En los perros es más habitual la diabetes tipo I, mientras que en los gatos es más común el tipo II
Razas como Samoyedo, Shnauzer miniatura, Caniche miniatura, Terrier tibetano o Labrador, tienen más predisposición a sufrir diabetes
Gracias a los tratamientos actuales y a las técnicas de control de la enfermedad, es posible mantener una buena calidad de vida para la mascota
La diabetes en perros y gatos es bastante similar a la diabetes en humanos. También se puede clasificar en diferentes tipos, según las causas que la provocan y sus características. En el caso de los perros, la más habitual es la diabetes tipo I, similar a la homónima en humanos, que se caracteriza porque el páncreas es incapaz de producir la insulina. Entre los gatos es más común la diabetes tipo II, en la que, aunque el páncreas sí produce insulina, no tiene efectos suficientes para controlar la cantidad de glucosa en sangre.
Algunas razas de perros tienen mayor predisposición a desarrollar diabetes, como Samoyedo, Shnauzer miniatura, Caniche miniatura, Terrier tibetano, Labrador, o Terrier australiano. En cuanto a los felinos, la diabetes tiene predisposición a aparecer, sobre todo, en individuos que siguen unos hábitos de vida no saludables. "La tendencia en aumento de las tasas de obesidad y el sedentarismo de los gatos hace que actualmente tengan un mayor riesgo de padecer esta enfermedad", comenta Conxita Martínez, veterinaria de AniCura Canis i Felis Hospital Veterinari.
Afortunadamente, la diabetes tiene tratamiento al igual que en los humanos, que consiste en la inyección de insulina una o dos veces al día, según necesidad. Hay cinco signos que nos pueden alertar de que nuestra mascota tiene diabetes:
Beber mucha agua. Una ingesta de agua por encima de lo normal, sin otro motivo que lo justifique, puede hacernos sospechar.
Orinar con más frecuencia. Como consecuencia de la ingesta de agua desmedida, la mascota también orinará con más frecuencia.
Aumento del apetito. Nuestra mascota estará hambrienta todo el tiempo, porque sus células no están recibiendo la glucosa que necesitan, aunque coma las mismas cantidades.
Pérdida de peso. A pesar del aumento de apetito, nuestra mascota perderá peso sin otra razón aparente. Esto se debe a que no está convirtiendo adecuadamente los nutrientes de los alimentos.
Cansancio. Como consecuencia de la falta de glucosa, nuestra mascota estará más cansada de lo normal.
Aunque la diabetes requiere un tratamiento crónico y un seguimiento continuado del paciente por parte del veterinario, gracias al desarrollo de insulinas adecuadas para cada especie, así como de técnicas de control de la glucosa en casa (desde el uso de tiras de orina a dispositivos de monitorización de la concentración de glucosa) actualmente se ha conseguido proporcionar una buena calidad de vida a la mascota y su cuidador, permitiéndoles gozar de una vida prácticamente normal.
"Una buena relación entre el veterinario, la mascota y el cuidador, así como la elaboración de un plan de tratamiento y monitorización adaptado a las necesidades de cada caso, son fundamentales para conseguir el éxito en el control de esta enfermedad", concluye Conxita.