Muestra su malestar tras ser excluido de la visita realizada por el ministro a Valencia el pasado día 15, en la que se analizó el arranque de la campaña citrícola, los programas operativos en la nueva PAC, el impacto del ‘Green deal’ y la situación generada por plagas importadas como el ‘cotonet de Sudáfrica’
Considera “inconcebible” que el ministro ignore a un colectivo empresarial que es líder mundial y que acapara por sí solo más del 70% del negocio exportador de cítricos
Señala el “importante grado de desconocimiento” del ministro sobre la situación y posibilidades de Intercitrus
El pasado 15 de octubre, el ministro de Agricultura, Luis Planas, visitó Valencia. El miembro del ejecutivo central se reunió con el jefe del Consell, Ximo Puig, más tarde participó en un encuentro con dirigentes de Cooperativas Agrialimentàries, con la Federación de Agroalimentación de la Comunidad Valenciana y con diversas organizaciones agrarias valencianas, no todas, pues tampoco fue invitada la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA). Finalmente, tuvo tiempo también para desplazarse a Museros y visitar la finca experimental que posee Anecoop para testar variedades. La cita sirvió, fundamentalmente, para abordar el arranque de la campaña citrícola, las negociaciones finales de la PAC (la situación en la que quedarán los programas operativos tras la nueva reforma de la PAC, el impacto de la aplicación del ‘Pacto Verde’) y para debatir la situación generada por la entrada de nuevas plagas foráneas. Eran todo cuestiones que afectan sustancialmente al sector citrícola –al primer cultivo, con mucho, de la Comunidad- pero desde el departamento agrario no se consideró oportuno citar al Comité de Gestión de Cítricos (CGC), la patronal nacional que integra al comercio privado con sede en la capital del Turia.
“Es inconcebible que un ministro, servidor público, lo sea únicamente para algunos administrados, que sólo escuche a una parte del sector y que ignore a un colectivo empresarial que genera una facturación de 2.400 millones de euros por campaña, que por sí solo es líder mundial, que acapara uno de cada cinco kilos comercializados en los mercados internacionales, el 70% de las exportaciones en fresco de España y que además explota directamente decenas de miles de hectáreas, una buena parte en la propia Comunitat”, apunta la presidenta del CGC, Inmaculada Sanfeliu.
El CGC, además, lamenta el importante grado de desconocimiento sobre la situación, los avances y las posibilidades reales de Intercitrus, sobre la que el ministro viene insistiendo en que “debe reforzar su papel”, que debe promover, cuanto antes, campañas promocionales para incentivar el consumo de cítricos. “¿Si tanto interés tiene el ministro en reactivar la interprofesional por qué no ha invitado a todas las organizaciones miembro a participar en este encuentro?”, se cuestiona Sanfeliu.
Resulta complicado entender, por otra parte, que el ministro acuda a Valencia para anunciar que, en los nuevos reglamentos de la PAC, los programas operativos para frutas y hortalizas no tendrán techo presupuestario previo y que tampoco cuente con la Asociación de Organizaciones de Productores (OP) integradas en el CGC. Por la superficie citrícola y los efectivos productivos que aglutina y por tener entre sus miembros a algunas de las OP’s de mayor volumen de producción comercializada de España, su opinión debiera de merecer mayor atención al ministro. En idéntico sentido, el CGC hubiera querido haber trasladado a Luis Planas la necesidad “ineludible” de que su departamento refuerce su compromiso financiero para luchar contra las plagas importadas que causan importantes pérdidas a los citricultores, en particular, en los planes de lucha contra patógenos foráneos como el ‘Cotonet de Sudáfrica’. Con mayor sentido crítico si cabe, la patronal nacional del comercio privado aspiraba a trasladar a Planas personalmente la amenaza que supone para el conjunto del sector la política comercial que la UE está manteniendo en el marco de los grandes acuerdos comerciales que ha suscrito en los últimos años. Apertura acelerada del mercado europeo –donde se dirigen el 93% de las exportaciones españolas- que contrasta, sin embargo, con la falta de reciprocidad en las exigencias laborales, sociales y medioambientales a los cítricos importados que van a competir con nuestras producciones en el mercado comunitario y a la hora de negociar las condiciones para poder exportar a países no comunitarios.