Cuarenta y siete años, y unos cientos más en términos de simpatía. Espontánea y directa. Abierta con los brazos de par en par y regalando sonrisas a quienes pasan junto a ella, aunque lo hagan por la otra acera. Así, y algo más, es quien va a pregonar las fiestas populares de Ceutí 2011.

Su madre de Ceutí y su padre de Lorquí, ¡qué casualidad! Y es que ese puente entre ambas poblaciones siempre ha dado mucho de sí, antes con agua, y ahora con menos, pero siempre con mucha caña, que es lo que mueve los sentimientos.

"La unión de los pueblos es nuestro orgullo", reza el monolito a pie de ese puente. Y es que ha dado tanto de sí, y lo sigue dando, que hay casi tantos novios y matrimonios Ceutí-Lorquí, y Lorquí-Ceutí como uniones endógenas. Aunque la ahora pregonera vino a casarse con un señor de Molina.

Pero Conchí se lo tomó por la tremenda y antes de saber andar ya estaba por Ceutí, jugando a la rayuela y haciendo de todo en y para Ceutí, teatro incluido, además de estudiar para ser funcionaria (y lo consiguió en la Comunidad Autónoma), para volver todas las tardes al pueblo y dormir la siesta para coger fuerzas con las que trotar por sus calles. Ahora está prejubiladada. Mejor que mejor.

Dice que su elección como pregonera le da algo de miedo (ya lo veremos), pero que, por encima de todo, se siente orgullosa de que su pueblo la quiera sobre el escenario para contarles su vida, su amor por Ceutí, sus recuerdos, incluidos los que mantiene de familiares y amigos entrañables que ya se fueron, y, sobre todo, "agradecer públicamente que soy lo que ha querido mi pueblo".

"Si mi pueblo me dice ven, lo dejo todo", canta Conchi, quien, "bromas aparte, lo llevo en mi alma", subraya.

La vemos y oímos el próximo sábado, a las 10 de la noche, con todas las estrellas de Ceutí sobre su cabeza en el parque de Juan Carlos I.