“Ya eres campeón del mundo” le anunció el presidente de la RFEA, Raúl Chapado, en el podio del Stark Arena de Belgrado. Ya lo es. El primer español en toda la historia que logra el oro mundial en 800 metros. El segundo en pista cubierta, con independencia de la disciplina, solamente tras el oro de Manolo Martínez en peso, en Birmingham 2003. El segundo murciano, tras el título mundial de Miguel Ángel López Nicolás en 20km. Marcha, en Pekín 2015. Pero nada va a cambiar.
Mariano va a seguir su día a día en el Estadio Mercadillo, va a encontrarse las puertas de Monte Romero cerradas y, más allá de publicar una historia en Instagram, va a perder el tiempo justo en volver a coger el coche y entrenar en Alhama o en cualquier otra instalación donde pueda hacer los deberes que le ordena el maestro Gabi Lorente.
Va a seguir siendo parco en palabras, conciso, directo, sin perder ese punto guasón que desmonta al interlocutor, ya le pregunten por las posibilidades de ser campeón del mundo o de la milla de Fortuna, con todo el respeto al mundo. Va a seguir arrancando la moto en la línea de salida, haciendo caballitos con la bandera de España sobre los hombros, pero especialmente apretando el puño cuando otee un perro suelto por Cuevas de Reyllo. Va a seguir teniendo a buen recaudo sus dos piedras, por si tocara volver a hacerlas sonar continuamente en el bus que lleve a la Selección FAMU al Campeonato de España de Federaciones Autonómicas, para regocijo del resto de miembros de la expedición, especialmente de quienes deseen dormir.
Mariano va a seguir siendo Mariano, y esa esencia es sin duda una de las claves de que, la victoria en la final del 18° Campeonato del Mundo en Pista Cubierta, el triunfo de la humildad, del esfuerzo, de los valores, suponga una alegría para el mundo entero. El atleta del New Balance dominaba la 3ª semifinal el viernes (1:48.32) y llegaba a la lucha por los metales siendo candidato a todo. Ya llegaba a Belgrado como el más rápido del mundo durante la campaña en pista cubierta, merced a esos 1:45.12 que le valían el récord nacional de bajo techo y el World Indoor Tour Gold de Staten Island, en Nueva York.
Se sabía preparado, en condiciones de lograr un objetivo tan ambicioso como simple, de acuerdo a sus palabras. “Tengo que ganar a siete si quiero ser campeón del mundo”, decía al culminar la semifinal. Pero lo mismo habrían de pensar los otros siete. Cada uno de ellos se plantaba en la salida con una estrategia en mente, y en esta ocasión la de Mariano y Gabi pasaba por dejar hacer en los primeros compases.
No sería hasta prácticamente el ecuador de la competición, cuando en apenas segundos pasó de ocupar la cola a situarse en las posiciones de privilegio. Ya en la última vuelta, y asentado en la segunda posición, aguardó hasta la zona de contrameta para meter la directa, rebasar al canadiense Arop y lanzarse a por el trono mundial, con la sola discusión del keniano Noah Kibet. El resto ya forma parte de la historia de nuestro deporte. 1:46.20. Mariano García también ganó a esos siete.
