La Virgen de los Reyes ya está, un año más, en el altar del Jubileo de la Santa Iglesia Catedral para el inicio de su novena que comenzó, el jueves 6 de agosto, festividad de la Transfiguración del Señor. Uno de los cultos de mayor afluencia de público de la ciudad, pero que en esta ocasión podrá albergar a 611 personas debido a la crisis sanitaria del Covid-19.
Sí histórico ha sido el altar del primer «besamanos», que fue sustituido por una reverencia de los sevillanos a su patrona sevillana y la Archidiócesis, donde la Virgen ha estado en el perímetro de la capilla Real, hecho que nunca antes ha ocurrido y donde no se conocen documentos que certifiquen que la imagen presidiera alguna vez un acto en la citada ubicación, también lo es la novena. La imagen ha sido colocada en el centro del altar de Laureano de Pina, en la nave del crucero de la catedral de Sevilla por encima de las tallas de San Leandro y San Isidoro.
Así se podrá admirar durante los próximos días, con una disposición no vista antes en este culto en el retablo del Jubileo, aunque sí en otras celebraciones extraordinarias.
Habitualmente la Virgen de los Reyes suele estar sobre su paso de palio de tumbilla, pero esta vez se ha querido mostrar a la patrona de una manera distinta a la tradicional. Estos altares antiguamente se instalaban cuando la novena se celebra en el trascoro o en el altar mayor de la Catedral.
La Virgen luce uno de sus mantos más antiguos, el verde, una pieza donada por la Reina Isabel II. Datada de 1853, de un gran valor artístico, confeccionado por las hermanas Margarita y Rosa Gilart Jiménez, dos mallorquinas encargadas de bordar en la cámara de la Reina. En todo momento, la Reina se encargó del diseño y la supervisión de este manto que representa la sabiduría, la alegría y la entrega. En el año de su estreno, hubo grandes elogios por parte de la prensa y en las actas capitulares se define como «la gran y heroica prenda entregada por la Reina nuestra señora». Incluso piensa que al principio su color sería blanco. Isabel II tenía una gran devoción mariana, otorgando varios mantos. Además de la Virgen de los Reyes, donó piezas imágenes de la advocación del Pilar, la Virgen de la Merced del Monasterio de Alarcón de Madrid, los Desamparados, y un largo etcétera. Está bordado en hilo de oro sobre terciopelo verde, siendo una greca de estilo renacentista.
Además, lleva el pecherín de las amatistas, la corona de la filigrana de oro, de Manuel González Rojas en 1876, antigua de salida, anterior a la coronación de 1904, que es utilizada tanto en los dos besamanos, como en la novena y octava. Completa el ajuar la saya bordada de Elena Caro. Por otra parte, la Virgen está entronizada sobre su sillón de salida. Completa el altar el faldón delantero del paso y una de las peanas de palio.
Como cada año, hay dos novenas: Las de las 8 de la mañana, con el inicio del rezo del Santo Rosario a las 7.30 horas y la vespertina que dará comienzo a las 20 horas. La matinal está oficiada por el Manuel Soria Campos, capellán Real y canónigo de la Santa Iglesia Catedral, y la vespertina predicada por Antonio Jesús Rodríguez Báez, es doctor en Teología Dogmática por la Universidad Gregoriana de Roma. Vicario episcopal de la vicaría sur y párroco de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Osuna.
La Eucaristía de la novena se está celebrando en el Altar del Jubileo catedralicio, que corona la obra pictórica de Alfonso Grosso Sánchez "La Proclamación del Dogma de la Inmaculada", a lo que el pintor dotó de los rasgos, de la virgen de la Macarena, lo más destacado de la obra pictórica es su luminosidad. Oficia todos los días de cultos la Santa Misa el arzobispo de la Archidiócesis de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo Pelegrina y concelebrada por varios sacerdotes de la vicaría general.
La entrada se efectuará en la novena de tarde por la Puerta de Palos y San Miguel desde las 19 horas. Habrá que portar la mascarilla de forma obligatoria y utilizar el gel desinfectante que estará situado en el interior de la Catedral, tanto en la entrada como en la salida.
Fotos Antonio Rendón Domínguez