La gran sorpresa teatral del año La función por hacer, en Cartagena

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La adaptación de Seis personajes en busca de autor, mañana en el Nuevo Teatro Circo

La gran sorpresa teatral del año La función por hacer, en Cartagena

Con sólo 25.000 euros para prepararla y un caballete por decorado, La función por hacer se estrenó en el Lara este invierno maliciando que poner a seis actores en busca de autor 'a lo Pirandello' tendría un futuro 'incierto' pero ha tenido tal éxito que siguió representándose en El Español y ha salido ahora por una gira por toda España. Gira que hace una parada mañana miércoles 1 de diciembre en el Nuevo Teatro Circo de Cartagena, a las 21:30 horas, dentro de la programación de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cartagena. Las entradas cuestan 18 y 15 Euros.

La función por hacer es un 'hallazgo' de Kamikaze Producciones, es decir 'los suicidas' Miguel del Arco y Aitor Tejada, que encontraron en Seis personajes en busca de un autor, de Luigi Pirandello, el argumento en el que inspirarse 'liberrimamente' y en Israel Elejalde, Bárbara Lennie, Miriam Montilla, Manuela Paso, Raúl Prieto y Cristóbal Suárez la pasión para interpretarla.

Se juntaron cinco intensas semanas durante cuatro horas al día, es decir, la mitad de los ensayos habituales, pero todo lo que les permitía su apretada agenda de trabajo, e hicieron tres representaciones a las que invitaron a la profesión. Se arriesgaron y han triunfado. En uno de aquellos ensayos con público, Ayanta Barilli, actriz y directora del Lara, les ofreció la posibilidad de representarla viernes, sábado y domingo a las doce de la noche en su hall y ellos encantados, con la idea de que, si, como la cosa barruntab', no iba nadie a verles, se irían 'de cañas'.

Estrenaron y, poco después, gracias fundamentalmente al 'boca oreja', el lleno era total noche tras noche. Tanto éxito que de allí pasaron al Villarroel de Barcelona, luego por El Español, hasta el 16 de mayo, y luego están yendo de gira, hasta enero de 2011.

La obra es una adaptación libérrima del texto de Pirandello, pero protagonizada por una compañía del siglo XXI en un teatro del siglo XXI que es interrumpida por cuatro personajes escritos por un autor que no ha sabido desarrollar su historia y ellos, sentados entre el público, reclaman su lugar. Sigue habiendo sexo, familia y truculencia pero en una familia del siglo XXI. Todo lo que cuenta Pirandello, su gran mensaje, está intacto y se rompe la cuarta pared pero hay partes totalmente nuevas.

El propósito de Miguel de Arco era que el público se sintiera concernido y despertar esa incomodidad que hace que acabe metiéndose en la historia. Nunca saben cuál va a ser la reacción del público y puede suceder que un día no paren de reirse, como si fuera un sainete, y otro de llorar, como en un velatorio, pero no se trata de un espectáculo de La Cubana, es decir, no hacen participar a los espectadores, sino que buscan su implicación emocional.

Aquí son cuatro los seres de ficción corporeizados que irrumpen no en un ensayo sino en la representación de una pieza que enfrenta a un pintor y a su novia; cuatro criaturas con las pasiones a punto de ebullición: dos hermanos con sus respectivas parejas; el mayor mantuvo una relación con la mujer del pequeño, reciente madre de un niño que la esposa del primero aprieta entre sus brazos, pues el suyo murió. Cada cual enarbola el filo de sus pulsiones como arma y/o como escudo. El mayor sufre al revisitar obligadamente su drama, su mujer es un fantasma de maternidad desgarrada, el hermano menor parece un emblema de la fuga y de la ira, y la joven pareja de este ansía repetir la mezcla de placer y dolor que es su parte de la historia. Los dos actores de la obra interrumpida reaccionan ofendidos primero e interesados, subyugados, horrorizados después.

Del Arco y Tejada han elaborado una magistral reinterpretación y puesta al día de un texto clave del teatro universal: conservan y revitalizan la columna vertebral de la función, han podado algunos excesos retóricos, perfilado el meollo fundamental, rebozado en humor parte de la metateatralidad y dejado limpio de redundancias ese sutil juego conceptal entre lo verdadero, lo real y lo representado.

Miguel del Arco imprime a la representación un ritmo eléctrico y los seis actores le responden como instrumentos ferozmente afinados. Israel Elejalde mantiene en vilo la contención dolorosa del hermano mayor, Manuela Paso resume su tragedia de madre en un grito estremecedor y en sus lágrimas de mujer aterida por el espanto, Raúl Prieto interpreta al hermano pequeño con el peligro cosido en los ojos y la furia bailando en cada gesto, Bárbara Lennie trenza naturalidad y verdad al exhibir una voracidad sensual sin pudor ni remordimientos, Cristóbal Suárez sabe mirar a esos personajes que han hecho trizas su función con afectada pertulancia y también con fascinación por el material bullente que tiene ante sí, y Miriam Montilla sirve con vigorosa ironía a la actriz iracunda y mordaz que retrata los tics de su profesión.

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