"En una época en la que no podían representarse en un lienzo a personas conocidas desnudas, Boticelli recurrió al mito grecorromano de la diosa del amor para poder reflejar la nívea desnudez de su hija y pintó el espectacular Nacimiento de Venus", sostiene el joven pintor ciezano (agosto de 1979) Ernesto Gil Marín como evidencia de su teoría acerca de que los artistas son quizás los que pueden sentirse más libres que otras personas, precisamente por la capacidad que poseen a la hora de idear argucias para escabullirse de la represión de los periodos tiranos.
La Galería Efe Serrano de Cieza inauguró el pasado viernes la exposición titulada 'Figuración o no' del pintor ciezano Ernesto Gil Marín. La muestra permanecerá abierta en esta sala de exposiciones de la calle San Sebastián hasta el próximo 28 de noviembre. Al acto asistió la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Cieza, María Ramos Batres, quien destacó del pintor su juventud y calidad artística, exponiéndolo como un buen ejemplo del "excelente fruto que en el futuro ofrecen muchas personas que han dado sus primeros pasos artísticos en la Academia Municipal de Arte".
Desde que comenzó a asistir a clases de pintura en la Universidad Popular de Cieza a los 12 años, pasando posteriormente por la escuela de Artes y Oficios de Murcia, la Facultad de Bellas Artes de Cuenca, donde concluye su carrera, hasta sus estancias como becario en la Facultad de Bellas Artes de Lisboa y colaborador en el Departamento de Diseño de la Universidad Tecnológica de Panamá City, al otro lado del Atlántico, Gil, que es como rubrica sus obras, ha considerado siempre que para pintar no es necesaria formación académica.
No está seguro de si lo que hace es arte, atesorando sólo la certeza de que el producto final de sus fabulaciones de trazos y colores es algo que sale de sus manos, su trabajo de obrero u operario de la pintura, es su labor, "el lenguaje o la herramienta que maneja para expresar una idea".
Está convencido de que su vocación es producto del destino y de que, con un mero garabato, se puede establecer una obra maestra, aunque, eso sí, "con la necesidad de un recorrido previo".
Ha expuesto en varias ocasiones, individual y colectivamente, en Barcelona, Cuenca y Cieza, ha explorado a través de cursos la escultura, la fotografía, el vídeo y ha ejercido la docencia en Castilla-La Mancha y su ciudad natal. A pesar de esta última faceta, se rebela contra los preceptos académicos y las cátedras sentadas por profesores y teóricos inamovibles sobre lo políticamente correcto a la hora de las técnicas y modos de pintar.
"Quiero descubrir el error en la pintura, porque también existe, busco el error para romper con las normas de lo que se ha encasillado como lo válido en el arte", afirma el artista, mostrándose como un particular discípulo de Karl Popper al trasvasar, de una manera sui géneris, a la pintura la filosofía del vienés respecto a su teoría del ensayo y el error en la ciencia y en la política cuando construye que "conocer es elaborar hipótesis e intentar falsarlas; ninguna autoridad es aceptable en esta labor crítica. Al no existir certeza posible sobre la verdad (salvo en las tautologías), el método crítico pasa a ser el pilar de la investigación científica. Sólo detectando y eliminando el error podemos ir avanzando -sin dogmatismos- en la búsqueda de la verdad".
Gil busca el error, lo encuentra y lo plasma en sus cuadros para, posteriormente, eliminarlo, no de sus lienzos, sino de su alma y así quedar exonerado del mismo.
Este ciezano que asocia al impresionista Edgar Degas con "una fiesta larga", huye de enquistarse en estilos y técnicas para poder probar un poco de todo con espontaneidad, aunque, tal vez, recalando en un cierto expresionismo abstracto donde existe la convicción de que "pintar es sugerir para que el contemplador complete lo incompleto" y donde, en última instancia, reside la idea de que "el arte es un arma para combatir la imperfección del mundo y las injusticias de los hombres".
