Me sentiría muy dichoso si este artículo lo pudiese comenzar así:
Ya están las calles de la Villa de Aledo, enmarcadas por las zigzagueantes fachadas de las hileras de casas a ambos lados, prestas a ser pinceladas por las manos de vecin@s, con flores y guirnaldas de papel, juncos, tomillos, hierbabuena, que conforman un sinfín de símbolos ornamentales religiosos, para que, sobre ellos, discurra, de manera lenta, devota y reverencial, la Procesión, formada por las gentes de este pueblo, y otras venidas de afuera, acompañando al "CUERPO CHRISTI", al "PANIS ANGELICUS".
Este debería ser el comienzo, ensalzando el quehacer preparatorio para la magnificada Procesión, que en esta Villa, tiene otorgado, por Bula Papal, una doble celebración, como veremos. Y digo que este debería ser el comienzo para su realización, tal y como fue en 2019 y anteriores, que la pandemia de este virus, universal, ha impedido el año pasado e impedirá este 2021, su realización, no dejando que se recree Aledo, con el esplendor visual, auditivo y olfativo, lleno y vestido de colores y envuelto en el sonido de las piezas musicales interpretadas por la Agrupación Musical de Aledo y el coro de cantores/as, interpretando, llenos de emoción no contenida, perfumado el aire con olores de las distintas hierbas, como unos regalos, tales como son, piezas y cantos en honor de Cristo, sobresaliendo por su belleza, el "PANIS ANGELICUS", tan arraigado en nuestro acervo popular tradicional, que parece estar compuesto expresa, y exclusivamente, para esta histórica Villa de Aledo, cantándose en cada uno de los distintos altares que, junto a colchas y tapices en ventanas y balcones, jalonan el recorrido de la Procesión y que son confeccionados por los vecin@s, con el mejor gusto y disposición.
PANIS ANGELICUS,
FIT PANIS DOMINUM.
DAT PANIS COELICUS,
FIGURIS TERMINUN.
O RES MIRABILIS,
MANDUCAT DOMINUM,
PAUPER, PAUPER,
SERVUS ET HUMILIS.
Nos obstante esta negativa circunstancia física y emocional, obligada por la maléfica pandemia, en el sentir de esta Villa, estará presente el recorrido procesional y abriremos, los ojos, los oídos, y el sentir olfativo, de nuestra mente, y nos recrearemos, de la belleza del colorido, del armonioso sonido, y de las partículas expandidas en el aire, al pisar los juncos, el tomillo y la hierbabuena, que llevarán en volandas nuestra mente a los ya, para much@s, lejanos recuerdos de nuestra infancia , cuando las calle de Aledo, rebosaban del verde intenso de los juncos que, pisados, inciensaban estas históricas calles. Adorno pobre pero de color y olor intensos, que dejaron huella en nuestras retinas y órgano olfativo,y en nuestra alma sensibilizada por la tradición de fe del ensalzamiento de este acto.
Bello día en este mes de Junio, que recorre las calle en el recinto amurallado de la Villa, sector al que, en Aledo, se le llama popularmente "EL ALTALEO", (bonico ¿no?) y, por si fuese poco , ese día, el significado acto de fe interior y belleza exterior, se obtuvo, por petición expresa de la población de Aledo, la repetición de tan hermoso día, para que se pudiera festejar el último domingo del mes de Agosto, para que, en la Villa, estuviera la población de hombres que, en su gran mayoría, estaban haciendo la temporada de siega en la Puebla de Don Fadrique o en la Mancha. Se le fue concedida, por Bula Papal, en el siglo XVII, la autorización a la celebración solicitada, lo que supondría una explosión de júbilo en Aledo, y así, con ese mismo júbilo, se viene celebrando "LA OCTAVA DEL CORPUS", así denominado ese domingo, al que, en el argot popular, se le llamaba, y llama, "EL DIA DE LA FUNCION", que, con nombre tan sencillo, tenía un significado grandioso, siendo ese día, por excelencia, uno de los días grandes de Aledo, junto a la celebración del "AUTO DE REYES MAGOS".
"EL DÍA DE LA FUNCION", forma, con la veneración en los litúgicos procesiones de "SAN AGUSTIN" y "SANTA MARIA LA REAL", nuestros patronos, en sendos días, siendo el triduo perfecto de nuestras Fiestas Patronales de esta Villa.
Volteo de campanas llenando el aire de sonido vibrante, sonando en su campanario que lo expande, con reverberación en el hueco interior de la Torre de Homenaje y las paredes del resto de las murallas de lo que fuera el conjunto del castillo de Aledo, escriben y describen las emociones que, esos dos días, se manifiestan en la población aledana, y desde nuestro promontorio privilegiado a 620 metros sobre el nivel del mar, y, a nuestras espaldas, las alas abiertas de la Sierra de Espuña, con su Morrón erguido, llevan, cabalgando en el viento, a otros lugares.
Esperemos que el próximo año, lo que en este celebraremos interiormente, podamos hacerlo por nuestra calles y plazas, físicamente, y resarcirnos de este recogimiento involuntario y obligado, que nos está haciendo comprender tantas y tantas cosas, que hemos aprendido el valor que tenían y que les daremos, aún mas, si cabe, la importancia que para nosotros, seres, simplemente humanos, representaban, ya que, aunque lo sabíamos, se nos ha ratificado lo efímera que es la vida.
Alfonso Gallego García