Cuando surge en el mundo del tenis una joven estrella como Carlos Alcaraz normalmente la presión hacia él es asfixiante. Y este es precisamente el caso: comparaciones con Nadal, expectativas altísimas y la sensación de que todo amante del deporte de la raqueta lo está examinando como si fuera el tenista más importante del circuito.
Pero es que el jugador murciano ha venido a demostrar que él puede soportar toda esa presión y más. Porque el deporte, y especialmente el tenis al ser un deporte individual, requiere que los profesionales tengan que lidiar con situaciones en las que las emociones y la madurez mental juegan un papel fundamental. Y en eso Carlos parece que sea un experto con apenas 18 años.
Hoy enfrente tenía a Mateo Berretini, séptimo en la clasificación mundial y que además está siendo uno de los jugadores de la temporada, como demuestra su reciente final en Wimblendon. Pero Alcaraz ya está sobradamente preparado para competir en este tipo de retos.
Si alguien totalmente ajeno a la actualidad tenística encendió la tele durante el primer set, más bien pensó que el top 10 era el español. Porque simplemente en este parcial no hubo rival. Desde el primer juego la gran intensidad del palmareño desde línea de fondo sorprendió al italiano, que prácticamente no daba crédito ante el poderío de su rival.
Los tremendos problemas de Berretini con el saque fueron aprovechados por un Alcaraz que atacaba constantemente el revés con su potente derecha para superar a su oponente. Si sumamos a esto la facilidad con la que sacaba adelante sus servicios y que Mateo no se sentía nada bien en pista, tenemos como resultado un 6-1 que expresa a la perfección lo que fue la primera manga.
El segundo set arrancó con una dinámica similar: Carlos seguía sin sufrir con su servicio, mientras que los segundos saques del romano provocaban que este le presionara cada vez que tenía la oportunidad, y por tanto, que los juegos fueran mucho más disputados.
Y aunque el español gozó de varias bolas de break, algunos errores suyos junto con la reacción de su adversario al saque mantenían la igualdad en el marcador. Esto ocasionaba que el transalpino cogiera cada vez más confianza, algo que se vería reflejado a partir del 3-4.
En este octavo juego el murciano empezó a bajar su porcentaje de segundos y el subcampeón de Wimblendon lo aprovechó para colocarse 0-30 por primera vez en el encuentro. Las sensaciones ya eran otras: Alcaraz estaba empezando a fallar más y Berretini se estaba sintiendo más cómodo tanto al saque como al resto.
Y tras cuatro juegos cómodos para el sacador de turno llegábamos a un decisivo tie-break. Dos errores del español con el drive fueron suficientes para que el italiano lograra anotarse el parcial y empatar la contienda.
Una madurez impropia de su edad
Decíamos antes que la psicología es un aspecto fundamental en el tenis, y es precisamente en este apartado donde Carlos es un jugador diferencial. La crueldad con la que perdió el set le podría haber afectado, pero un gran juego con su servicio mandaba el claro mensaje a Mateo de que tendría que sudar, y mucho, para derrotarle.
Después de unos juegos igualados volvimos a presenciar otro aviso del español. Un remate fallado por el transalpino le otorgó a este una bola de break que pudo materializar tras un enorme rally. Ahora faltaba lo más difícil: cerrar el partido. Y es aquí cuando los nervios y la tensión le jugaron una mala pasada; varios errores y una doble falta del pupilo de Ferrero ponían el cuatro iguales en el marcador.
El ritmo de la contienda era frenético, cada punto era una batalla en la que los dos jugadores desplegaban un tenis que provocaba admiración en el espectador. Y aunque ambos tuvieron cerca alguna opción de romper el saque rival, el choque iba destinado a otra muerte súbita, como finalmente sucedió.
Todo o nada. Ganar el set o irse la casa. La tensión y la emoción estaban a flor de piel. Y aquí fue donde la mentalidad ganadora de Alcaraz volvió a resurgir.
Un error de Berretini con el revés produjo un mini break que Carlos exprimió para ir poco a poco acercándose a la victoria, utilizando su gran derecha como arma. Sin embargo el italiano logró rehacerse y obligó a su oponente a cerrar el encuentro con su saque. Y cuando más lo necesitaba, a lo campeón, un impresionante servicio desbordó al transalpino y selló su pase a las semifinales de Viena. La promesa es cada vez más realidad.
Alcaraz sigue batiendo récords
Con este resultado el murciano accede por primera vez en su carrera a unas semifinales de un ATP 500, y además se convierte en el quinto jugador más joven en alcanzar la penúltima ronda en un torneo de dicha categoría. Luchará por un puesto en la gran final ante el vencedor del partido entre Alexander Zverev y Felix Auger-Aliassime.