Este verano, mientras preparamos en la piscina esa coreografía de moda para subirla a TikTok, podemos parar un minuto a pensar en los beneficios de la danza y en sus profesionales. Bailar ayuda a empatizar con los demás, mejora la autoestima, combate la soledad, regula el estado de ánimo, previene la depresión, reduce el estrés... Además, hay que sumar todos los beneficios relacionados con la práctica deportiva (mejora la circulación sanguínea, corrige las malas posturas, la coordinación de movimiento, aumenta la energía…). En definitiva, la danza, incrementa el bienestar global de las personas.
Bien lo saben los profesionales en DANZA SOCIAL, una formación específica en Pedagogía de la Danza que ofrece el Conservatori Superior de Dansa de València (CSDV). Esta rama profesional forma a especialistas en el ámbito educativo, social y del bienestar. Estos profesionales no buscan el virtuosismo o la competición, para ellos lo importante es compartir, crear tejidos conectivos, disfrutar desde el crear y mejorar el bienestar de las personas con las que trabajan.
Danza al servicio de la sociedad. Este podría ser el lema de la formación en Pedagogía de la Danza Social. Andrea Ríos, experta en esta disciplina y ex alumna del grado, cuenta su experiencia “comencé trabajando en India, usando la danza en orfanatos infantiles con niños y niñas de barrios que habían sufrido abuso físico y sexual. Después, comencé a trabajar en barrios vulnerables de Valencia, con personas en riesgo de exclusión (Centros de Menores, Centros Ocupacionales…), colegios, con personas con diversidad funcional y este verano participo en un proyecto junto al Ajuntament de València centrado en la danza”. Su proyecto final llevó por nombre “Bailarina del Olvido” un trabajo muy especial en el que a través de la danza conecta a los enfermos de Alzheimer y sus cuidadores desde otro lugar.
La danza es beneficiosa para todo tipo de colectivos. Un estudio realizado con personas de la tercera edad (Oliveira, 2009) muestra cómo el 58% de los participantes mejora su memoria a corto plazo, la atención, la concentración, aumenta su alegría, sus ganas de vivir… En el trabajo con personas con autismo incide directamente en su comunicación, permite exteriorizar sentimientos, fomenta la proximidad, el comportamiento pro-social y también mejora los movimientos involuntarios. En centros penitenciarios, se aplica este tipo de programas para la reinserción de presos ya que fomentan la participación, favorece el trabajo en grupo, potencia el respeto, la comunicación y la expresión corporal. También entidades públicas como la Compañía Nacional de Danza o el Ballet Nacional abren la mirada hacia los beneficios de la danza a través del programa CND Educa. Estos son solo algunos ejemplos de aplicación de esta profesión tan necesaria y desconocida. Antonio Jumilla, ex alumno explica: “El profesional en danza social encuentra un camino más directo hacia una danza más asertiva, empática, humana y catalizadora de destrezas del alumnado”.
Alicia Herrero Simón, Coordinadora del Itinerario de Danza Social, Educativa y del Bienestar de CSDV, habla de la importancia de “poner en valor una formación específica y de rigor que reúna competencias artísticas, creativas y pedagógicas desde una perspectiva humanista”. Alicia es bailarina de profesión, terminó sus estudios en Londres donde estuvo girando con varias compañías de danza. Es así como comprendió la importancia de este arte para todo tipo de personas, no solo para los profesionales. Decidió volver a Xátiva, su ciudad, con el objetivo de “hacerla bailar”, labor que combina con su trabajo en el CSDV . En los últimos años ha ganado el Premio Xateba de 2019 otorgado por La Associació per la Igualtat i Contra la Violència de Gènere y uno de sus proyectos "Dansa compartida con Acofem" realizado con personas con enfermedad mental fue considerado el Mejor Proyecto de Danza Social de la Comunidad Valenciana en 2021.
Gracias a los beneficios de la danza, sus profesionales cada vez son más demandados en academias, compañías de danza, centros educativos y sociales, auditorios, teatros y museos, centros de día y de atención a mayores, casas de cultura, asociaciones y otras entidades públicas y privadas del ámbito cultural, educativo y social.
La danza es considerada por muchos un “atajo para la felicidad”, a partir de ahora contamos con profesionales capaces de entender las características específicas de cada individuo, con una perspectiva de inclusión hacia los sectores en riesgo de marginación y capaces de aprovechar los beneficios de la danza para el bienestar de la comunidad.