Una de las preocupaciones más frecuentes en las comunidades de vecinos radica en poder mantener un ambiente lo más salubre posible, no solo en cada vivienda, sino sobre todo en las zonas comunes. Los espacios húmedos y oscuros como bodegas, garajes, subterráneos y salas donde se sitúan bombas de agua, los cuadros de luz o los ascensores de una comunidad generan las condiciones ideales para que indeseables inquilinos como cucarachas, roedores, hormigas y avispas, entre otras especies, aniden en ellas con todos los riesgos que ello conlleva, tanto a nivel material como para la salud.
Prevenir y combatir las plagas es una labor conjunta que requiere la implicación y colaboración de vecinos y del administrador de la finca. Mantener las instalaciones revisadas y en buen estado, así como todos los espacios ventilados y lo más limpios posible de restos de alimentos y basura son medidas imprescindibles para el control de plagas. Pero igual de importante es “tener una empresa especializada de referencia tanto para el mantenimiento periódico preventivo como para el tratamiento de casos concretos y puntuales. Cada comunidad es un mundo y, por ello, se requieren soluciones a medida para problemas específicos”, afirma Ignacio Santamarta, director de Innovación de EZSA Sanidad Ambiental.
Un servicio eficaz de control de plagas en las fincas permite una tarea de prevención que pueden ahorrar importantes problemas de salud, así como un ahorro para la comunidad en reparaciones derivadas por la afectación de plagas. Animales como roedores y termitas pueden dañar desde cables hasta estructuras de madera. Palomas, golondrinas y avispas sienten devoción por los tejados, donde acostumbran a hacer nido, ocasionando graves daños materiales y también para la salud (picaduras, transmisión de enfermedades por las bacterias que portan los excrementos…).
Factores de riesgo
Está claro que los edificios viejos presentan muchos más problemas de plagas por el estado de conservación de sus instalaciones (cañerías viejas, grietas, materiales antiguos, cuartos de luz y calderas antiguas…) y por la dificultad de acceso para los técnicos. Pero la antigüedad no es el único factor o foco de problemas que tener en cuenta.
En este sentido, EZSA recuerda la importancia de la ubicación de la finca (si está cerca de lagos, parques, zonas con animales, del mar…), así como también el tipo de acceso a la vivienda y los puntos débiles de la finca como sótanos y garajes. Sin olvidar el tipo de negocio que ocupa las plantas bajas de los edificios.
Un local de restauración, por ejemplo, es un caldo de cultivo para cucarachas, roedores y hormigas: allí encuentran una fuente de alimentación segura y, además, las cámaras frigoríficas, hornos y demás maquinaria les proporcionan calor y recovecos ideales para cobijarse. En una tienda de alimentación, la entrada de mercancía contaminada portadora de alguna plaga puede ocasionar una infestación que se extienda a otras zonas de la finca.
Las obras de reforma o rehabilitación en los locales o en las zonas comunes de un edificio también pueden crear condiciones ideales para la aparición de ciertos bichos. Aunque el problema no reside solo en la parte inferior de las fincas. Los tejados son puntos complejos que merecen especial atención con el añadido de que, en ocasiones, son de difícil acceso para aplicar los tratamientos tanto de prevención como de exterminación.
Colaboración eficaz
Una comunicación fluida con el administrador de fincas o la comunidad de vecinos y la coordinación de una empresa especializada es la opción más fiable y segura para afrontar el problema de las plagas, pues permitirá a los técnicos llevar a cabo las revisiones necesarias, teniendo en cuenta todos los factores en juego.
Solo de esta manera se podrán aplicar periódicamente los tratamientos preventivos adecuados para evitar la aparición de plagas o las soluciones a medida para acabar con afectaciones puntuales que puedan surgir, de una manera más eficaz y respetuosa con el medioambiente.