Mostramos mensualmente en el Museo Ramón Gaya una obra del pintor desconocida, sin catalogar o nunca expuesta. Seguimos exponiendo esos trabajos ocultos, sumando obras a ese catálogo razonado imprescindible y necesario de Ramón Gaya que el Museo puso en marcha con el inicio de este ciclo y que cada vez, con esfuerzo y dedicación, va sumando más páginas.
Este mes de agosto presentamos 'Sonala y Fattori', un gouache sobre papel de 1993. Se trata de uno de sus inconfundibles homenajes que ya formaban parte de su vida, pues no eran más que los rincones de sus casas (ya sea en Valencia, Madrid o Roma). En los muebles había libros, cerámica popular, copas, flores y frutas las cuales se acompañaban de estampas que reproducían cuadros, esculturas o dibujos por los que el pintor sentía predilección. Todo eso pasa -no sólo a sus pinturas- sino a sus escritos.
Pues una cosa curiosa es que Ramón Gaya suele dejar igual rastro de sus querencias en su pintura que en sus escritos.
Cuando homenajea a -pongamos por caso- Velázquez, Rosales, van Gogh o Picasso encontramos su 'equivalente' en textos dispersos en sus ensayos como 'Velázquez, pájaro solitario', 'El sentimiento de la pintura', 'Diario de un pintor'... Textos únicos y 'milagrosos' (como llegó a definirlos el poeta y amigo Eloy Sánchez Rosillo). Ramón Gaya era 'un pintor que escribe' como se definía a sí mismo.
Pero el caso que nos ocupa con el cuadro INÉDITO de este mes es más inusual. Se trata de un homenaje a 'Solana y Fattori'. Son bien conocidos los textos de Gaya sobre Solana, pero en el caso de Fattori no encontramos rastro alguno, no tiene su 'duplicado' en los ensayos. No deja de ser por ello un vivo homenaje a la vida y el oficio de pintor.
Respecto al cuadro de Solana que aparece en el homenaje de Gaya -'Las coristas'- hay un texto específico:
"Cuando Solana no se mueve de sí mismo, cuando no se empapa de propósitos, cuando se abandona a su mano (tremenda mano de pintor), es cuando surge Pombo, La vitrina, Las coristas. ¡Qué olor tan fuerte a mujeres agrupadas, qué sorprendido o presentido el gesto detrás de cerradura o cortinaje! Todo Degas, al lado de este cuadro sepia y blanco, rozaría el bombón fino, la estampa exquisita. Y es que Solana es un pintor de sabores (su gaseosa de Pombo sabe a vidrio verde), de olores tan intensos que destruye lo que se le acerque".
Esta obra de 1993 se puede ver en la sala Velázquez en la exposición 'Donación Isabel Verdejo'. Se trata de una muestra compuesta por once nuevas obras que enriquecerán notablemente el Museo que la ciudad de Murcia decidió consagrar hace treinta y dos años a su pintor más internacional, primer Premio Velázquez de la historia y alguien que ha llevado a Murcia allá donde el destino le llevó en una larga y complicada vida.