Una de las artistas femeninas más emblemáticas del indie estadounidense llegará el sábado 15 de noviembre al Cartagena Jazz Festival. Chan Marshall, la cantautora que se esconde bajo el sello de Cat Power, serla protagonista de la jornada de mañana que también contará con Hannah Williams. Todo en el Nuevo Teatro Circo a partir de las 21:30 horas. Aún quedan entradas.
Finalmente Cat Power puede afrontar la gira de presentación de Sun, el disco de nombre luminoso que editen 2012. Aunque escondió sus partes oscuras... Precisamente, el día antes de su publicación, ella se encontraba en la cama de un hospital con un angioedema (una crisis nerviosa producida por el stress y que pudo resultar fatal) hasta el punto que los médicos pensaron en inducirla en un coma para salvar su vida. Algo similar le ocurrió en 2006, antes de empezar la gira de presentación de The Greatest, que tuvo que aplazar para tratarse en un centro especializado.
Nunca han sido fáciles las cosas para Charlyn Marie Chan Marshall (su nombre real), sus padres se divorciaron cuando era muy pequeña, y estuvo muchos años yendo de una ciudad a otra, sin un hogar estable. Además, la muerte ha estado presente en su entorno. Un novio que tuvo antes de alcanzar el éxito murió en trágicas circunstancias, y perdió amigos cercanos por el Sida.
Los problemas con el alcohol y las drogas, tampoco han pasado de largo en su vida. Y a pesar de todo ello, ha conseguido desarrollar una carrera musical exitosa. Rodeada de músicos de contrastada solvencia, miembros de Sonic Youth, Dirty Three o Jon Spencer Blues Explosion, entre otros, han colaborado en algunos de sus discos.
Su primer álbum, Dear Sir vio la luz en 1995 y contó con el soporte de Steve Shelley, batería de Sonic Youth, y Tim Foljahn, de Two Dollar Guitar, quienes también le animaron a grabar su segundo trabajo. En 2003 llegó You Are Free una de las obras más reconocidas de la discografía de Cat Power en que experimentó con diferentes formas vocales y beats extraños de los sonidos más urbanos. Además, Eddie Vedder (Pearl Jam) se encargó de los coros y Dave Grohl (Nirvana, Foo Fighters) de la batería.
El espaldarazo a nivel mundial llegaría en 2006 con The Greatest, otra joya de su discografía, con canciones como There Is My Love o la que le da el título, tema estrella del film My Blueberry Nights, de Wong Kar-Wai. Sun, su último trabajo y el noveno de su carrera, llegó en 2012 tras seis años sin publicar material original. Creado y producido íntegramente por la artista, es probablemente el álbum más personal de Cat Power hasta la fecha. Marshall lo bautizó como un renacimiento, y es que se trata de un trabajo confidente, ambicioso y carismático con una variedad estilística arrolladora.
Hannah Williams, proveniente de Londres pero entregada en cuerpo y alma a los sonidos bailables y emotivos del soul de toda la vida. Puestos a buscar nuevos productos, algunos ya la comparan con solo un disco a Amy Winehouse y la crónica especializada han alabado sus canciones. Lo suyo es soul, no hace falta escarbar más, su música es una pieza soberana de soul clásico.
El soul tiene en Londres en estos momentos a grandes de sus representantes y es que si Amy Winehouse comenzó dando a conocer a muchos ese sonido añejo y presentando a muchos nuevos oyentes a Aretha Franklin o The Supremes, si Adele continuó el camino, Hannah Williams no nos da respiro.
The Tastemakers son como sus Dap-Kings, seis músicos, más otros catorce que hay adicionales en su disco de debut, y cuatro coristas que van por su lado para arroparla. Ese es el colchón sobre el que su música descansa y el sitio en el que levita, el que puebla las canciones de un disco estratosférico titulado A Hill Of Feathers en la prensa europea se ha desatado euforia, aún contenida, pero euforia al fin y al cabo: Provoca el mismo sentimiento que cuando escuchas por primera vez a Etta James Imponente; en el mismo paquete que Amy y Adele magnético, electrizante, hermoso. Y Sharon Jones, que utilizó un término muy descriptivo para su sonido: bendito. Incluso del otro lado del Atlántico llegaban buenas palabras, tales como que era el mejor disco de soul que se podía escuchar, una bomba ardiente de funk verdadero. Y viniendo de allí eso es mucho decir, son palabras mayores. Un lujo.