El ecosistema Blockchain está evolucionando rápidamente y ha demostrado tener utilidad más allá de las criptomonedas por su eficiencia en numerosas aplicaciones.
Los Smart Contracts son unos documentos digitales escritos en un lenguaje de programación que tienen la capacidad de asegurar su cumplimiento de forma automática, autónoma y autorregulada.
Se estima que el mercado global de contratos inteligentes alcance tasa de crecimiento anual compuesto del 32% en el periodo comprendido entre 2017 y 2023.
La red de Ethereum alcanzo una cifra superior a 10 millones de contratos inteligentes implementados en los últimos doce meses.
En la actualidad, el smart contract debe tener los requisitos del artículo 1261 del Código Civil para su formalización legal, pero pronto necesitará contar con un tipo de regulación propia que permita cumplir con las diferentes realidades jurídicas a nivel internacional.
Los sistemas de pago están en constante transformación. El inicio de las transacciones se basaba en el trueque, un tiempo después, en el siglo VII a.C, nació la primera moneda y, en 1958, American Express lanzó su primera tarjeta de crédito, un sistema que permitía que el pago fuera procesado de un modo centralizado y posibilitaba crear sistemas abiertos. Esto supuso una cierta intangibilidad del dinero, pero muy lejos de lo que hoy pasa en el mundo.
El desarrollo y crecimiento digital han permitido dar un paso más allá hasta llegar a las criptomonedas. Las divisas digitales van de la mano de la Blockchain y son conceptos que están dejando de ser algo excepcional para pasar a formar parte de la realidad. Esta tecnología no es más que un registro digital distribuido que almacena datos de cualquier tipo y está repartida entre miles de dispositivos que guardan la información en forma de bloques de manera ordenada creando una cadena que se actualiza cada vez que se añaden nuevos datos haciendo de este libro una herramienta de almacenamiento muy fiable.
El ecosistema Blockchain está evolucionando rápidamente y, por ese motivo, desde la escuela líder en formación de talento digital de forma intensiva Ironhack, han querido realizar un análisis sobre el proceso que posibilita estas transacciones digitales.
La primera aplicación de esta tecnología fue el Bitcoin, pero la Blockchain ha demostrado tener utilidad más allá de las criptomonedas por su eficiencia en numerosas aplicaciones, como el tratamiento de datos o la transparencia que ofrece en los apartados legal y financiero como en el financiero para la validación de transacciones.
Al igual que cambian los modos de intercambio, también lo hacen las formas de cerrar acuerdos y aquí es donde entran en juego los Smart Contracts o contratos inteligentes, un protocolo o reglas programadas que se pueden definir como documentos digitales escritos en un lenguaje de programación que tienen la capacidad de asegurar su cumplimiento de forma automática, autónoma y autorregulada. Recoge las mismas condiciones que podrían darse en un contrato tradicional, pero evitan las dificultades para interpretarse, no da lugar a errores y se basan en ‘scripts’, lo que permiten cerrar tratos de manera más segura, rápida, económica y eficiente sin necesidad de contar con un intermediario.
Este nuevo modelo de acuerdo es una de las principales aplicaciones de negocios para las tecnologías DLT y se estima que el mercado global de contratos inteligentes supere los 265 millones de euros a finales de 2023 con un 32% de CAGR (tasa de crecimiento anual compuesto) durante el período previsto de 2017 a 2023, de acuerdo con Data Library Reserch.
Este tipo de contrato se ejecuta en una plataforma descentralizada como puede ser Ethereum que, en los últimos 12 meses, alcanzó una cifra superior a 10 millones de contratos inteligentes implementados. Las cifras son muy altas pese a que este valor no refleja el número real de Smart Contracts que han sido aplicados en ese periodo, puesto que existen numerosas blockchains, algunas incluso operando en régimen privado.
Aunque su crecimiento es más que evidente y ofrece grandes soluciones por su adaptabilidad y flexibilidad, el mundo de los Smart Contracts supone nuevos retos, sobre todo, en el terreno legal. Uno de los principales problemas es que en la sociedad conviven diferentes realidades jurídicas que dependen de cada país, por lo que habría que tener en cuenta tanto la legislación internacional como la sectorial. A esto hay que sumarle la falta de un mediador entre las partes, la adaptación del lenguaje legal al lenguaje informático y los avances pendientes para que exista una validad jurídica.
“Actualmente los Smart Contracts no tienen una regulación legal concreta en el ordenamiento jurídico español porque es algo relativamente nuevo. Por el momento, debe tener los requisitos del artículo 1261 del Código Civil para su formalización legal, pero pronto será necesario otorgarles una regulación propia, ya que los contratos inteligentes irán adquiriendo mayor reputación y notoriedad por la capacidad de perfeccionar los ecosistemas comerciales” afirma Víctor Rodiguez, Program Manager de Ironhack Madrid.