Los delitos financieros tras la pandemia

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Los delitos financieros tras la pandemia

Los pagos digitales, antes de la pandemia, ya presentaban una tendencia positiva, tendencia que ha continuado y aumentado tras la misma. Tanto usuarios como empresas prefieren el modelo de banca digital y, poco a poco, se van alejando del pago en efectivo. La velocidad y conveniencia son las dos principales razones de los usuarios para elegir billeteras móviles o tarjetas sin contacto de unos pagos casi instantáneos ya sea a través de un servicio de pago entre pares u otra plataforma, ambos motivos son igual de atractivos para que los ciberdelincuentes realicen sus fechorías.

El informe trimestral de delitos financieros de Feedzai, plataforma de gestión de delitos financieros basada en la nube líder en el mundo, ha analizado los delitos financieros y las tendencias de gasto en los consumidores de todo el mundo de abril a julio de 2021. Los datos son reveladores: se encamina hacia las transacciones sin efectivos, los pagos P2P aumentaron un 146%, las transacciones en efectivo se redujeron en un 44% y las transacciones en línea se incrementaron un 109%, lo que casi duplica la cantidad de transacciones con tarjeta física o digital. Este cambio en los pagos digitales conlleva, a la par, un cambio en el comportamiento y objetivos de los delincuentes financieros que, según el estudio, el número de intentos de fraude con tarjetas en línea aumentó en un 23% en ese periodo de tiempo.

Los riesgos en los delitos financieros han cambiado considerablemente con la aparición de nuevas tecnologías y han adquirido una dimensión totalmente nueva debido al rápido avance de la tecnología digital. El ciberespacio es un campo de batalla, la guerra en las redes no cesa, las actividades delictivas cobran cada vez más notoriedad, su relevancia no debe minimizarse porque son sus consecuencias económicas y sociales son devastadoras.

Así, desde el inicio de la invasión de Rusia a Ucrania el pasado 24 de febrero, los hackeos, estafas y ciberataques se han intensificado y multiplicado. Según el Departamento Digital de Reino Unido hasta un 39% de las empresas y un 30% de entidades han reportado vulneraciones digitales semanales de sus sistemas. Los ciberataques son mas frecuentes, sofisticados y complejos. Ningún servicio o sistema tecnológico está completamente libre de riesgo.

Los factores que intervienen en el fraude financiero coinciden con el modelo triángulo del fraude en los que aparecen tres componentes, bien diferenciados: percepción, oportunidad y racionalización como principales basamentos. La percepción nace de la necesidad económica y representa la presión, una presión que se da cuando el individuo tiene problemas financieros y es incapaz de resolver por medios legítimos y empieza a pensar en métodos ilícitos para resolverlos. En el segundo lado se halla la oportunidad, una oportunidad que analiza el método o métodos para cometer el ilícito, con la finalidad de robar los fondos y, además, que no pueda ser cogido. En definitiva, que el delito, en sí mismo, no pueda ser detectado. Por último, el tercer lado es el de racionalización, el defraudador se ve o aparenta ser una persona normal y honesta con la finalidad de justificar sus actos.

La delincuencia financiera nos afecta a todos. En el actual ecosistema financiero, el fraude es una preocupación crucial para las empresas y entidades bancarias, por ello están incorporando, integrando e implementando medidas y soluciones antifraudes para luchar contra la delincuencia, cumplir con la normativa, aumentar su eficacia y eficiencia. Los pagos digitales, ya sea a través de tarjetas de crédito u otros medios han de proporcionar a los consumidores garantías sólidas, desde protección de responsabilidad por fraude hasta protección de compra en caso de que un artículo se dañe o sea robado. Las entidades bancarias tienen la obligación de garantizar la seguridad de las transacciones y pagos digitales mediante sistemas de autenticación y verificación. El usuario expresa su consentimiento de ejecución de pago, y se identifica la cuenta bancaria desde la que se ordena el pago; sin embargo, la seguridad del pago no garantiza que el bien o servicio adquirido sea un fraude.

La prevención y la detección de riesgos son la mejor defensa para combatir los delitos financieros por eso las empresas han de incorporar a sus controles nuevos patrones que garantice su capacidad de detección. Entre los principales delitos financieros destacan: fraudes de compra, fraudes de ingeniería social, fraudes de suplantación de identidad, de apropiación fraudulenta de cuenta (ATO) y fraudes de smishing.

Tras la pandemia y con motivo de la Guerra híbrida de Rusia, la ciberseguridad ha cobrado notoriedad y protagonismo. Combatir el fraude con eficacia requiere disponer de soluciones alineadas con programas y tecnología de vanguardia tipo inteligencia artificial, aprendizaje automático para detectar, prevención, controlar y mitigar los riegos y los fraudes de manera continua. Las evaluaciones continuas de vulnerabilidad y riesgo, las inversiones adecuadas y la coordinación con terceros también se han identificado como esenciales para maximizar los beneficios de las soluciones disponibles. Herramientas que analizan el comportamiento de los usuarios e identifica patrones o actividades alarmantes y denotan riesgos. El camino a seguir en esta lucha contra los delitos financieros pasa por: mejorar un marco global que incluya avances con un enfoque basado en inteligencia; impulsar reformas significativas a los marcos de intercambio de información; la cooperación del sector público y privado y el uso de la tecnología. Acciones esenciales destinadas a mejorar la efectividad de dar una respuesta colectiva a los delitos financieros, cuyo impacto se siente más allá del sector financiero y representa una grave amenaza para la sociedad en su conjunto.

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