Sin apenas darnos cuenta ha llegado otra vez septiembre, y con él, el comienzo del nuevo curso y el cambio de ritmo de toda la familia. Los más pequeños llegan a clase tras casi tres meses de vida al aire libre, largas horas de sueño, interminables tiempos de juego y actividades divertidas. Ahora les toca retomar la rutina, acostumbrarse a madrugar, recortar su tiempo libre en favor de las clases, los deberes, las extraescolares… Aquí tienes algunas recomendaciones para facilitarles esa transición y ayudarles a que el regreso les resulte un poco menos duro.
Cuando nos enfrentamos a un cambio que nos aporta una mejor calidad de vida, acostumbrarse es fácil, pero no resulta tan sencillo cuando se trata de algo que añade ciertas dificultades o complicaciones a nuestro día a día. Es la diferencia entre el inicio de las vacaciones y el comienzo del curso. La vuelta al cole suele resultar compleja no solo para los niños, sino también para los padres, y la familia al completo necesita un periodo de adaptación en ese regreso al ritmo escolar tras el largo periodo estival.
Han terminado casi tres meses en los que se relajan los horarios y las rutinas, y ahora “toca” retomar los madrugones, las idas y venidas al colegio, a las extraescolares, los deberes, los exámenes… Los pequeños de la casa saben que es el inicio de un largo y duro camino que significa menos tiempo de juego y libertad, y más dosis de esfuerzo y concentración, y muchos de ellos no se enfrentan a eso con demasiadas ganas.
Desde Lingokids, la app de contenidos en inglés para niños de edades tempranas, nos ofrecen algunas ideas para aligerarles la transición y hacer que la vuelta al cole sea más llevadera para ellos.
Hacerles partícipes de los preparativos. Estrenar algo bonito siempre es apetecible. Por ello, una forma de hacer que se ilusionen por el nuevo curso es preparar con ellos la mochila, los cuadernos, las pinturas, los estuches y todo el material escolar. También les gusta sentirse mayores, por lo que es interesante que les involucremos en los preparativos de la ropa y la mascarilla que deberán ponerse para ir al colegio, y que comentemos con ellos las novedades que les esperan, demostrándoles nuestra confianza en su capacidad y responsabilidad para afrontar los nuevos retos del curso que comienza.
Meriendas divertidas. Sobre todo los primeros días, podemos elegir para sus almuerzos y sus meriendas algunas propuestas “especiales” que sabemos que les gustan mucho y les van a provocar una sonrisa. Recordemos que es importante recurrir a propuestas saludables que eviten el exceso de azúcares y productos procesados, pero no pasa nada por darles un pequeño capricho que les sirva de aliciente y les alegre el recreo. Muchos niños comen en el colegio a mediodía, pero incluso podemos dejar que sean ellos quienes elijan el menú de la cena.
Adaptación progresiva de rutinas y horarios. Al principio no tendrán demasiadas tareas escolares, por lo que pueden aprovechar las buenas temperaturas del final del verano para salir a jugar a la calle con sus amigos y compartir con ellos sus primeras impresiones del comienzo del curso, o bien organizar alguna actividad divertida con ellos en familia si es posible, antes de que el ritmo de actividad nos lo impida más allá del fin de semana. Del mismo modo, la hora de acostarse, los hábitos de lectura o los tiempos de uso de los dispositivos electrónicos pueden ir adaptándose progresivamente, manteniendo una cierta flexibilidad en los primeros días hasta que todo quede ajustado a las necesidades del día a día y a un consumo saludable de tecnología, siempre supervisado y adaptado a su edad.
Extraescolares sí, pero poco a poco. Las actividades complementarias que los niños realizan al salir del colegio estimulan su actividad física y el aprendizaje de nuevas destrezas, y son muy positivas y enriquecedoras. Pero en la medida de lo posible, es recomendable evitar el inicio de todas ellas al mismo tiempo que las clases y tal vez retrasarlas a octubre, de manera que las tardes de septiembre puedan ser todavía “para ellos”, y no sea tan brusca la transición entre las libertades del verano y las responsabilidades del curso escolar.
Madrugones alegres. El momento de levantarse es duro para los niños más dormilones, a los que les cuesta adaptarse al horario del cole. Por ello, inventar alguna rutina divertida que les alivie el madrugón puede ser una forma de comenzar el día con alegría. Por ejemplo, despertarles con alguna canción que les guste o inventar para ellos una canción para levantarse y cantársela todas las mañanas, contarles mientras desayunan los planes del día o las cosas interesantes o divertidas que van a hacer en el colegio, jugar al veo-veo, a palabras encadenadas o a construir palabras con las letras de las matrículas de los coches de camino al colegio.
Tomémonos todos un respiro antes de meternos en la vorágine del día a día del nuevo año académico. ¡Feliz vuelta al cole!