Consejos para cuidar las lunas de tu coche frente a las inclemencias del tiempo

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Consejos para cuidar las lunas de tu coche frente a las inclemencias del tiempo

Los cambios bruscos de temperatura pueden afectar las lunas de tu coche. Te contamos por qué sucede y qué hacer para prevenir daños y situaciones imprevistas.

Temperaturas extremas, ese enemigo invisible

Los parabrisas dañados o en malas condiciones pueden acarrear serios problemas a la hora de conducir. Reducen la visibilidad y aumenta el riesgo de accidentes. Por eso, mantener en condiciones las lunas es fundamental.

Sin embargo, hay algunos factores que escapan de nuestras manos, por ejemplo, las temperaturas extremas. Tal como sucede cuando exponemos una fuente de vidrio recién salida del horno a una ráfaga de aire helado, las lunas de los coches se deterioran e incluso pueden llegar a resquebrajarse ante esta exposición, lo que nos obligará a acudir a especialistas para su reparación o sustitución .

Es habitual ir un día caminando tranquilamente por la acera y, al subirte a tu coche, darte cuenta de que algo le ha pasado al parabrisas. No recuerdas ningún impacto y no parece ser obra de vandalismo.

Con temperaturas de frío extremo como las que han azotado este último mes, es normal encender la calefacción al máximo para estar más cómodo en el vehículo. Lo mismo sucede con el calor y el sol radiante de verano. Sin aire acondicionado, no hay quien aguante dentro del coche.

Son estos casos, donde se amplía la diferencia de temperatura entre la cara interna y externa del vidrio, los que a menudo producen fisuras en los cristales.

Consejos para cuidar tus lunas

El primer consejo para preservar las lunas del automóvil es que nunca dirijas el chorro de aire directo al cristal. Esto hace aumentar la amplitud térmica entre el interior y el exterior, generando mayor riesgo de dañar las lunas del vehículo.

Por otro lado, si el coche ha estado expuesto a altas temperaturas durante muchas horas, lo mejor es bajar las ventanillas e, incluso, abrir las puertas y el maletero para que el coche se enfríe antes de arrancar. Deja unos minutos que salga de ahí todo ese aire caliente que se ha ido acumulando, tus lunas lo agradecerán.

En invierno, en cambio, puede ocurrir que dependiendo de la zona donde te encuentres el coche se cubra de hielo, nieve o escarcha. Aunque no suele ser tan habitual, es recomendable ir preparado y rellenar el líquido limpiaparabrisas con un producto descongelante. 

En caso de que te haya pillado desprevenido, siempre puedes rociar con alcohol el parabrisas, ya que tiene una temperatura de congelación muy baja. 

Para evitar que se dañen los cristales, recuerda utilizar una rasqueta de plástico; jamás otro tipo de objeto metálico, ya que esto podría rayarlo y es justo lo que queremos evitar.

Por nada del mundo se te ocurra usar sal gruesa. Habrás visto que la usan en las carreteras y las aceras, pero muy al contrario de lo que se suele pensar, usarla en el cristal puede acabar arañándolo y corroyendo la chapa. 

E igualmente, evita echarle agua caliente al parabrisas: seguiremos provocando el efecto que hay que evitar a toda costa, el contraste de temperatura. Después de todo, se trata de una cuestión de física.

También existen otros tratamientos preventivos que puedes hacer, como sistemas de laminado de lunas para una mayor protección frente al calor extremo.

Este tipo de alternativas permite protegerse de las altas temperaturas causadas por el sol y del impacto de los rayos en el interior del coche. Es también una buena manera de mejorar el rendimiento de los sistemas de climatización y reducir el consumo. El laminado, al fin y al cabo, hace que tu aire acondicionado tenga menos calor contra el que luchar.

Por último y como recomendación general, es importante mantener siempre limpias las lunas del coche. La ciudad, el polen, los insectos, la resina de los árboles y el excremento de los pájaros también afectan a tu visibilidad y,si se acumulan, pueden producir daños en los cristales.

Sin embargo, debes tener cuidado al retirar esa suciedad, ya que si no lo haces bien, rayarás la luna. Comienza siempre con una limpieza superficial para quitar lo más grueso.

Las olas de frío y de calor nos pillan a menudo desprevenidos. Poniendo en práctica estos consejos, evitarás en mayor medida los daños y el desembolso en la reparación o la sustitución de las lunas del coche y mejorarás así la seguridad al volante. 

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