La Librería La Fabulosa de Madrid contó en diciembre con la presencia de varios niños y niñas que participaron en un taller de lectura de libros ilustrados. Los niños pudieron apadrinar esos libros ilustrados y escribir mensajes de apoyo y acompañamiento a otros niños y niñas de diferentes escuelas en Líbano. "Se trata de una iniciativa que habla del poder de la lectura para conectar realidades", señaló Raquel Martín, Directora de Comunicación y Relaciones Institucionales de Entreculturas, "y de ser consuelo y ser refugio para los niños y niñas refugiados". Como propone Ana Garralón, fundadora y directora de la librería La Fabulosa y Premio Nacional de Fomento de la Lectura, "todos los niños tienen sueños; me gustaría pensar que los niños y niñas sirios van a encontrar un momento de luz, esperanza y alegría con este proyecto".
En enero, los niños y niñas refugiados sirios que estudian en las escuelas del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) apoyados por Entreculturas recibieron los libros y pudieron disfrutar de la lectura en un momento de paz y de refugio. Concretamente, en el colegio público de Bourj Hammoud, 21 estudiantes de 7 a 8 años participaron en la actividad. Contaron con 71 libros apadrinados, cada uno de ellos con mensajes provenientes de los niños y niñas de Madrid a los que pudieron también contestar y sus mensajes llegarán a Madrid de regreso. La magia de la lectura ha permitido sentirse acompañados y acompañadas y poder crear un lugar donde organizar más cuentacuentos para distintos alumnos del centro.
Otros 7 centros, en los que estudian cerca de 3.000 alumnos y alumnas, están a la espera de recibir sus libros ya apadrinados para poder disfrutar también de sus espacios y momentos de paz con actividades de lectura y refugio. Estas escuelas seguirán haciendo talleres de cuentacuentos como metodología de trabajo con los niños y niñas. Miguel Santiuste, responsable de los proyectos de Entreculturas en Líbano apunta "nuestros esfuerzos se centran en generar espacios de protección, aprendizaje y recuperación para la población refugiada más vulnerable. En nuestras escuelas proporcionamos educación de calidad basada en valores, y también apoyo con bienes de primera necesidad, como ropa, comida o transporte. Es muy importante que se sientan acompañados y protegidos, es fundamental que mantengan la dignidad y la esperanza."
300.000 niños y niñas refugiados sin escolarizar
Desde el inicio de la guerra en 2011, aproximadamente un millón y medio de personas sirias han encontrado refugio en Líbano, un pequeño país del tamaño de Asturias. La mitad de estas personas refugiadas son menores. Líbano ha hecho un gran esfuerzo por asegurar la educación de los niños y niñas refugiados, habilitando un turno de tarde específico para ellos, pero sigue habiendo cerca de 300.000 menores sin escolarizar.
Entreculturas trabaja junto a JRS para garantizar que los niños y niñas refugiados puedan ir al colegio y accedan a una educación de calidad a través de la que logren vivir una infancia feliz y construir un futuro digno y esperanzador. Juntas, ofrecen educación formal en colegios propios autorizados por el Gobierno; educación no formal de refuerzo para los niños y niñas matriculados en las escuelas públicas libanesas pero que, por la diferencia de nivel, de idioma o por una cuestión de vulnerabilidad psicosocial tienen importantes riesgos de abandonar la educación; y educación preescolar a niños y niñas de 3 a 5 años para que cuenten con las bases necesarias para integrarse en la educación pública libanesa al terminar.
Una educación que protege
Los espacios educativos de JRS y Entreculturas son también espacios seguros para los niños y niñas: lugares de paz, encuentro y reconciliación en los que reciben atención psicosocial y rehabilitación post traumática, claves para fortalecer su resiliencia y reconstruir sus vidas.
Como explica Nour, refugiada siria de 13 años y alumna de una de las escuelas de JRS: "Aquí soy parte de un grupo y me hace sentir feliz. Además, cuento con Miss Houda (trabajadora social) y Miss Nour (psicóloga), con quienes puedo hablar de todo lo que me preocupa." A los 11 años, Nour dejó de estudiar durante un año para trabajar y ayudar económicamente a su familia, pero ahora ha vuelto a la escuela: "Lo que más echaba de menos era sentirme querida y protegida. Cuando vengo a la escuela ya no me siento sola y eso es lo más importante para mí."