MIGUEL RÍOS CELEBRA EL 40º ANIVERSARIO DEL ROCK & RÍOS CON UN CONCIERTO ÚNICO EN MADRID
El próximo 12 de marzo de 2022 se celebrará el 40º aniversario del Rock & Ríos que reunirá en el escenario, de nuevo, a la banda original del ´82 para revvir en directo el setllist del concierto que marcó un antes y un después en la historia de la música y en el rock nacional.
Además, a esta celebración se le unirán invitados estelares para ponerle la guinda a un cumpleaños tan especial, llevado a la actualidad a través del tiempo
Cuarenta años, en apariencia, no son nada, pero cuando se celebran ha de hacerse a lo grande, y esta ocasión lo merece, pues han pasado cuatro décadas de los dos conciertos de Rock & Ríos en el Pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid los días 5 y 6 de marzo de 1982. Miguel Ríos entonces hablaba de los viejos rockeros que nunca mueren y hoy, ya con el siglo XXI encima, Ríos es un superviviente que le hablará a los hijos y nietos del rock and roll en un concierto único que tendrá lugar el próximo 12 de marzo de 2022 en el WiZink Center de Madrid.
El cantante granadino recuerda las dos veladas de marzo del 82 repitiendo el setlist original y con prácticamente los mismos compañeros de batalla que estuvieron con él en las noches del Rock & Ríos (Mario Argandoña, batería; Pablo Narea, batería; Tato Gómez, bajo; John Parsons, guitarra; Antonio García de Diego, guitarra y voces; José Nortes, guitarra; Mariano Díaz, teclados; Thijs van Leer, piano y órgano). Además de los músicos que le acompañaron entonces, a esta celebración del cuarenta aniversario se unirán invitados estelares para ponerle la guinda a un cumpleaños tan especial llevado a la actualidad a través del tiempo.
Vuelve renovado el concierto que sorprendió a toda una generación, marcando un antes y un después en la historia de la música rock de nuestro país, con todo un glosario de características especiales: construcción acústica Eastlake, cincuenta y dos canales de entrada de audio, espacio para una batería (si fuera necesario), aire acondicionado, radioteléfono... Y otras particularidades del equipamiento.
Así rezaba en la cartelería del Rock & Ríos: «Un espectáculo de la era del vídeo. La magia del rayo láser. Pantallas gigantes. 200..000 Wats. de luz, 15.000 Wats. de sonido... ¡Participa en la grabación de este concierto!».
Las entradas para tan esperado encuentro en el WiZink Center estarán disponibles el viernes 17 de diciembre a partir de las diez de la mañana en la web oficial de Miguel Ríos (miguel-rios.com), wizinkcenter.es, elcorteingles.es y Tiendas El Corte Inglés.
Como afirma el periodista Charly H. Vázquez en su texto sobre el concierto "se ve que Ríos ha firmado un pacto con el diablo en un cruce de caminos".
SOBRE EL "ROCK&RIOS"
Texto: Carlos H. Vázquez
«El Rock & Ríos es probablemente uno de los pocos discos grabados en directo sin una gira previa de rodaje»
–Miguel Ríos-
¿Qué son cuarenta años? Cuarenta años, en apariencia, no son nada, pero cuando se celebran ha de hacerse a lo grande, y esta ocasión lo merece, pues han pasado cuatro décadas de las dos veladas del Rock & Ríos en el Pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid los días 5 y 6 de marzo de 1982. Miguel Ríos entonces le hablaba de los viejos rockeros que nunca mueren y hoy, ya con el siglo XXI encima, Ríos es un superviviente que le hablará a los hijos y nietos del rock and roll en un concierto conmemorativo en el WiZink Center de Madrid. Pero antes...
6 de marzo de 1982. Atronan el Pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid las «instrucciones a la población civil en caso de alarma nuclear» enumeradas por Jeanette en la canción Instrucciones a la población civil de La huerta atómica (Polydor, 1976): alejarse de cualquier ventana; mantener las manos libres, no coger vasos ni botellas ni cigarrillos...
A eso de las diez de la noche de aquel sábado de primeros de marzo, Miguel Ríos está a punto de saltar –literalmente, aunque ayudado de un trampolín– al escenario del Pabellón. Cerca de siete mil gargantas son el ruido de fondo tras la cortina que separa al escenario del backstage, donde el protagonista se está preparando, vestido con una cazadora negra y morada y unos pantalones a rayas. En la penumbra, solo un foco ilumina su rostro nervioso pero contento.
Jeanette prosigue la lectura: «Inmediatamente después de percibir el brillante flash de la explosión nuclear, siéntense en el suelo y traten de ocultar la cabeza entre las rodillas. Entonces, dense un beso en el culo y díganse adiós». Three.... Two... One... Zero...
Se produce una explosión en el escenario cuando entran las percusiones de Sergio Castillo y Mario Argandoña con la guitarra de John Parsons. El láser dibuja la palabra «Bienvenidos». Miguel aúlla al público. Promete ser histórico.
La década de los sesenta de Mike Ríos quedaba ya lejana. En 1982 se cumplían veinte años de la publicación del siete pulgadas El rey del twist (Philips, 1962), el debut discográfico, pero los ochenta ya eran otra cosa.
