Jueves 28 de diciembre, a partir de las 17. 00, en la galería de la artista Ilia Tufano, Movimiento Abierto, vía Duomo 290/C en Nápoles, se inaugura la exposición “Il segno e la narrazione”.
La exposición se introduce con el texto del artista Mario Lanzione. Permanecerá abierta hasta el 25 de enero de 2024.
Los dos artistas, el español Salvador Torres, y el italiano que vive y trabaja en España Enzo Trepiccione, han intervenido sobre mapas antiguos, trabajando a cuatro manos.
Representar la superficie del planeta en el que vivimos de la manera más objetiva posible, parece ser la tarea de los mapas geográficos, el punto de llegada de un viaje que ha durado milenios. Que luego, la pretendida objetividad encuentre un límite en la curvatura de la tierra, tampoco es una novedad. La representación es convencional: montañas, lagunas, ríos, ciudades están todos en su lugar, todos marcados como esperamos, ninguno presente en sus formas particulares. El tiempo se ha detenido. Las fronteras entre un estado y los demás tienen un papel protagonista: cortan el mundo en muchas partes, con la pretensión de cercas infranqueables; incluso la guerra se representa en estas cartas y parece un juego casi inocente. Pues bien, las intervenciones pictóricas que interrumpen esta supuesta geometría quieren mostrar una espacialidad diferente, la de lo vivo y de lo vivido. Los dos artistas trabajan cada uno con su propio lenguaje. “La de Salvador Torres es una pintura sorprendente porque va más allá de toda certeza. Los cuerpos, que parecen vaciados como maniquíes sin alma, transmiten una espiritualidad que está en el límite entre una realidad perceptible en su iconografía y una verdad oculta de personajes que viven el drama de la existencia humana siempre en equilibrio entre el egoísmo y la necesidad de proponer un mundo mejor. Son obras atemporales: representaciones fantásticas surgidas de la imaginación; un mundo surrealista, no como un sueño que reelabora el propio inconsciente, sino como una visión subjetiva para una narración que escapa a la lógica estereotipada, presumida y habitual de un sistema social que ignora los peligros de su egocentrismo y arrogancia al descuidar las reglas fundamentales necesarias para mantener inalterado el equilibrio natural”. Lúcidamente escribe Mario Lanzione y luego, de nuevo, acerca de Enzo Trepiccione: “Si los sueños y los recuerdos son parte de nuestro subconsciente y de nuestra historia existencial, el de los símbolos es un sistema de comunicación que actúa sobre nuestros conocimientos. Un medio expresivo utilizado para llevarnos de vuelta al origen de contenidos que encierran una cantidad considerable de ideas y valores que ningún lenguaje humano podría aportar a la mente. Un solo símbolo esconde una miríada de significados. Estos son los elementos que encontramos en la pintura de Enzo Trepiccione, en un constante equilibrio entre la realidad y la imaginación. La espontánea operatividad pictórica de Enzo es precisamente esta simetría entre un pensamiento objetivamente existente y una propia subjetividad representada a través de representaciones de figuras estilizadas, reproducidas en “casilleros de la memoria”, de casas, árboles y flores, ejecutadas con una línea de contorno gruesa, fuerte, inmediata y rápida”.
Finalmente, Mario Lanzione concluye señalando que: “… en resumen, el de Torres y Trepiccione, es un diálogo artístico entre signo y narración, pero también un “viaje” dentro y fuera de la historia, dentro y fuera de un recorrido geográfico entre Cartagena, Alicante y Nápoles. Un entendimiento artístico que establece una conexión, una relación recíproca en plena capacidad de interactuar, como en un juego, sobre soportes que indican el tiempo entre el pasado y el presente. Un pasado y un presente que fija el concepto del hombre en constante movimiento, el hombre que, por necesidad o por espíritu de conocimiento, camina por todos los medios posibles para ir más allá de los límites de su pertenencia. Este viaje, tal vez, para Torres representa la partida hacia una tierra amiga trayendo consigo la idea del “regreso” mientras que para Trepiccione es un regreso a su “tierra natal” con la exigencia indispensable de hacer “regreso” a una realidad adquirida, más allá de los límites del territorio de origen. Son obras que inducen a la reflexión y que dan al usuario la oportunidad de sentirse partícipe e implicado. Un proyecto original que avala, sin lugar a dudas, la calidad y la experiencia de Salvador Torres y Enzo Trepiccione”.