España es el cuarto productor europeo de Foie Gras, por detrás de Francia, Bulgaria y Hungría, y el segundo consumidor a nivel mundial.
Más de 1.000 familias viven de la producción del Foie Gras, ya sea de forma directa o indirecta, en zonas rurales del norte y centro de la península.
En el pequeño municipio de Lerín (1.746 habitantes), en la ribera navarra del alto Ebro, la producción del Foie Gras juega un papel clave para evitar la despoblación y dinamizar la economía rural. Las 23 granjas dedicadas a la cría de patos así como la moderna planta de procesado artesanal y las 4 empresas de transporte que garantizan su logística, dan trabajo a más de un centenar de habitantes del municipio y han contribuido a atraer a jóvenes de otras regiones hasta aquí.
Es el caso de Estíbaliz Ochoa, operaria de la planta, quien llegó desde su Vitoria natal hace 12 años y sin tener experiencia con patos. “Mi trabajo es entretenido y nada monótono. Vivo cerca de aquí. Tengo el trabajo cerca de casa..”, afirma. Otro joven al que el Foie Gras ha dado una oportunidad vital es el cocinero Nacho Marín, quien nació y se crió en el pueblo, “desde que mi abuelo llevaba maquinaria a la fábrica y nos traía aquellos latones de confit, y hasta que empecé a estudiar gastronomía, el pato siempre ha estado presente en mi vida”, confiesa este cocinero especializado en Foie Gras.
Con este afán de divulgación nace la campaña europea de promoción “Compartamos el Patrimonio Gastronómico Europeo”. Rodada en Lerín y protagonizada por trabajadores reales como Estíbaliz, Nacho o Aitziber, junto con jóvenes estrellas de la cocina como el chef Michelín Leandro Gil y la finalista de Masterchef Ketty Fresneda, la campaña muestra sin tapujos la realidad de un producto, el Foie Gras, que sigue dando vida al medio rural en nuestro país.