Hay quien podría pensar que Carlos Alcaraz es un tenista que está demasiado desarrollado a pesar de tener tan solo 18 años. Sin embargo, la jerarquía que está alcanzando en su primer año en el circuito a veces puede convertirse en un arma de doble filo. Eso fue precisamente lo que le ocurrió la pasada noche frente a Hugo Gaston, que llegaba sin nada que perder, y que aupado por un ambiente más propio de Copa Davis, consiguió sacar del partido al español.
Sobre el papel su tenis era bastante superior al del galo, pero no es lo mismo competir sobre terreno neutral, que hacerlo en contra de una grada repleta que en algunos momentos faltó gravemente al respeto del palmareño. Y si sumamos a esto que su condición de niño prodigio le otorgaba un favoritismo manifiesto respecto a un jugador que venía de disputar la previa, ya la situación no era tan fácil de gestionar.
Los nervios se notaron desde el primer instante, ya que no solo Carlos era consciente de lo que se jugaba, también su adversario estaba ante la oportunidad única de batir a una de las sensaciones de la temporada. Además, una hipotética victoria le ayudaría a seguir subiendo posiciones en el ranking con el objetivo de clasificarse para las Next Generation ATP Finals, un torneo que acoge a los ocho mejores sub 21 del año.
Después de tres juegos de tanteo el choque empezó a coger color. La superioridad de Alcaraz desde el fondo de pista motivaba que Gaston tratara de cortar el ritmo a base de dejadas y subidas a la red, pero el recurso se convirtió en obsesión y el murciano logró el primer break gracias a un gran passing shot de revés. A continuación, sus problemas con el servicio fueron explotados por el galo para devolverle la rotura.
Una dejada sin sentido volvió a adelantar al pupilo de Ferrero en el marcador, no obstante, otro break volvió a poner las cosas en su sitio. Los errores en la toma de decisiones y la precipitación de ambos sumergían la contienda en una dinámica que beneficiaba visiblemente a Hugo, que, de alguna forma, siempre acababa enredando los puntos, y por ende lo hacía a su vez con el partido.
Con cuatro iguales llegábamos al momento caliente del set, en el que un mínimo detalle sería decisivo. Dos errores absurdos manifestaban claramente la incomodidad y las dudas del pasado cuartofinalista en Nueva York, que además tampoco estaba rindiendo al saque. Todo ello fue aprovechado por el francés, que llevado en volandas por un público entregado a la causa, supo forzar lo suficiente para provocar el break.
Ya con el viento a favor no titubeó en sentenciar la primera manga para poner aún más presión en un Alcaraz que estaba como un flan en pista. Su bajísimo porcentaje de puntos ganados con primer servicio (39%) y los quince errores no forzados, de los cuales nueve eran con la derecha, revelaban una inconsistencia a la que debía poner fin si quería tener opciones de vencer.
Ante un contexto así, solo la madurez que ha demostrado en los últimos meses servía como esperanza a la que agarrarse.
El buen inicio confirmaba que iba a dar lo mejor de sí mismo para intentar pasar de ronda. La derecha ya le funcionaba y desde el fondo lograba imponerse con claridad. En cambio, ahora era su oponente el que se precipitaba constantemente y el que no veía modo alguno de superar al español, que por fin parecía tener el control.
Esto se tradujo en un 5-0 de parcial que auspiciaba un tenso y definitivo tercer set, pero tanto en el tenis como en la vida todo se puede torcer en cuestión de minutos.
Cuesta abajo y sin frenos
En cualquier otra ocasión el campeón en Umag seguramente hubiera igualado el encuentro valiéndose de su determinación característica, sin embargo pronto se daría cuenta de que el ambiente le estaba superando. El galo consiguió sumar su primer juego, para, acto seguido, romper en blanco el saque de su rival. Algo empezaba a fallar.
La preocupación creció cuando con 5-3 le volvió a romper en blanco después de un desastroso juego del nacido en el Palmar. La alerta roja era máxima; prácticamente todos los puntos caían del lado del francés y la manga se estaba complicando cuando nadie lo esperaba.
Otro juego sencillo colocaba al jugador local muy cerca del empate, resultado que obtendría tras varios errores incomprensibles del número 35 mundial. El murciano era incapaz meter una bola, la presión le estaba haciendo colapsar y no encontraba la respuesta para solucionar la encrucijada a la que se estaba viendo sometido: el público empujaba impetuosamente a un Gaston que no fallaba, y poco a poco el mundo se le estaba viniendo abajo.
Tres juegos consecutivos ganados por el de Toulouse fueron el cierre de la pesadilla para Alcaraz, que se despidió de París de la manera más cruel posible.
Podría haber venganza en Milán
Si hay algo de emocionante en el deporte, es que siempre ofrece la oportunidad de resarcir una derrota o un momento adverso. Y es que Carlos Alcaraz podría volver a verse las caras con el galo en las Next Generation ATP Finals, torneo que empezará el próximo martes y para el que ambos están clasificados.
Precisamente la victoria de ayer de Gaston fue lo que concretó su acceso a este evento, que se celebrará en Milán, y que tiene al murciano como máximo favorito tras las bajas de Jannik Sinner y Félix-Auger Aliassime.