Miguel Ríos era aceptado por la comunidad rockera gracias a la trilogía previa a Rock & Ríos (Polydor, 1982): Los viejos rockeros nunca mueren (Polydor, 1979), Rocanrol bumerang (Polydor, 1980) y Extraños en el escaparate (Polydor, 1981). En estos tres álbumes, la electricidad reinaba, entre otras cosas, por las aportaciones de Javier Vargas, Salvador Domínguez y John Parsons.
Por otra parte, publicaciones escritas tales como Popular 1 habían acogido en sus páginas a Miguel desde los setenta, iniciándolo como icono de una generación a través de reportajes, entrevistas y en fotonovelas con Bertha M. Yebra (¿quién recuerda Las hijas de Beethoven, historia perteneciente al número 5, en octubre de 1973?). Mundo Joven, Fonorama, Disco Exprés... Dedicaban portadas a Miguel. De hecho, El Gran Musical presentaba los conciertos del Rock & Ríos, que a su vez eran recomendados por Diario 16, cabecera insigne en la Transición.
La España de finales de los setenta y primeros ochenta era la otra España de la dictadura que en la transición democrática echó a caminar con el pañal medio caído. Los «grises» en las matinales del Price eran un recuerdo en blanco y negro pasando al color, aún atenuado, con las cargas de los «maderos» en los aledaños del Pabellón de la Ciudad Deportiva.
El «rocanrol bumerang» del que hablaba Miguel no era sino la contracultura que va y viene con cada generación, y la de ese tiempo tenía visos de vuelo, ya fuera tanto en lo político como en lo artístico, dando lugar a nuevas bandas de chavales dispuestos a comerse el mundo con una guitarra eléctrica.
Ávido de buenas nuevas, el país vería «por primera vez» el famoso rayo láser en el campo del Moscardó el 7 de julio de 1978, en el festival La noche roja, con Triana, Iceberg, Guadalquivir, Salvador, Tequila y el propio Miguel Ríos, que además se había encargado de organizar la fiesta. Esta obsesión de Miguel por lo que hacía rodar un espectáculo continuó con Rock & Ríos años después, alquilando para la grabación de sendos shows del 5 y 6 de marzo del 82 el mejor estudio móvil de Europa: la Mobil One («The bigger, the better»), que había sido utilizada hasta entonces por Pat Benatar, Yes, Jacques Higelin, Rush o Peter Gabriel.
En realidad, Miguel Ríos ya había lanzado un directo con anterioridad: Conciertos de rock y amor(Hispavox, 1972), grabado en el Monumental Cinema de Madrid los días 27, 28 y 29 de abril de 1972 con dieciséis micrófonos conectados a un «equipo grabador de ocho pistas, por medio de un equipo de control de sonido especialmente construido por Hispavox», como puede leerse en las notas del LP. Pero el firmante del álbum no quedó del todo satisfecho con el resultado, llegando a señalar la carencia de infraestructuras necesarias en España para echarse a la carretera: «Se hacen solo chapuzas».
De vuelta a 1982, a las cuarenta y seis pistas de la Mobil One había que sumarle todo un glosario de características especiales: construcción acústica Eastlake, cincuenta y dos canales de entrada de audio, espacio para una batería (si fuera necesario), aire acondicionado, radioteléfono.... Y otras particularidades del equipamiento. Así rezaba en la cartelería del Rock & Ríos: «Un espectáculo de la era del vídeo. La magia del rayo láser. Pantallas gigantes. 200.000 Wats. de luz, 15.000 Wats. de sonido... ¡Participa en la grabación de este concierto!».
La producción corría por cuenta de Carlos Narea y Tato Gómez, que había trabajado con Miguel en los tres álbumes anteriores a Rock & Ríos ya citados más arriba.
Tras las sesiones de ensayo en los estudios Fonogram en Avenida de América, desde el lunes 22 de febrero hasta el martes 2 de marzo, Miguel y la banda habían preparado las nuevas canciones (Bienvenidos, El blues del autobús, Reina de la noche y Generación límite) para su puesta de largo, adaptando los clásicos del repertorio a las sonoridades del rock urbano y dejando listo un medley que homenajeaba a Moris, Burning, Tequila, Leño y Topo.
Parecía imposible la llegada a tiempo al Pabellón de la Mobil One, retenida en la frontera de Irún. Un sufrido Carlos Pinto (presidente de Polydor) enfiló con el coche dirección a Burgos en busca del camión, con el que en efecto se cruzó a medio camino. Cambio de sentido y de regreso a Madrid. No pudo grabarse completo el espectáculo del día 5, pero sí el siguiente y a merced del azar en una única toma. Pero lo lograron. Vaya que sí. Lo hicieron porque no sabían que era imposible.
A partir del Rock & Ríos, Miguel Ríos fue reconocido como la voz de la veteranía del rock en España, resistiendo aún en la trinchera. Por ello, recuerda las dos veladas de marzo del 82 con un concierto único que se celebrará en el WiZink Center de Madrid el próximo sábado 12 marzo de 2022 repitiendo el setlist original y con prácticamente los mismos compañeros de batalla que estuvieron con él en las noches del Rock & Ríos (Mario Argandoña, batería; Pablo Narea, batería; Tato Gómez, bajo; John Parsons, guitarra; Antonio García de Diego, guitarra y voces; José Nortes, guitarra; Mariano Díaz, teclados; Thijs van Leer, piano y órgano). Además de los músicos que le acompañaron entonces, a esta celebración del cuarenta aniversario se unirán invitados estelares para ponerle la guinda a un cumpleaños tan especial llevado a la actualidad a través del tiempo.