Cuando el mundo político roza estos días de Semana Santa, llegando al Jueves Santo saltan chispas en torno a la Justicia Social, todo un pilar universal de los Derechos Sociales que muchos han olvidado. El respeto a la dignidad de los millones de personas que están atrapados en la pobreza parece haberse deseado olvidar, donde poner el bien común en el centro de la agenda política no le damos la importancia que merece ante una sociedad de espectáculo donde lo que impera y produce riqueza son los diversos individualismos, relativismos y los yoes que tanto anhelamos. Muchas son las teclas que deberíamos tocar y hablar de ellas, pero parece que no es del agrado de muchos. Desempleados de larga duración, familias, niños y migrantes, nuestros mayores, viviendas dignas o el mundo médico ahí están.
Murcia, por donde la mires, es un auténtico vergel donde uno de sus platos fuertes son sus gentes, las cuales dinamizan todo lo que hay a su alrededor y con su poderío de generosidad, son capaces de producir allí donde se cree nace una mala hierba. Años hace que no reciben sonrisas algunas desde los Gobiernos de distinto signo, más años aún desde su Gobierno Regional, los cuales pastorean hacia todos los territorios menos hacia las familias, tema central de cualquier política que se digne. Al final, el vergel que pensamos poseer ha pasado a tonalidades no tan llamativas, sinónimo de escasez, una escasez plagada en falta de saltos de calidad regional y en abundancia cada año que pasa de pobreza severa en nuestra población. Así nos lo viene diciendo Cáritas Regional.
Viendo de cerca los comicios del 28 de Mayo, observamos desde hace dos años como la bolsa de pobreza en la región murciana va a más y con ello va socavando el significado de lo que define a toda decencia humana. Las posibles soluciones a este magno vergel , donde la pobreza de una serie de comarcas va en aumento, es posible que dependa de dos factores: uno de naturaleza moral, relacionado con la solidaridad de su gobierno regional y su apuesta por atajar; otra de naturaleza intelectual, relativa a la idoneidad de las políticas para contribuir al desarrollo. La falta de miradas compasivas en todos sus ámbitos comarcales es clara y se palpa cada vez que pasas por ellas: zona de la cordillera murciana (desde Beniaján a los Ramos), zona del Noroeste (Caravaca de la Cruz, Cehegín, Bullas, Calasparra y Moratalla), Ulea y Ricote no se quedan atrás, Vega Alta del Segura (Cieza, Abarán y Blanca) y todas las pedanías en la región empezando por las de Lorca son ejemplo.
Gobierno Regional y Ayuntamientos no han apostado por la creación de empleo. Buscar bajo las piedras empresas que deseen invertir y levanten la moral e ilusiones a las familias y con ello vendrán, a ser posible, más nacimientos, más riqueza comarcal, menos despoblación y decaimiento y más alegría entre nuestros ciudadanos debería ser objeto preciso. Esto sí es progresismo. Tal vez convendría indagar las razones de tanta desidia, aunque lo suponemos, por las que unas comarcas han crecido o han sobrevivido a la crisis en que estamos y las otras siguen dejando pasar los días. Si a ello sumamos la falta de residencias públicas hacia nuestros mayores, con cerca de tres mil personas en espera, nos hemos de preguntar dónde está la justicia social en esta región murciana.
Esperemos que esta Semana Santa, pórtico del 28 M tras la Semana de Primavera, ablande el corazón a los diversos partidos políticos que rondan en torno a nuestra Costa Cálida y crezcan en sabiduría en torno al bien de nuestros ciudadanos.
Vicesecretaría Regional de Formación, Estudios y Programas.