VIENE DE UN ARTÍCULO PREVIO.
CONCLUSIONES:
Jean-François Champollion fechó el relieve en el periodo grecorromano, pero muchos de sus contemporáneos postularon que databa del Imperio Nuevo.
La fecha aceptada mayoritariamente en la actualidad es hacia el año 50 a. C., pues parece mostrar estrellas y planetas en las posiciones en que se observarían en esa época.
Pero veamos: El que se representen estrellas y planetas que parezcan mostrar las posiciones que ocupaban en esa época no es suficiente para datar tanto el zodiaco como el templo de Hathor, habría pues, que datarlo dentro de su contexto sabiendo lo que ese y muchos otros “templos” dentro del conjunto son en realidad, pues todos ellos pertenecen a un mismo asentamiento de esa civilización venida de lejos, algo que queda meridianamente claro si nos deshacemos de la idea de las distintas dinastías, las cuales no tienen nada que ver con la construcción de esos templos y pirámides, pues la tecnología implicada no pertenece a esos faraones, sino a los verdaderos constructores representados en los muros de esos templos.
Y teniendo en cuenta que jamás se terminaron de construir esos supuestos templos o fueron inutilizados por los creadores y verdaderos constructores al abandonar el planeta, queda claro que jamás existieron las distintas dinastías de faraones.
Pero veamos: Como se ha dicho; el que se representen estrellas y planetas que parezcan mostrar las posiciones que ocupaban en esa época no es suficiente para datar tanto el zodiaco como el templo de Hathor, habría pues que datarlo dentro de su contexto sabiendo lo que es en realidad ese y muchos otros “templos” dentro del conjunto, pues todos ellos pertenecen a un mismo asentamiento de esa civilización venida de lejos, algo que queda meridianamente claro si nos deshacemos de la idea de las distintas dinastías, las cuales no tienen nada que ver con la construcción de esos templos y pirámides, pues la tecnología implicada no pertenece a esos faraones, sino a otros muy anteriores: Los Creadores y verdaderos constructores.
También habría que considerar si en el periodo grecorromano tenían los conocimientos astronómicos y de arquitectura, necesarios para construir “eso”, teniendo en cuenta que con seguridad es mucho más que un simple templo. Y teniendo en cuenta también que esa construcción es con seguridad al menos 8.000 años más antigua. Si tal como dice la egiptología el templo de Hathor está situado en un lugar solitario, rodeado de algunas palmeras sobre la superficie del desierto, y su construcción se podría remontar a la época predinástica, porque algunas inscripciones indican que el edificio original fue construido por los Reyes legendarios, conocidos como “los discípulos de Horus”. No estaríamos hablando de la edad del cobre; sino de una época muy anterior y estaríamos hablando de la edad de piedra.
Un periodo 30.000 años anterior a Menes, el primer faraón de la primera dinastía, (según la egiptología). Porque como sabemos los templos egipcios jamás fueron terminados de construir y además fueron inutilizados por los verdaderos constructores cuando abortaron la construcción de los mismos y se fueron. Por tanto jamás funcionaron como templos ni hubo distintas dinastías de faraones.
Además todos esos supuestos templos se construyeron con esa tecnología de ablandamiento de rocas y generación de formas, que hemos considerado en anteriores capítulos. Y además los verdaderos constructores antes del abandono repentino derrumbaron esas edificaciones y arrojaron sobre ellas una tormenta de rayos. Y la prueba son las marcas que estos rayos han dejado en muros y columnas. Lo que deja claro que aunque estamos viendo piedras, no son simples piedras. Sino que esas piedras tenían un poder tecnológico que los verdaderos constructores les habían dado al tiempo que reblandecidas iban adquiriendo forma. Poder que los verdaderos constructores les arrebataron de una forma eléctrica. No solo en Egipto; sino como sabemos en muchos más sitios.
Luego esos supuestos templos, no son tales sino que a través de estas construcciones los verdaderos constructores se desplazarían de una forma instantánea desde su lugar de origen, situado en cualquiera de las constelaciones zodiacales que nos rodean, o incluso mucho más allá.
Como sabemos la egiptología lo único que ven son: O tumbas o templos, no ven otra cosa. ¿Dónde están las ciudades que generaron esos “templos”? Y me refiero a las ciudades de hace 12.500 años, construidas con materiales y métodos similares, ¡No están por ningún sitio! Solo están los supuestos templos en mitad del desierto a lo largo del rio Nilo.
Pero además ¿Dónde vivían los faraones? Si vivían en los supuestos templos, estos no están acondicionados como vivienda, ya que no tienen dormitorios, ni cocinas, ni grandes salones, ni servicios, ni sala del trono.
Y si no vivían en esos supuestos templos, es de suponer que lo hacían en palacios cercanos que desde luego serían magníficos. Y por supuesto todos los sacerdotes no serían menos que los faraones.
Sin embargo estos no se han encontrado ni se encontraran, ya que esos supuestos templos que ve la egiptología, no son tales pues se construyeron con una tecnología que tal vez esté un millón de años por delante de la nuestra.
De todos estos datos y muchos otros se desprende con toda claridad que la luna es artificial y se puso en la órbita en la que está con la finalidad de estabilizar el eje de giro de la Tierra con respecto al plano de la eclíptica.
Si ahora tenemos en cuenta que el aire que respiramos, el agua de los océanos, ríos y lagos, junto con todas las plantas medicinales y comestibles. Además de todos los animales que conocemos y teniendo en cuenta que nosotros fuimos creados a su misma imagen y semejanza en cuerpo y alma por los verdaderos constructores de todos estos mal llamados templos que están por todo el mundo. Llegamos a la conclusión de que en definitiva la vida fue traída a este planeta por esa civilización tan humana como nosotros.
No solo llegaremos a la conclusión de que la Luna es artificial; sino que la Tierra también es artificial. Y si tenemos en cuenta los datos aportados en los artículos correspondientes a “el origen de la vida” y “¿Por qué se fueron los Dioses?” nos daremos cuenta que no solo la Tierra y la Luna son artificiales; sino que todo el sistema solar lo es.
Y si ahora nos preguntamos una vez más ¿Cómo es posible que en el zodiaco de Dendera estén representadas las constelaciones zodiacales? Y este esté en un templo que fue construido hace 12.500 años por una civilización humana que tenía una tecnología que tal vez esté un millón de años por delante de la nuestra. Nos daremos cuenta que no solo el sistema solar es artificial; sino que todas las constelaciones zodiacales lo son y están habitadas por una civilización tan humana como nosotros.
Y también debemos tener en cuenta que esa civilización es inmortal por tecnología y nosotros pertenecemos a esa civilización. Pero por las razones apuntadas en otros capítulos no tenemos contacto con ella.
Rafael Alfonso Alfaro García.