos definitivos'. Instituto Nacional de Estadística.2.-'Births and fertility'. Eurostat. March 2019.