Es indudable la madera de líder carismático de Mijaíl Gorbachov. Su capacidad de convencer a través de una comunicación directa, sobria y sin artificios, pero medida y estudiada, es evidente en cada una de sus comparecencias públicas. Utiliza con sobriedad y discreción los códigos de comunicación del lenguaje no verbal. Es escueto y elegante en sus gestos, pero sabe manejar adecuadamente la compostura y la mirada de manera eficiente para dar la mayor credibilidad a sus mensajes.
Tanto en sus intervenciones personales, como en las que realiza a través de la televisión, muestra una imagen que transmite seguridad. Emplea un tono de voz contundente, con fuerza y excelente manejo del énfasis y los silencios para remarcar entre frase y frase lo que quiere que se fije en su auditorio. Sabe mirar al espectador y mostrar su imagen más carismática más allá de la limitación que a veces presenta leer un texto con un papel delante y tener que mirar hacia él para seguir el discurso. El arte de seguir un texto escrito en el papel, inclinando la cabeza, no es algo que pueda aguantar cualquiera, y él lo consigue con toda naturalidad.
Esa misma forma de expresión verbal con fortaleza es la que despliega en sus reuniones con otros mandatarios internacionales para negociar. Prefería el diálogo y llegar a acuerdos, al aislamiento y la fuerza. Esto le permitió entenderse con personajes del calibre de Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Helmut Kohl, por poner algunos ejemplos.
Gorbachov ha marcado un estilo de comunicación desde la credibilidad y la convicción. Supo transmitir los cambios y la reforma como padre que es de la "perestroika" y, como uno de los líderes políticos más relevantes del siglo XX, con las mejores cualidades de comunicador, sabiendo "vender" lo mejor de los cambios, convenciendo de ello a través de sus palabras y su lenguaje no verbal, de la expresión facial y gestual, como un gran líder y ejemplo de excelente comunicador.