Emprender es, desde 2014, un verbo que parece estar de moda en España. Entre 2008 y 2012, durante la crisis económica, se sufrieron drásticos descensos en la tasa de emprendimiento (TEA), que pasó del 7 % al 5,7 % en solo cuatro años, según el último informe del Global Entrepreneurship Monitor (GEM). A partir de 2014, coincidiendo con la época poscrisi, crecieron los emprendedores. Hoy, emprender tiene connotaciones relacionadas con el éxito social y económico, pero lo cierto es que la realidad es bastante más dura de lo que se cree. Se calcula, que solo el 5% de las startups españolas alcanza los 5 años de vida y que un 15% no supera el año, según el Mapa del Emprendimiento 2018, publicado por Spain Startup-South Summit que analiza 1252 startups españolas.
«Después del batacazo del ladrillo hacía falta una nueva narrativa que hiciera perdurar el discurso neoliberal basado en la meritocracia y la autoayuda empresarial, y fue el de la innovación tecnológica», considera Javier López Menacho, autor de Editorial UOC y del libro La farsa de las startups. De ahí que muchos españoles se animaran a emprender. «El autoempleo fue para muchos la única solución para poder incorporarse al mercado laboral ante un entorno de crisis económica, elevadas tasas de paro y muchos problemas para encontrar una ocupación de calidad», afirma Enric Serradell-López, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. Según el barómetro de emprendimiento de diciembre de 2019 del Ministerio de Economía y Empresa, casi un tercio de las iniciativas de emprendimiento entre los españoles tiene la necesidad como motivación para emprender (22,6 %), aunque la mayoría responde a la motivación de aprovechar una oportunidad de negocio detectado (70,7 %).
Para Serradell ha habido una evolución en la mentalidad de los españoles hacia la autoocupación. Desde 2013 hay una tendencia positiva a detectar oportunidades de negocio. Hoy, un 6,4 % de la población adulta española es emprendedora. Esta tendencia se ve reforzada por el hecho de que casi la mitad de la población de entre 18 y 64 años considera que tiene los conocimientos, las habilidades y la experiencia para emprender, y llega al 84 % en todos aquellos que están involucrados en las actividades emprendedoras, según el GEM de 2018-2019. «En general, acuden personas en busca de un pelotazo. Algunos han hecho de esta fórmula su manera de vivir, aunque la vía start-up es bastante precaria, pero si consigues éxito, todo ese esfuerzo ha merecido la pena», advierte Javier López Menacho.
¿Por qué no se habla del emprendimiento que no funciona?
Lo cierto es que la realidad emprendedora no se parece para nada a la historia del asalariado que tiene una idea innovadora y que en poco tiempo logra millones y una vida de lujo, aunque el discurso se mantiene. Según el barómetro de 2019, la vida media de las empresas emergentes es más bien corta: en España ronda los 2,3 años y en Europa, los 2,4 años. Además, la dinámica de creación y destrucción de empresas es de las más altas entre las grandes economías europeas, solo superada por el Reino Unido.
«Silicon Valley ha impactado en la creación de imaginarios sociales de emprendedores de éxito, y también los lobbies y los medios de comunicación afines, la industria de Hollywood… En el mundo de las start-ups se ha creado un sucedáneo de sueño americano», afirma López Menacho. «A la élite económica no le interesa hablar de las empresas que no funcionan replicando este modelo especulativo, pues hablar de crecimiento sostenido y sostenible o trabajo bien remunerado repercute en su beneficio», considera el experto. La bahía de San Francisco se ha convertido en el destino soñado para muchos emprendedores y se considera la mina de las empresas emergentes tecnológicas en todo el mundo. «Todos los países están intentando copiar el modelo de Silicon Valley y es inevitable que se busquen referencias en las empresas que han tenido éxito», explica Serradell. «Atraen talento global, que combinado con una óptima capacidad de inversión hace que los emprendedores tecnológicos se planteen ir o tener algún tipo de presencia», añade el profesor e investigador del grupo GO2SIM de la UOC.
En España, emprender y fracasar es solo fracasar
Copiar a Silicon Valley cuando no se comparte la misma cultura empresarial tiene peligros. «Los aspectos culturales son muy importantes. Una de las principales características de la cultura emprendedora en Estados Unidos es la cultura del reconocimiento al fracaso», explica Serradell. El fracaso es visto como un punto más en el recorrido del emprendedor y se valora positivamente. «En España iniciar y cerrar proyectos fracasados es una señal de debilidad. En cambio, en Estados Unidos demuestra que se tiene un perfil dinámico e innovador que suma positivamente en el currículum», afirma Serradell. En esta línea, López Menacho afirma que «en España se habla de meritocracia empresarial, de éxito y de hubs tecnológicos de referencia...de un mundo idílico, cuando en el mundo de las start-ups los pocos casos de éxito tapan todo lo que hay detrás».
En lo que se refiere a la financiación, en Europa la mayor parte de las empresas emergentes se financia a partir de los ahorros de los fundadores (78 %), amigos y familia (30 %), los ángeles financieros (business angels) (29 %) y capital riesgo (26 %). En el caso de España, la mayor parte de capital riesgo proviene de empresas internacionales (51 %), seguido del capital riesgo nacional (45 %) y de las entidades de capital riesgo públicas (3,5 %). «Hay una evidente necesidad de una posición económica holgada, contactos, formación y suerte, y el gobierno debe apoyar a modelos alternativos y apostar por ellos, y evitar el discurso del pelotazo», afirma López Menacho.
Siete buenos consejos para emprender
Serradell y Menacho ofrecen algunos consejos para emprender.
- Ambos expertos coinciden en formación, formación y formación: «Tener estudios superiores se ha demostrado como un elemento que favorece las iniciativas de éxito», afirma Serradell.
- Capacidad para crear habilidades complementarias del equipo emprendedor. Según Serradell, estos equipos de alto potencial no tienen la necesidad de autoemplearse como una de sus prioridades, sino que se basan en la detección de una oportunidad de negocio adecuada.
- «Generar un tejido de contactos de calidad», resume López Menacho. Serradell, por su parte, sugiere «trabajar la capacidad de integrarse y conectarse con otros emprendedores mediante redes».
- Ambos expertos afirman que se deben entrenar las habilidades financieras o bien buscar apoyo y asesoramiento por parte de personas expertas en la creación de empresas y modelos de negocio.
- Para López Menacho, es importante tener en cuenta la capacidad para internacionalizar una idea de negocio.
- «Hacer un prototipo del producto o servicio antes de lanzarlo al mercado», propone Serradell.
- Finalmente, López Menacho concluye que «es importante saber decir: "Hasta aquí"».