Cuando presencias el nacimiento de una estrella como Carlos Alcaraz te das cuenta de que estás viviendo algo histórico, una irrupción como pocas ha habido el mundo del tenis. Y no es ninguna exageración, porque la evolución que está demostrando es prácticamente inverosímil.
Hace menos de un año Ruud y Alcaraz disputaron su primer encuentro oficial. Dicha cita fue en el ATP 250 de Marbella, donde el palmareño dejó impresionado al noruego y lo derrotó sin paliativos para de esa forma alcanzar sus primeras semifinales de un torneo atp. En ese entonces el pupilo de Ferrero ocupaba la posición número 133 del ranking. Mañana amanecerá como la undécima mejor raqueta del mundo a tan solo veintinueve puntos de distancia de entrar en el privilegiado top 10. Abrumador.
El nórdico también ha crecido mucho desde esa tarde malagueña, ya que la temporada pasada se hartó de ganar títulos y de conseguir victorias, en especial en la gira de tierra batida. Unos triunfos que le han hecho ascender diecinueve puestos después de exhibir una regularidad apabullante. Además este choque era especial para él: por primera vez en su carrera había logrado acceder a una final de Masters 1000, una situación idéntica a la de Carlos.
Fue precisamente Casper quién comenzó mucho mejor que su oponente. Su saque le funcionaba a las mil maravillas y cada vez que podía aceleraba con su derecha con el objetivo de incomodar al español, que además cometía números errores fruto de los nervios. Este mal inicio se tradujo en que casi sin darse cuenta estuviera 1-4 abajo en el marcador.
La importancia de la mente
Es en ese momento en el que los focos se les apagan a otros tenistas cuando el reciente campeón en Río sale al escenario decidido a cortar los problemas de raíz. Sin malos gestos, sin gritos, sin reproches a su entrenador; él era el responsable del entuerto en el que se había metido y únicamente él tenía la ocasión de escapar de esa situación adversa.
Un primer juego solvente con su saque sería el impulso hacia un break que materializó acto seguido tras aprovechar varios segundos servicios. Era otro partido totalmente nuevo, ahora el escandinavo dudaba y su rival se movía mucho más suelto.
Ruud estaba recordando los fantasmas de Marbella, su lenguaje corporal era muy tenso y se le notaba preocupado ante el despertar del murciano. Todas estas inseguridades se hicieron palpables con cinco iguales, lugar en el que la presión del nacido hace dieciocho años provocó una nueva rotura que sería suficiente para decidir el set.
Las sensaciones eran ya muy distintas y poco o nada tenían que ver con los primeros compases. Esta inercia fue aprovechada brutalmente por Alcaraz, que como una exhalación se posicionó a tres juegos de la victoria. Parecía que no había vuelta de hoja y que el pasado campeón de Buenos Aires estaba más fuera que dentro de la final.
Sin embargo, con todo cuesta arriba el noruego se empezó a soltar, algo que causó cierta inquietud en su contrario. Ya no había dos breaks de diferencia, sino uno, una circunstancia que hubiera alterado a cualquier otro novato. A todos menos a él, claro está; porque merced de una madurez pasmosa finiquitó el triunfo valiéndose de un gran rendimiento al servicio. La lucha y el sacrificio habían merecido la pena, el primer Masters 1000 de su carrera era una realidad.
Alcaraz y unos números que asustan
Con este éxito no solo rompe con la maldición del tenis masculino español en Miami, también se corona como el vencedor más joven de la historia del certamen floridano. Pero quizá el dato más llamativo es que se convierte en el tercer hombre más prematuro en obtener un Masters 1000.
Tras la gloria alcanzada en Umag y en Río de Janeiro, este entorchado supone el tercero desde que debutó en el circuito atp. Asimismo dicha victoria significa un punto de inflexión en su corta trayectoria, ya que es la primera vez que logra un título sobre pista dura.
Y eso no es todo. Si hay algo que ejemplifica el espectacular rendimiento que está ofreciendo en este 2022, es que gracias a la gran cantidad de puntos que ha sumado durante estos tres primeros meses ya se ha colocado como el segundo mejor jugador del año. Rafa Nadal es el único que puede presumir de superar a un Alcaraz que no se quiere despertar del sueño que está viviendo.