Lucinda Williams, diva del country alternativo, para en La Mar de Músicas en la gira que la trae a España por vez primera

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Los Rolling Stones norteafricanos, los míticos Nass El Ghiwane, mañana a las 20:00 h.

Lucinda Williams, diva del country alternativo, para en La Mar de Músicas en la gira que la trae a España por vez primera

Lucinda Williams, una de las artistas más veneradas de la escena folk-rock, la diva del country alternativo, la reina del rock de raíces, por fin en España. Nunca antes había pisado los escenarios de nuestro país y cuando sus fans se enteraron de que la Bob Dylan hecha mujer pasaba por nuestro país la emoción los embargaba. Pasa por La Mar de Músicas en su segunda cita en España, siendo éste, su primer festival. La actuación será mañana jueves 16 de julio a las 23:00 horas en el Parque de Artillería. Antes, a las 20:00 horas será el turno de que los Rolling Stones norteafricanos, los míticos Nass El Ghiwane lleguen a la plaza del Ayuntamiento.

Lucinda Williams es un referente musical para muchos. Paradojas del negocio: en 1984, al llegar por primera vez a Los Angeles procedente de Nashville, se encontró con que, mientras la discográfica CBS en Nashville la consideraba demasiado rock para el country, CBS L.A. la veía demasiado country para el rock. Lucinda es hija de Miller Williams, el poeta que leyó uno de sus poemas en la segunda toma de posesión de Bill Clinton. No ha vivido más de dos años en la misma casa. Y, aunque lleva tiempo en el sur de California, en los últimos tres se ha mudado ya tres veces. Nació en 1953 en Luisiana, y, cómo no, ha vivido en Nashville, Tennessee, pero también en Arkansas –su padre era profesor de escritura creativa en la universidad- y en Texas. Tenía 14 años cuando vio actuar a Peter, Paul & Mary. La dejaron sin habla. Recuerda que antes de eso quería ser como Joan Baez y que, más tarde, quiso escribir como Dylan. En el 2002, la revista Time dijo que era la mejor autora de canciones de Estados Unidos. Canciones que han grabado gente como Emmylou Harris (‘Sweet old world’), Tom Petty (‘Changed the locks’) o Mary Chapin Carpenter (‘Passionate Kisses’, con la que Lucinda Williams obtuvo el Grammy a la mejor canción de country en 1994).

Se considera una feminista muy interesada en las relaciones de pareja. Y cree que va a seguir escribiendo sobre ello hasta que se muera. Con temas como ‘Changed the locks’ -de su disco ‘Lucinda Williams’ (1988)-, que trata de la ruptura de una relación, se empezó a ganar el aprecio de la crítica. En 1978 grabó en Jackson, Misisipi, su primer disco, ‘Ramblin'’, para Smithsonian/Folkways Records: una colección de versiones de temas de country y blues. En 1980 publicó ‘Happy Woman Blues’, ya con composiciones propias. ‘Car Wheels on a Gravel Road’ (1998) -premiado con el Grammy al mejor disco de folk contemporáneo- le abrió las puertas del éxito. Una de las canciones de ese disco, ‘Still I Long for Your Kiss", se incluyó en la banda sonora de la película de Robert Redford ‘El hombre que susurraba a los caballos’. En ‘Essence’ (2001) se encuentra ‘Get Right With God’, canción que le proporcionó su tercer Grammy, por la mejor interpretación femenina de rock. ‘West’ (2007), coproducido con Hal Willner, y dedicado a su madre, que acababa de fallecer, viene marcado por una tormentosa ruptura sentimental. Y su último disco, ‘Little Honey’ (2008), contiene un dúo con Elvis Costello, una canción sobre el desperdicio que suponen las estrellas de la música en la prensa del corazón -¿léase Amy Winehouse y Pete Doherty?- y un tema de AC/DC. Sorpresa: asegura que estos últimos años sus discos favoritos están en la onda de Thievery Corporation y Gotan Project.

