Así lo concluye un estudio que publica la revista Stroke (ictus en inglés) que afirma que una de cada cuatro hemorragias cerebrales se confunde con cefaleas benignas, dando lugar a un mal diagnóstico inicial que influye directamente en la evolución del paciente y en sus secuelas, según informan desde Neurolegal
El síntoma más habitual de una hemorragia cerebral bien sea por rotura de un aneurisma o en caso de ictus, es un dolor de cabeza súbito muy fuerte, siguiéndose luego de otras complicaciones, que finalmente se asocian a una elevada mortalidad y gran probabilidad de secuelas graves si no se diagnostica con rapidez. Esta cefalea brusca inicial en ocasiones en malinterpretada y no se le presta la suficiente atención.
La cefalea supone entre el 1 y el 4% de las consultas en servicios de Urgencias y representa uno de los motivos más frecuentes de atención por el neurólogo de guardia que debe plantear si se trata de una cefalea primera o secundaria y la necesidad de solicitar alguna exploración o prueba complementaria.
Una cefalea primaria es aquella en la que no existe una causa estructural o metabólica que la explique, como la migraña o las cefaleas tensionales y por consiguiente es benigna. Por su parte, una cefalea secundaria es aquella en la que el dolor de cabeza no es más que un síntoma de otra patología subyacente como puede ser la hemorragia cerebral.
Afortunadamente la gran mayoría de las cefaleas tendrán un diagnóstico de primarias, pero es fundamental identificar las secundarias que podrían comprometer la vida del paciente si no se tratan de forma correcta, según Pedro Bermejo, especialista en Neurologia.
Según informan desde Neurolegal, el proceso de actuación ante un paciente con cefalea, según las guías consensuadas por médicos de familia y neurólogos, establece que la amnesis es el primer y más importante paso para el diagnóstico, debiéndose indagar por factores que se puedan asociar a hemorragia cerebral como la edad, los antecedentes familiares y los personales, los hábitos tóxicos y el consumo de fármacos, pero además se requieren preguntas específicas sobre el dolor, como las características temporales (tiempo, frecuencia, periodicidad, duración), su descripción (localización, calidad, intensidad) síntomas asociados, factores agravantes, de alivio y desencadenantes.
Estos datos deben quedar reflejados en la historia clínica del paciente para verificar que se ha realizado una exploración conforme a la lex artis.
Se debe tener en cuenta que los datos de alarma que pueden ser indicativos de una cefalea secundaria por hemorragia son, entre otros:
- Cefalea intensa de comienzo súbito de causa no conocida.
- Empeoramiento reciente de una cefalea crónica.
- Cefalea con manifestaciones acompañantes tales como focalidad neurológica, fiebre, náuseas y vómitos inexplicables o trastornos de conducta.
- Cefalea precipitada por un esfuerzo físico, tos o cambio postural.
- Cefalea que no responde a un tratamiento teóricamente correcto.
La Sociedad Española de Neurología (SEN) ha establecido las indicaciones para realizar pruebas diagnósticas de imagen cerebral, como tomografía (TAC) o resonancia magnética (RMN) cuando se dan los datos de alarma referidos anteriormente.
Abelardo Moreno, abogado de la Asociación Neurolegal y especialista en daño cerebral, indica que los errores de diagnóstico inicial de las hemorragias cerebrales y que suponen una ausencia o retraso en la realización de pruebas y tratamientos, constituyen una negligencia médica por mala praxis con derecho del paciente a reclamar por los daños y perjuicios sufridos.
La situación ahora se torna mas difícil por la saturación de los hospitales y del personal, pero, según afirma el letrado, el paciente no tiene el deber de soportar aquellos daños originados por errores de diagnóstico, retrasos burocráticos o por el colapso de la Administración Sanitaria, siendo que tanto los facultativos como los centros de atención médica y hospitalaria cuentan con seguros de responsabilidad civil que cubren estas circunstancias.