En la vida como en el deporte hay veces que parece que está todo controlado, sin embargo, sin saber muy bien cómo, se te escapa ese objetivo de las manos de un momento a otro.

Esto fue lo que le sucedió a Roberto Carballés en la final de la segunda edición del ATP Challenger Costa Cálida Región de Murcia. El español había tenido una semana excesivamente plácida, ya que apenas había cedido trece juegos hasta la final. Una final que se acabó convirtiendo en pesadilla.

Un camino bastante más empinado es el que había tenido que recorrer Tallon Griekspoor para plantarse en el último partido del torneo, algo que, como vamos a ver, fue decisivo para que se llevara el encuentro.

El choque empezó con ambos rivales examinándose, ya que era la primera vez que se veían las caras. El primer punto de inflexión llegó en el cuarto juego del primer set, en el que la solidez del tinerfeño dio sus frutos y consiguió el primer break tras varios fallos de su oponente.

A partir de ahí ambos jugadores fueron sacando adelante sus servicios, hasta que llegamos al noveno juego, en el cual Carballés dio un golpe de autoridad al cerrar en blanco con su saque y apuntarse la primera manga por 6-3.

Griekspoor era capaz de hacer daño al español en ciertos puntos, pero la gran defensa del afincado en Granada, sumado a la precipitación del neerlandés, decantaba la balanza a favor del campeón hace dos años. No obstante, todavía quedaba mucho.

El segundo set no empezó nada bien para el tinerfeño. Varios errores no forzados y algunas dudas al saque provocaron que su adversario pudiera apretar más al resto, y con ello este obtuviera su primer break del encuentro.

En este parcial ambos jugadores se rompieron el servicio en diversas ocasiones. Carballés ya no estaba tan cómodo porque el neerlandés estaba jugando más calmado y no cometía tantos errores, lo que hacía que pudiera incomodar más el saque del español, que además estaba siendo más irregular.

Aunque es cierto que Griekspoor seguía precipitándose en ciertos puntos, esa presión que ejercía sobre el español tuvo su recompensa.

El juego que cambió el partido

Cuando parecía que el tie-break iba a decidir la segunda manga, ocurrió algo totalmente inesperado. El español había encarrilado el duodécimo juego con un 40-0, pero varios puntos muy bien jugados por el de Haarlem mandaron la contienda al tercer set.

Las espadas estaban por todo alto: Carballés había empezado un punto mejor que su rival, pero este se estaba creciendo conforme avanzaba el transcurso del partido.

Un break en el primer juego daba ventaja al canario, sin embargo, poco después el neerlandés igualó el marcador.

Tras dos juegos sencillos al saque para ambos llegábamos al momento caliente de la final. Varios segundos servicios del tinerfeño hicieron que Griekspoor pudiera apretar más al resto con su gran derecha, y de esta forma conseguir un nuevo break. El segundo cabeza de serie tenía medio trofeo en sus manos, solo le faltaba rematarlo.

Un gran passing le otorgó al isleño la última esperanza a la que agarrarse, pero la determinación del neerlandés con su saque fue suficiente para cerrar el partido y convertirse en el nuevo campeón del abierto murciano.

La maldición de las finales

Con esta derrota Carballés se vuelve a quedar a las puertas del título, en esta ocasión en el cuadro individual. Recordemos que el viernes tampoco pudo lograr el trofeo en la modalidad de dobles, esta vez perdiendo ante los italianos Flavio Cobolli y Raul Brancaccio.

Además, es la tercera final consecutiva que pierde el español, ya que también claudicó en el Challenger de Sevilla ante el valenciano Pedro Martínez.