Adaptación al cole para los niños de Infantil

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Según la experta Pilu Hernández Dopico

Adaptación al cole para los niños de Infantil

Yo soy partidaria de la adaptación en todas las etapas de la vida y para todo; no solo para el cole. Cualquier cambio en la vida genera incertidumbre, por lo que prevenirlo es fundamental para que haya un buen resultado y dicho cambio sea positivo.

Lo primero que hay que saber es que la actitud de los progenitores es fundamental. Como es un cambio para todos, es normal que los cuidadores habituales del menor empiecen a sentir diferentes emociones y sensaciones, hay casos en los que los progenitores sienten culpa antes incluso de que llegue el momento de dejarlo en la puerta.

Sensación de tristeza, de culpa, de no ser buenos papás o mamás, asaltan a los progenitores más de un mes antes de que empiece a ir a su primer centro. Si bien esto es generalizado, hay muchísimos progenitores que sienten esto, también es verdad que es absurdo ya que más del 96% de los niños de 3 años en España están escolarizados según datos del INE.

Entiendo que no por ser lo normal a nadie le quite la pena, pero tenemos que ser conscientes de que en la sociedad postindustrial en la que vivimos esto es habitual y, es más, la Agenda 2030 tiene como objetivo conseguir la escolarización de todos los menores en la segunda etapa de Infantil (de 3 a 6 años).

Por tanto, tenemos que verlo como algo positivo, una etapa en la que se van a desarrollar diferentes capacidades cognitivas que nosotros, en casa, no podríamos lograr, al menos, de manera tan eficiente como lo hacen en el centro.

Verlo como algo positivo, saber que nuestro hijo va a empezar a desarrollar sus capacidades, y que, además, entra dentro de la normalidad va a permitir que tengamos un control de la situación, pero lo más importante es que va a permitir que transmitamos eso, precisamente, a nuestro menor. Si nosotros estamos angustiados, temerosos, pensando en que no le va a ir bien, que va a estar llorando todo el día… el pequeño estará angustiado, temeroso, sintiendo que todo es malo y llorando todo el día. Ojo, no estoy diciendo que esto no pueda pasar igual porque cada niño es un mundo, quiero decir que no hay que predisponer al menor para una etapa de esta manera, sino que hay que hacerlo con alegría y positividad y luego, pues ya veremos qué pasa.

En segunda instancia, conviene ir contándole el estupendo centro al que va a ir: con un montón de niños para jugar todo el tiempo, lo divertido que va a ser y lo buena que es la profe (o el profe). Comentar con los menores esta nueva etapa abre una vía de comunicación que nos va a permitir cerciorarnos de que eso, efectivamente, sea así. Luego puede darse el caso de que tu hija, en concreto, no disfrute o no se lo pase tan bien como esperas, pero la generalidad es que las dos primeras semanas estén ciertamente descolocados y después se acostumbren.

Porque claro, hasta el momento son los protagonistas de la familia, se habla con ellos en un lenguaje determinado, se atiende de inmediato a sus necesidades y, de pronto, hay tantos príncipes y princesas como ellos y comienzan a hablarle en diferentes términos o tonos. Esto siempre va a ser impactante para el menor. Además, en un espacio físico en el que nunca ha estado, por lo que hay que sumarle la sensación de inseguridad que ello conlleva.

Hay altas probabilidades de que llore, de que no participe, de que no suelte su peluche e, incluso, que pegue a otros niños. Y también las hay de que vomite o tenga una pequeña regresión de aprendizaje. Todo ello es normal y no hay que cortar esas sensaciones, hay que saber manejarlas, ¿cómo?

Pues no dando opción a que piense que si llora más fuerte o se enfada más vamos a quedarnos un rato más con él o vamos a llevárnoslo de allí. Por eso, lo mejor es dejarle en la puerta y despedirnos de manera breve y con una sonrisa. De igual manera, si cuando vas a recoger al menor está triste o llorando, actúa con normalidad y no le digas frases del estilo "pobrecito que te hemos dejado solito" porque ese tipo de frases refuerzan el sentimiento de abandono que pudiera tener.

A partir de aquí serenidad, como progenitor tienes que aportar la serenidad que estas primeras semanas va a perder tu hijo, tener paciencia y, sobre todo, seguir las pautas que el educador te diga porque él tiene la llave para que la adaptación sea total, satisfactoria y completa. 

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