Nivelón cultural murciano

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Nivelón cultural murciano

En pleno año de nuestro insigne Picasso, echamos un vistazo a la memoria histórica de nuestra Región Murciana y nos encontramos con una gran cuna de novelistas, poetas, dramaturgos, pintores, inventores, científicos, músicos, políticos, periodistas y diplomáticos entre otros. No tantos como nos gustaría, pero los suficientes para una comunidad autónoma uniprovincial. Sirva de ejemplo tan insignes figuras como: Carmen Conde y su esposo Andrés Caballero, la actual Dionisia García, Frutos Baeza, Jara Carrillo, Vicente Medina, Avellaneda, Muñoz Barberán, Nicolás de Villacis, Narciso Yepes, Saavedra Fajardo, Ibn Arabí, Isaac Peral, Francisco Salzillo, nuestro actual Pedro Cano y el ilustre periodista del ABC Jaime Campmany. A ellos habría que añadir los finalistas que a lo largo del tiempo han rozado el premio nacional de poesía Adonáis, donde nuestro amigo Luis Escavy se ha llevado el Premio Nacional de Poesía 2022. Todos unos auténticos monstruos del mundo cultural y educativo. Aún así, nos quedan muchos por nombrar.

Y ante tal tesoro cultural, artístico y educativo, con menos posibilidades que hoy, seguimos apareciendo en prensa nacional desde hace unos años que somos la Comunidad Autónoma española que más alumnos repiten, que menos leen y vete tú a saber. También sabemos que sigue habiendo grandes cabezas y alto número de alumnos de Altas Capacidades. Aún así, cuesta mucho entender que, a estas alturas, una región que es un vergel agrícola no sea de una vez por todas un vergel educativo y cultural respecto a la historia de nuestra región. Nos sigue rompiendo el corazón cuando salimos en portada de prensa regional que la red pública educativa sigue perdiendo alumnos en favor de la privada y de la concertada: por algo será. Mientras, que sepamos, las AMPAS de los Centros siguen sin soltar prenda.

Sabemos que las competencias educativas las tiene el Gobierno, pero también opinamos que, el Gobierno Regional alguna culpa debe echarse a sus espaldas. Entendemos que la pobreza severa en nuestra región va a más pero también palpamos cómo no invertimos en lo que de verdad hay que hacer. Un pueblo a falta de cultura y educación, tanto para hijos como a familias es una auténtica bomba de relojería. Podrán decirnos que existen escuelas altamente eficientes en barrios muy pobres que obtienen resultados admirables. Pensamos que la pobreza condiciona, pero no determina. Sabemos que hemos de aprender de las escuelas eficientes sean públicas o concertadas y hacer bien visible el ejemplo del alumno que con su esfuerzo ha mejorado sus resultados, teniendo claro que la cultura del esfuerzo no dice "esfuérzate y lo conseguirás", sino "esfuérzate y lo mejorarás". La pobreza nos pone la vida cuesta arriba, pero nos hace indigentes morales. Los que niegan al pobre toda responsabilidad sobre su capacidad de esfuerzo están haciendo de la moralidad una función de los ingresos, como si el pobre careciese de voluntad y, por lo tanto, fuese amoral.

Una escuela comprometida con la compensación de las dificultades familiares sabe que los mejores profesores suelen ser aquellos que poseen una formación sólida y disfrutan enseñando: analizan con rigor la conveniencia o inconveniencia de que un niño deba dedicar más tiempo para ampliar de manera significativa su vocabulario ante el reto de aprender leyendo. En definitiva, ofrece instrucción excelente, un buen currículo y unos profesores de excelencia.

Observando qué fuimos y qué somos ahora, el principal enemigo de la meritocracia no es la pobreza, sino la pobreza y la mediocridad pedagógica. Escuchar un poema destrozado por lectores vacilantes es más perjudicial que beneficioso, pero escucharlo en la voz de un lector habilidoso con dominio de la prosodia, puede ser una experiencia lingüísticamente enriquecedora pues permite penetrar en un texto complejo acompañado por los ojos de otro.

Si el siglo XXI nos demanda un redescubrimiento de la meritocracia como un ethos, debemos recordar que una meritocracia efectiva exige una buena educación y cultura, por lo cual tenemos que dedicar más recursos a aquellos que corren el riesgo de quedarse atrás, pero también, exigir para su excelencia al profesorado, es decir, que cada uno de ellos invierta en su mejora personal. Mejora personal del profesorado no quiere decir implementar cuantías económicas que también son necesarias, sino exigencia de mejora pedagógica y puesta al día por parte de cada uno de ellos. ¿Por qué entonces, no desgravar fiscalmente el gasto en actividades extraescolares de las familias pobres? ¿ Por qué no avanzar de manera decidida hacia una renta básica universal?

PARTIDO POLÍTICO "VALORES".

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