Se acaban los calificativos para describir lo que está consiguiendo Carlos Alcaraz. Si bien su excelente rendimiento en la recta final del pasado curso ya presagiaba que estábamos hablando de un jugador con un crecimiento imparable, lo que está demostrando en este 2022 escapa de toda lógica en un adolescente de 18 años.
Ya en Indian Wells avisó de que iba a por todas en esta gira americana. Allí, un tremendo Rafa Nadal le frenó en semifinales en un duelo fratricida que pasará a los anales de la historia del tenis español. Pero en Miami sabía que era su momento. Sin Djokovic ni Nadal, y con unas nuevas generaciones de jugadores ya no tan jóvenes como Zverev o Tsisipas que no terminan de explotar en las grandes citas, ha derribado la puerta sin piedad dejando constancia de que ha llegado para quedarse en la élite del universo de la raqueta.
La severa contienda que disputó el jueves frente a Kecmanovic provocaba que surgieran ciertas dudas sobre su estado tanto físico como mental de cara a competir en unas semifinales de Masters 1000, con todo lo que ello conlleva. Además delante tenía a Hurkacz, defensor del título en la ciudad floridana y que había logrado deshacerse en cuartos de final de Daniil Medveded, primer cabeza de serie del torneo. Sin embargo, una vez más evidenció su increíble madurez y superó al polaco por un doble 7-6 en un choque que se decidió por pequeños detalles.
Desde el inicio pudimos observar que no iba a ser una prueba sencilla. El pasado semifinalista de Wimbledon salió con el claro objetivo de que el español no se sintiera cómodo desde línea de fondo. A partir de esa premisa trataba de acortar los puntos desde la red con la finalidad de no darle ritmo a un Alcaraz que parecía bastante pesado de piernas y algo falto de ideas.
Paciencia de campeón
A pesar de que ambos gozaron de oportunidades de break todo se decidiría en la muerte súbita. Una estratosférica volea colocó a Hubi a dos puntos de llevarse el primer set, situación que él mismo estropeó debido a dos fallos incomprensibles que daban vida al reciente vencedor en Río. Y es justo en ese instante en el que las manos suelen temblar cuando el de El Palmar se sacó de la manga una bola a los pies del número diez del mundo que este no pudo controlar tras intentar una desesperada jugada de saque-red. Solo faltaba un paso más.
Después de otro igualado parcial el tie break volvería a dictar sentencia. Las espadas estaban por todo lo alto: el pupilo de Ferrero sabía que se encontraba muy cerca de conseguir el mejor resultado de su carrera y su rival era consciente de que estaba ante su última oportunidad para agarrarse al partido.
Hay veces en las que no puedes ganar jugando como te gustaría, y tienes que utilizar otras armas como la solidez o mantener la cabeza fría en los puntos importantes, algo que precisamente el más joven de los dos entendió a la perfección. Una derecha y una volea precipitadas por parte del polaco colocaron a Carlos a un suspiro de la victoria, eso sí, tendría que afrontar la bola de final desde el resto. Hurkacz, valiente, trató de intimidarle con una nueva subida a la red después de un magnífico revés, pero como si fuera un déjà vu, el murciano volvió a pillarle merced de una derecha paralela impresionante que puso punto y final a la dura batalla. Lo había hecho, ya nada ni nadie podía despertarle del sueño de Miami.
Alcaraz sigue rompiendo récords
Con esta victoria alcanza la primera final de Masters 1000 en tan solo su séptima participación en este tipo de eventos. Además se convierte en el segundo tenista más joven en alcanzar el último partido del abierto estadounidense (superado únicamente por un tal Rafa Nadal) y en el quinto más prematuro de la historia en acceder a la última ronda en un torneo de dicha categoría.
En el caso de levantar el título rompería con una racha que dura casi una década, ya que desde 2012 ningún español que no se apellide Nadal ha logrado triunfar en un Masters 1000. El último en obtener un éxito de tal envergadura fue David Ferrer en París-Bercy.