Lucinda Williams ha colaborado en discos de Willie Nelson, Graham Parker, Tony Joe White, Nanci Griffith, Steve Earle, Ramblin' Jack Elliott... Y participó en homenajes colectivos: en 1994 ‘Tulare Dust: A Songwriter's Tribute to Merle Haggard’; en 1998 ‘Wolf Tracks: A Tribute to Howlin' Wolf’; en 1999 ‘Return of the Grievous Angel: A Tribute to Gram Parsons’ –canta a dúo con David Crosby la canción que le da título-; en 2001 ‘Avalon Blues: A Tribute to the Music of Mississippi John Hurt’. Su guitarra preferida es una Martin D-28. La tiene desde el año 1979 y afirma que, desde entonces, ha escrito con ella todas sus canciones. No la saca al escenario. Antes se servía un buen trago antes de salir a cantar, pero hace tiempo que prefiere el té de hierbas. Tiene talento y carisma: una perfeccionista que sabe muy bien –en asuntos musicales, al menos- lo que quiere.

NASS EL GHIWANE

Se dice que Martin Scorsese –utilizó una de sus canciones en ‘La última tentación de Cristo’- los describió como unos Rolling Stones norteafricanos. Desde luego son casi tan longevos como el grupo de Jagger y Richards. Y su impacto fue tan notable en todo el norte de África que se convirtieron en una de las principales referencias para los jóvenes (‘cheb’) músicos del rai argelino. Su nombre viene de los miembros de una antigua secta sufí: los ‘ghiwanes’, conocidos por su probidad, llevaban su sabiduría de aldea en aldea con cantos y poemas. La música hipnótica de Nass El Ghiwane –etiquetada como ‘chaabi’- suponía una ruptura con la tradición ya que se alimentaba de distintas fuentes –incluida la poesía del ‘malhun’- y empleaba instrumentos como el banjo. Con canciones como 'Alrada Alrada', ‘Alkassam’, ‘Palestine’, ‘El Maana’, 'Essiniya’ o ‘Ouach Hna Houma Hna’ –hasta Khaled y Rachid Taha grabaron alguna- que, según Juan Goytisolo, “expresan la incertidumbre y angustia ante una situación histórico-social deteriorada e injusta, la soledad del hombre condenado a errar en un mundo corrompido y sin horizontes”.

Nass El Ghiwane nació en un país autocrático en el que un simple comentario podía llevar directamente a su autor a la comisaría. Con palabras poéticas Nass El Ghiwane reflejaba el malestar de la juventud marroquí y la oprimida clase baja. El grupo se juntó a principios de los setenta en uno de los barrios pobres de Casablanca. Eran cuatro amigos del vecindario, que acompañaban a un grupo de teatro: Laarbi Batma, Omar Sayed, Boujemaa Hagour y Alal Yaala, a los que se sumó Abdelaziz Tahiri -que volvería a su Marraquech natal para fundar el grupo Jil Jilala, siendo sustituido por Abderrahmane Paco-.

En la portada de su disco ‘Nass El Ghiwane’, los cinco salían con el pelo largo y vestimenta rockera. Hoy, Omar Sayed (voz y bendir) -el único que queda de la formación original- es su líder, y con él están Allal Yaala (voz y banjo), Rachid Batma (voz y percusión) y Hamid Batma (voz y guembri). Dos de sus fundadores ya no están entre nosotros: Boujemaa, fallecido en octubre de 1974, y Laarbi, que se fue en 1998 con sólo cincuenta años y fue siempre el favorito del público. Su hermano Rachid cuenta que aún hoy recibe condolencias por la muerte de Laarbi Batma. “Lo que me había llamado la atención de ese hombre es que era la misma persona en su barrio de Hay Mohammadi que en el Club Mediterranée de Agadir o en el festival de Cannes, donde presentamos la película ‘Al Hal’ (‘Trance’)”, ha contado Ahmed El Maânouni, que dirigió en 1981 el documental sobre Nass El Ghiwane. Más reciente, del año 2006, es el libro de Abdelhai Sadiq ‘Nass El Ghiwane. Protest song marocaine’. Y hay una autobiogafía de Laarbi Batma, publicada en árabe, en dos partes: ‘Arrahil’ (‘El viaje’) y ‘Al-Alam’ (‘El sufrimiento’). Cuarenta años más tarde, y a pesar de todos los pesares, Nass El Ghiwane mantiene encendida la llama de la justicia y la libertad.

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