Freeda durante el mes de la salud mental: visibilizar la realidad del trastorno de pánico

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La plataforma charla con Yaiza, que convive con un trastorno de pánico desde los 9 años y que, gracias a la ayuda profesional ha sido capaz de tener la situación casi controlada por ella misma

Freeda durante el mes de la salud mental: visibilizar la realidad del trastorno de pánico

Freeda, la plataforma que difunde historias reales para inspirar un cambio positivo, ha dedicado enteramente el mes de octubre a difundir y visibilizar historias con nombre y apellidos relacionadas con la salud mental. La plataforma se ha detenido en el suicidio, las amistades tóxicas y, ahora, le pone rostro al trastorno de pánico, del que no se habla muy a menudo.

Lo hace de la mano de Yaiza, una joven canaria que convive con este problema desde que tiene nueve años. La desinformación en torno a este trastorno hizo que, en su día, su familia tratara de calmarla cada vez que sufría un episodio preparándole una infusión y rezando por ella, ya que no sabían acertar con lo que le estaba ocurriendo.

"La primera vez que experimenté un ataque de pánico tenía 9 años y estaba en la cama porque me iba a dormir. De repente sentí mucha angustia, y necesitaba que me ayudara alguien. No sabía explicar por qué. Siempre eran por la noche. Y luego cuando me fui haciendo mayor empezó a aparecer en más partes del día. Las crisis de pánico aparecen por el miedo a perder la cordura, a volverme loca, y que nadie me puede ayudar. Es un bucle de pensamientos que te secuestran y no puedes salir de ahí", cuenta Yaiza al equipo de Freeda España.

Ese 'bucle de pensamientos' del que habla Yaiza da lugar a una serie de síntomas: se acelera compulsivamente el ritmo cardíaco y, según ella, "dejas de sentir el cuerpo y te sudan las manos. Por tanto, si tienes una crisis puntual, es algo que experimentaste y ya está, pero, cuando empieza a copar partes de tu día, se convierte en un trastorno. La primera vez que fui al médico por ese tema tenía 14 o 15 años. Me dieron un tranquilizante y esa fue toda la solución que me dieron", concluye.

Este testimonio evidencia lo necesario que es conocer mejor los trastornos de salud mental y visibilizarlos. La ayuda y el tratamiento para el trastorno de pánico fue algo a lo que Yaiza accedió una vez que los episodios comenzaron a ser cada vez más frecuentes durante su adolescencia. Pero el psicólogo de la Seguridad Social al que fue derivada le daba cita una vez cada dos meses, hasta que, cuando tenía 18 años, sufrió una grave crisis que no fue capaz de paliar de ninguna manera. Esto le hizo optar por acudir a la ayuda profesional privada, donde recibió el alta al cabo de un año al ver que disminuía el número de ataques de pánico. Demasiado pronto, según Yaiza.

"Cuando me dieron plaza en la universidad no era capaz ni de ir a hacer pis al baño, podía pasarme 6 horas de clase sin moverme del sitio, porque sabía que el coche estaba cerca del aula. Siempre fue mi elemento principal de seguridad. Sabía que, si me encontraba mal, podía coger mi coche y buscar un sitio donde estuviera tranquila. Empecé a experimentarlos de forma diaria alrededor de los 27 años: Ya mi vida cotidiana, ir al trabajo, a tomarme un café… suponía un infierno para mí. Era todo el día con angustia. Y yo decía '¿para qué?'", continúa Yaiza.

Yaiza reconoce que en esos momentos ella deseaba estar bien y hacer lo mismo que sus compañeros, poniendo sobre sí misma un nivel de autoexigencia "por ir a la fiesta, a cumpleaños y a comer con los demás" muy elevado, lo cual lo único que lograba era reforzar su ansiedad y empeorar su situación.

"Los pensamientos suicidas aparecen después de convivir durante algunos meses con este nivel de angustia diario. Cuando se lo conté a mi hermana se asustó y buscó una nueva forma de terapia. Una psicóloga nueva empezó a ayudarme de forma muy activa para tratar esto de nuevo. Me dijo que si yo empezaba a relacionarme con esos episodios desde la comprensión a mí misma y desde la compasión a la situación que estaba viviendo, seguramente la situación podía variar", afirma Yaiza.

Las herramientas en torno a problemas como el de Yaiza son claves para ayudar a que la situación sea cada vez más leve. Desestigmatizar, como le recomendaron a Yaiza, cualquier problema de salud mental, también. Para eso es necesario ahondar en la sintomatología de cada paciente, conocer su personalidad y dar con el tratamiento más adecuado para cada uno. A día de hoy, Yaiza es capaz de controlar su situación durante el día, porque conoce su enfermedad y se trata a sí misma con más respeto y sin exigencias. Entiende que la taquicardia la genera su trastorno y ella misma puede bajar el ritmo de sus pulsaciones porque sabe gracias a una buena ayuda profesional, cómo hacerlo.

"A día de hoy he recuperado mi vida diaria. Me falta la parte de la noche y de viajar. Si salgo por la noche y mi coche no está cerca, aún experimento este tipo de sintomatología, en lo que estoy trabajando. A todos los que estén conviviendo con un trastorno de pánico les diría que hay salida, pero hay que trabajar, y si se buscan buenos profesionales pueden volver a recuperar su vida", concluye Yaiza durante su charla con el equipo de Freeda España.

"Tener un buen círculo cercano sobre el que apoyarse es vital para todo el mundo y aún más para personas con un trastorno de salud mental. Muchas veces, la falta de información en torno a la salud mental hace que, como en el caso de la familia de Yaiza, no sepamos cómo ayudar por mero desconocimiento. Es por eso por lo que desde Freeda ahondamos aún más en la necesidad de eliminar los tabúes en torno a los trastornos de salud mental. Esto no solo es necesario para conocerlos mejor, sino que además puede ayudar a generar un clima en el que todo el mundo sienta que puede hablar con libertad de su salud mental", explica María Arranz, coordinadora de autoras de Freeda España.

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