La sociedad se preocupa, especialmente, por la salud física de los menores, dejando en segundo plano su bienestar emocional.
Desde el año 1954, cada 20 de noviembre, se celebra el Día Mundial de la Infancia para llamar la atención sobre uno de los colectivos más vulnerables de nuestra sociedad, los niños.
En cada país los menores viven situaciones distintas. Sin embargo, sea cual sea el entorno, lo cierto es que la sociedad se preocupa, especialmente, por la salud física de los niños dejando en segundo plano el bienestar emocional, cuando éste es tan importante como la primera.
En nuestro país, la enuresis, por ejemplo, es tratada como un tema tabú. La sociedad no habla, abiertamente, de este trastorno. La enuresis se concibe como si, mojar la cama, fuera una “tara” de los menores que se debiera esconder. En consecuencia, esta situación provoca “un menoscabo del autoconcepto y la autoestima. Si, por ejemplo, hay un plan de acudir a dormir a casa de un amigo, el niño intentará evitarlo, porque no se va a sentir seguro durmiendo fuera de casa. Por tanto, la enuresis, primero afecta a la autoestima del niño para, adicionalmente, tener consecuencias en sus interacciones con los demás niños. Asimismo, todo ello, en el contexto de desarrollo normal de un niño de 6-8 años, indiscutiblemente, empieza a ser un problema adicional, que acaba derivando en sintomatología ansiosa, fundamentalmente, y depresiva en un segundo tiempo" asegura el Dr. Javier Quintero, jefe del Servicio de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid y director de Psikids.
Por eso, dolencias físicas como la enuresis, mojar la cama por las noches pasados los 5 años que, en principio, no preocupan en exceso a los padres, pueden ser el desencadenante perfecto de consecuencias emocionales de mayor alcance como indica el experto. Algunas de estas consecuencias son retraimiento social, baja autoestima, bajo rendimiento escolar, inseguridad y malestar. Además, “puede llegar a ser un problema de salud importante en niños y adolescentes, mucho más de lo percibido por los pediatras” (1).
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) recuerda que, “para el futuro de las sociedades humanas es fundamental que los niños puedan alcanzar un crecimiento físico y un desarrollo psicológico óptimo”. Los adultos tienen la responsabilidad de cuidar, tanto de la salud física como mental de los menores. Por tanto, celebraciones como la de hoy, Día Mundial de la Infancia, son necesarias para recordarlo.
Un problema que escapa al control del niño
Según los expertos, la enuresis, el escape involuntario de orina durante el sueño, afecta en torno a un 10% de los niños de más de 5 años, al 5% de los pequeños de 10 años y alrededor del 3% de adolescentes, pudiendo persistir, ocasionalmente, en la edad adulta.
Un fallo en el mecanismo del despertar, la alteración del ciclo circadiano de la vasopresina (hormona antidiurética) que no baja la producción de orina nocturna o la inestabilidad vesical con contracciones involuntarias del músculo detrusor, son las principales causas. Asimismo, existe una estrecha relación con otras patologías como el estreñimiento, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) e, incluso, ser síntoma de enfermedades más graves como la diabetes.
Los expertos insisten en un diagnóstico y abordaje temprano; “la enuresis moderada (3-6 noches/semana) o grave (diaria) y la que persiste pasados los 9 años, difícilmente, se resolverá sin tratamiento. Aunque, es cierto que la prevalencia disminuye con la edad, la frecuencia y la severidad de los episodios enuréticos aumentan” (1).
Por eso, si un niño sufre enuresis pasados los 5 años, debe acudir al pediatra. Hablar, abiertamente, de la enuresis contribuye a la salud física y mental de los menores.