Los cultivos de regadío contribuyen a que los estomas de las plantas se mantengan abiertos y capten más CO2 en comparación con los cultivos de secano.
"Captan CO2 de la atmósfera y mitigan su emisión desde el suelo al reducir las labores agrícolas, y ayudando además a evitar el avance de la desertificación de la región, actuando como sumideros de gases de efecto invernadero", apunta Alejandro Pérez Pastor, catedrático del Área de Producción Vegetal de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT).
Para que este efecto beneficioso no se reduzca es muy importante una adecuada planificación que optimice la gestión de los recursos hídricos.
"Una potencial reconversión del regadío a secano podría tener efectos nocivos contra el cambio climático", alerta Natalia Corbalán, directora de Fundación Ingenio.
La agricultura de regadío permite captar una mayor cantidad de CO2 que la de secano por unidad de área foliar, por lo que resulta más eficiente en la lucha contra el cambio climático y en la mitigación del efecto invernadero. Así lo asegura Alejandro Pérez Pastor, catedrático del Área de Producción Vegetal de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT).
Los cultivos de regadío, por su capacidad fotosintética, retiran CO2 de la atmósfera y reducen la emisión desde el suelo, si se riega de forma adecuada, actuando como sumideros de gases de efecto invernadero. La aportación de agua a los cultivos de regadío aumenta la capacidad de fotosíntesis de las plantas. Es entonces cuando éstas absorben dióxido de carbono a través de unas pequeñas aperturas llamadas estomas localizadas en hojas y en frutos, al mismo tiempo que liberan agua en forma de vapor.
"El regadío promueve una mayor densidad de masa foliar y, por lo tanto, favorece la captación y fijación de dióxido de carbono, y al limitarse las labores del suelo, muy comunes en los cultivos de secano, para favorecer el almacenamiento de agua procedente de la lluvia, se limita (reduce) la emisión de CO2 y N2O a la atmósfera que son gases responsables del calentamiento global,", señala este experto. Por el contrario, los cultivos de secano requieren una mayor roturación del suelo para aprovechar el agua de lluvia, y esta labor favorece la liberación de CO2 a la atmósfera.
Importancia del balance de entrada y salida de carbono
Según explica Pérez Pastor, es muy importante tener en cuenta el balance de entrada y salida de carbono en las explotaciones agrícolas. "La entrada es la capacidad de fijación de CO2 por parte del cultivo principal y del secundario, si lo hubiera, para realizar la fotosíntesis, , mientras que la salida consiste en la emisión de carbono y de nitrógeno desde el suelo, que se incrementa con la realización de labores del suelo, muy comunes en los cultivos de secano", afirma el catedrático de la UPCT. Y añade: "Cuánto más se labre el suelo, más pérdida de partículas de suelo se produciría, y más emisión de CO2 y N2O va a producirse".
No obstante, Pérez Pastor recuerda que es necesario hacer un uso eficiente de los recursos hídricos en los cultivos mediante técnicas de riego de precisión. "Si utilizamos demasiada agua, favoreceremos la actividad de las bacterias que descomponen la materia orgánica del suelo, , liberándose más CO2", matiza el experto.
Regadío y cambio climático
Para Fundación Ingenio, que agrupa a más de 10.000 agricultores y 45 empresas del Campo de Cartagena, es importante promover el conocimiento sobre los beneficios de la agricultura en base a criterios científicos y técnicos. Por ello, "una potencial conversión de los cultivos de regadío a secano supondría efectos nocivos contra el cambio climático", alerta Natalia Corbalán, directora de Fundación Ingenio.
"La lucha contra el cambio climático nos concierne a todos, por eso desde el sector queremos promover buenas prácticas y creemos que la conservación de la mayor cantidad de zonas con vegetación contrarresta el efecto invernadero", apunta.
Desde Fundación Ingenio recuerdan que para mitigar los efectos del cambio climático solo hay dos opciones: "reducir las emisiones o aumentar la capacidad de los sumideros de carbono, y estas dos premisas se pueden lograr con la agricultura de regadío", plantea Corbalán.
Planificación y gestión de los recursos hídricos
Para evitar reducir el efecto beneficioso de la captación y fijación de carbono por parte de los cultivos de regadío es fundamental una adecuada planificación hidrológica. "Es necesario optimizar la gestión de todos los recursos hídricos e infraestructuras disponibles con el fin de priorizar el uso en función del menor consumo de energía", sostiene la directora de Fundación Ingenio. Corbalán recuerda que el agua procedente de trasvases y pozos subterráneos requiere un menor consumo de energía que el agua procedente de plantas desalinizadoras.