Respeto para esos hombres que se enfrentaron a la sexta y última novillada, porque fue un auténtico corridón de toros y de los grandes. Su volumen y ofensivas defensas no hicieron más que añadir importancia a la calidad de las embestidas de algunos de los pupilos de El Cubo.
Ignacio González estoqueó tres ejemplares y paseó una oreja de cada uno de ellos. El público se volvió a entregar ante la entrega –valga la redundancia- del novillero cordobés. El planteamiento de sus tres faenas fue similar: puso más decisión que acierto en su manejo del capote; apostó fuerte en el inicio de faena, donde sí consiguió quedarse muy quieto; y la parte restante de sus actuaciones tuvieron altibajos que supo enderezar de cara a la galería con desplantes y otros adornos.
Lo mejor fue que no volvió la cara a la novillada, ni antes de la misma –a sabiendas de que era una “tía” y que las fotos de los torazos eran públicas-; ni tampoco durante la misma, porque no se arredró en ningún momento. Más bien al contrario, porque resolvió con donaire y su cara reflejaba su dominio de la situación y de la escena.
Aguantó con valor sereno varias arrancadas a distancia sin cantearse en la suerte, y luego fue capaz de jugarse la cornada con el que cerró plaza; pero debió aprovechar más las nobles y emocionantes embestidas por el pitón izquierdo que derrochó el castaño corrido en cuarto lugar. A ese ejemplar, amplio y serio como él solo, se le debió premiar con la vuelta al ruedo; e Ignacio González debió remachar.
Anduvo fácil con la espada esta vez, aunque la presidencia –que tanto sopesó el uso de la espada para premiar otras faenas- miró para otro lado cuando el cordobés descabelló, y de hecho acabó concediéndole una oreja de ese cuarto tras varios intentos con el verduguillo.
El novillero mexicano Ernesto Tapia “Calita” cayó herido en los primeros compases de la faena de muleta a su primero. Por querer tragarle en un parón, recibió un derrote seco y certero. Se escuchó el chasquido del pitón al romper la carne.
El francés Marco Leal sólo estuvo voluntarioso. Debió aprovechar al primero de la tarde que fue un manantial de nobleza. Los otros dos no fueron fáciles y lo despachó con dignidad.
FICHA:
CALASPARRA (Murcia). Martes 8 de septiembre. 6ª de la Feria del Arroz. Casi lleno. Novillos de El Cubo, de gran volumen y ofensivas defensas, se dejaron en distinto grado, el 4º fue extraordinario. Marco Leal (azul noche y oro) , que sustituía a Carlos Durán, ovación, silencio y silencio. Ignacio González (rosa y oro), oreja, oreja y oreja.Ernesto Tapia “Calita” (turquesa y oro), cogido por su primero.
Parte médico de Calita: El novillero Ernesto Tapia fue atendido de una herida por asta de toro con orificio de entrada en la cara posterior del muslo izquierdo, con trayectoria anterior hacia la ingle y algo ascendente de unos 15 centímetros que afecta a plano muscular quedando próximo al escroto sin afectarlo. Ha sido trasladado al hospital comarcal de Caravaca de la Cruz. Pronóstico reservado.