El estrés y su relación directa con la caída del cabello

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La pérdida de pelo más relacionada con la ansiedad o el estrés suele ser el efluvio telógeno o alopecia nerviosa, en la que se altera el ciclo vital de los folículos pilosos, provocando el paso abrupto de la fase anágena a telógena

El estrés y su relación directa con la caída del cabello

Otros factores que propician esta caída son los cambios estacionales, seguir dietas extremas, descuidar la ingesta de hierro o diferentes trastornos hormonales

La alopecia nerviosa no es permanente, de forma que el cabello recuperará sus ciclos normales una vez que disminuyan los episodios de estrés

Tras un año y medio de teletrabajo, la mayoría de las empresas han requerido la vuelta de sus empleados a las oficinas durante este mes de septiembre, ya sea en formato híbrido o presencial. Así, el regreso a la rutina, la falta de tiempo y la adaptación a nuevos horarios de conciliación, pueden llegar a ocasionar episodios de estrés o de ansiedad entre los trabajadores, lo que a su vez puede desembocar en un exceso de pérdida de cabello llamada alopecia nerviosa o agravar una alopecia preexistente, según Hospital Capilar, la mayor corporación del sector capilar.

"Nuestra salud capilar se encuentra íntimamente ligada a nuestro estado de ánimo, por lo que un momento de ansiedad, estrés o depresión puede desencadenar respuestas inflamatorias en el pelo y generar en mayor medida la hormona llamada cortisol, lo que afectará y debilitará al folículo piloso, provocando una caída aguda del cabello que normalmente se evidenciará entre uno y tres meses después de producirse el suceso estresante", explica el director médico de Hospital Capilar, Carlos Gómez.

Este tipo de caída es una de las más comunes, ya que cuatro de cada diez españoles sufren estrés de manera frecuente o continuada, una cifra que ha continuado aumentándose desde el inicio de la pandemia debido a la tensión emocional que padecemos. Aunque todos los tipos de alopecia pueden incrementarse por la influencia del estrés, la caída más relacionada con el mismo suele ser el efluvio telógeno o alopecia nerviosa, que se caracteriza por alterar el ciclo vital de los folículos pilosos, haciendo que estos pasen de una fase en crecimiento a una en reposo y que, por tanto, el pelo se debilite y su pérdida se haga evidente; además de provocar un aumento de la secreción por parte de la glándula sebácea del cuero cabelludo.

"El ciclo de crecimiento del pelo consta de tres partes, la fase anágena, en la que el cabello crece, la fase catágena o de transición y la fase telógena, donde comienza a crearse de nuevo el folículo piloso tras la caída del cabello. Cuando experimentamos un episodio de estrés, se produce un trastorno en estos ciclos, produciéndose una liberación inmediata de la fase anágena, es decir, el paso abrupto y sincrónico de, al menos, un 20% de pelos de fase anágena a telógena", detalla el doctor Carlos Gómez.

A pesar de que el estrés se sitúa como el desencadenante principal de la alopecia nerviosa, haciendo posible que hasta el 70% del pelo se desprenda en grandes cantidades, también existen otros factores que propician esta caída, como los cambios estacionales o climáticos, seguir dietas extremas, descuidar la ingesta de hierro o el inicio de tratamientos como el Minoxidil, así como diferentes trastornos hormonales como las alteraciones tiroideas, la disminución de los niveles de estrógeno después del parto o, incluso, la menopausia o menstruación.

Sin embargo, la alopecia por estrés es temporal y reversible, lo que significa que el pelo recuperará sus ciclos normales cuando cesen los episodios de ansiedad y el cabello comenzará a crecer de nuevo con normalidad. "Al contrario de lo que ocurre en los casos de alopecia areata, la caída de cabello por estrés no supone un daño definitivo en el cuero cabelludo, por lo que se estabilizará la caída cuando el agente causante se resuelva", recalcan desde Hospital Capilar.

Para combatir la pérdida capilar nerviosa que el estrés lleva consigo, los expertos recomiendan llevar una dieta equilibrada, sin carencia de vitaminas ni oligoelementos, dormir al menos siete horas diarias, masajear el cuero cabelludo con el fin de aumentar el flujo sanguíneo de la zona, o practicar deporte con asiduidad para aumentar los niveles de endorfina; así como llevar a cabo técnicas que contribuyan a la relajación o centrarse en hobbies o aficiones que hagan que los síntomas de este problema sean menores.

Por último, en lo que respecta a los tratamientos a seguir para frenar la caída del cabello por estrés, el doctor Gómez señala que "se deben utilizar terapias farmacológicas combinadas con Plasma Rico en Plaquetas para oxigenar el cuero cabelludo, así como suplementos alimenticios para su control, dependiendo de la gravedad de cada caso".


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