Durante el invierno, Carlos Alcaraz y su entorno concibieron un riguroso plan de concentración en la Academia Equelite, a las afueras de Villena (Alicante). Dormía en una habitación prefabricada, seguía una dieta estricta y entrenaba duro con la idea de reaparecer en buen estado de forma para la primera gran cita de la temporada, el Open de Australia, que se celebrará en Melbourne a partir del 16 de enero.
Sin embargo, el pasado 6 de enero, en un gesto forzado durante los entrenamientos, se lastimó el músculo semimembranoso de la pierna derecha, cuando, según anunciaba la escueta nota de prensa publicada en todas sus redes sociales, se encontraba en el «mejor momento de la pretemporada». La nueva lesión viene a sumarse al desgarro abdominal sufrido el pasado 4 de noviembre, que había obligado al joven de 19 años a abandonar el duelo de cuartos del Masters 1000 de París-Bercy contra Holger Pune. Desde entonces sólo ha disputado diez partidos, de los que ha perdido cuatro a manos de rivales teóricamente inferiores a él.
«Sólo necesita un poco de paciencia», aseguran desde su entorno. «En este mundo se pasa muy rápido de un extremo a otro». Juan Carlos Ferrero, su entrenador, siempre cauto y comedido ante los medios de comunicación, confía en el poder beatífico del tiempo y el trabajo.
Alcaraz apareció en el circuito ATP como un nuevo planeta en el universo. A los 16 años y 10 meses, en 2020, hizo su debut en el circuito principal ATP en el torneo ATP 500 de Río de Jainero, en el que derrotó a su compatriota Albert Ramos. En ese mismo año también logró su primer título en el nivel Challenger y comenzó a escalar posiciones en el ranking ATP. En 2021, sus hazañas comenzaron a llamar la atención: entre ellas, se clasificó para el cuadro final del Open de Australia con tan sólo 17 años, y ganó su primer partido en un Grand Slam tras vencer a David Goffin, número 14 del mundo en aquel momento.
Ya en 2022, venció en el Masters Mil de Miami, convenció en Madrid y Barcelona y culminó su escalada meteórica en la histórica final de Flushing Meadows contra el noruego Casper Ruud, que le coronaría como el vencedor del US Open y el número 1 del ranking ATP. Sin embargo, a medida que los partidos se sucedían (sumó hasta 70 en 2022) y la atención de los medios se incrementaba, el juego del talento de El Palmar se resintió. Parecía agotado, carente de la potencia y la inspiración que lo habían encumbrado.
Sus dos últimas lesiones han sembrado nuevas dudas acerca de la gestión de su éxito, pero Alcaraz ya ha confirmado que participará en el próximo Open de Argentina a partir del 11 de febrero. Después de todo, tal vez sólo necesita tiempo.
El público y los medios son un rival temible para un deportista joven, sobre todo si ya les ha convencido de que puede llevar a cabo grandes gestas con aparente facilidad. Es el hechizo de un éxito temprano. Muchos deportistas se han inmolado tratando de conservar la impresión de un primer hechizo.
