Cristian Breitenstein inicia este estudio de coyuntura sobre los desafíos que se presentan entre los países más poderosos del mundo. No habla de los países emergentes sino de los ya consolidados como principales potencias mundiales y cuyo proceder por acción u omisión puede conmover al planeta, para bien o para mal
La realidad geopolítica de los mismos los lleva a ser considerados protagonistas de esta etapa histórica con perfiles y culturas, orígenes y destinos muy diferentes.
Muchos enfatizan que el conflicto es inherente a la dinámica del poder, y mas aún a nivel internacional (escenario de las verdaderas decisiones que impactan en los temas estructurales), sin embargo, se verá que detrás las polémicas mediáticas cortoplacistas que se olvidan con facilidad, operan vínculos de intereses públicos y privados que hacen del mundo un espacio mucho más interdependiente y sujeto a acuerdos de lo que parece.
Estos países son Estados Unidos, Alemania y China.
Otros países importantes y emergentes asoman por su impronta, pero es aún prematuro establecer si serán protagonistas por sí solos o en espacios regionales o de integración superior. Tal es el caso de India, Rusia, Turquía y Brasil, por un lado, y el sudeste asiático y África por otro. Ellos han intentado a través de asociaciones como el BRICS integrarse y posicionarse en el multilateralismo global de una mejor manera. Pero numerosas inestabilidades internas y externas (tanto políticas como económicas y sociales) han impedido dicho objetivo plenamente.
De aquí que se centre la atención en los que se consideran estos tres principales protagonistas globales.
Estados Unidos por ser la potencia triunfadora luego de la segunda guerra mundial y post guerra fría y caída del muro de Berlín, y por ser actualmente la principal potencia mundial y la mayor potencia militar.
Alemania es conocida como el “motor” de Europa, siendo este el continente que ha logrado la mayor y mejor integración política y económica. Protagonista de los dos guerras mundiales y espectador de jerarquía en la guerra fría, pudo reconstruirse a si misma y es hoy una de las mayores potencias exportadoras del mundo.
Finalmente, China, el gran elefante asiático, mueve sus fichas estratégicamente y todos los estudios y prospectivas de futuro demuestran que su crecimiento la llevará antes de que termine esta década a ser la principal economía del mundo.
Todos ellos tienen un pasado, un presente y un futuro. El pasado de Estados Unidos como potencia moderna y emergente en la post guerra no la ha privado de promover un libre-comercio irrestricto, el derrocamiento o entronación de gobiernos y la gestación de guerras en diversos lugares estratégicos del planeta.
La irrupción de Trump implicó un “período extraordinario” absolutamente disruptivo que se encasilla en el peor de su pasado. Sin embargo, también su pasado está compuesto por extraordinarios ideales, y valores de tolerancia, trabajo, creencias religiosas y luego de la guerra civil un proceso (aun inconcluso lamentablemente) de integración racial y multicultural.
Alemania generó uno de los mayores genocidios del siglo pasado durante la segunda guerra. Desde la guerra austro prusiana que le permitió en 1871 consolidarse como nación (primero imperial) hasta 1945 padeció y generó conflictos y guerras, permaneciendo dividida hasta 1990 y aislada de los organismos internacionales hasta 1974. El “milagro alemán” le permitió una reconstrucción maravillosa consolidando el modelo de “economía social de mercado”, en donde confluyen la responsabilidad individual con el principio de solidaridad, el principio de subsidiariedad y una economía de mercado equilibrada por la intervención del Estado. Su crecimiento y solidez le permitieron hoy en día “liderar” Europa sin “liderarla”.
Finalmente, China posee una historia milenaria con 500 años de absoluto predomino en el mundo para luego ceder la primacía a Occidente e intentar ahora recuperarla. Su cultura, su filosofía (simplificada como Confuciana), su visión de lo colectivo como hábitat del individuo y su visión estratégica en los asuntos nacionales y globales la ubican como la favorita para quedarse con el podio económico. Pero su intolerancia política, sus conflictos del pasado y su modo de resolución, sus problemas de integración étnicos y sociales y su ejercicio neo colonizador en muchas regiones del mundo no le dan mucho sustento a la legitimidad política y ética (al menos como relato) que se requiere para conquistar al mundo.
El presente y el futuro de estos países es lo que se analizará en forma individual en los siguientes capítulos en su blog