La Unión, 21 de febrero de 2011. La Maquinista de Levante, popular icono de la época industrial de La Unión desde principios del siglo XX, será rehabilitada y reconvertida en un gran centro cultural, social, museístico, de investigación y de formación del municipio, gracias al convenio de colaboración establecido hoy entre el Ayuntamiento unionense y la Fundación La Maquinista de Levante.
El alcalde de La Unión, Francisco Bernabé, y el presidente de la Fundación, Jorge González, han rubricado este convenio en virtud del cual las instalaciones de 12.000 metros cuadrados de la antigua factoría pasan a ser de propiedad municipal para su posterior rehabilitación y reconversión, una iniciativa enmarcada en la importante labor de recuperación del patrimonio histórico local que se está realizando en La Unión con fines culturales y turísticos.
Asimismo, gracias a este convenio, la Fundación que preside González entrega al Ayuntamiento, en concepto de depósito, una importante colección de patentes y modelos de diseño de máquinas industriales, así como varios modelos en madera para moldeo de fundición, elementos que fueron utilizados en su día en las instalaciones fabriles de La Maquinista de Levante.
Esta Fundación, dedicada desde 2009 al desarrollo tanto de actividades culturales, sociales y formativas como científicas, hará esta cesión con el fin de que los modelos y patentes formen parte en su día de las colecciones que puedan ser objeto de exposición permanente o temporal dentro del citado proyecto.
La Maquinista de Levante fue una industria mecánica y siderometalúrgica fundada en La Unión en 1890 por el acaudalado minero Miguel Zapata Sáez -"tío Lobo"-, quien dispuso en sus instalaciones de talleres de fundición y construcción de maquinaria cuyas marcas tuvo en exclusiva para toda España.
Esta empresa, que montó en su fundición las estructuras del Liceo de Obreros de La Unión, su Antiguo Mercado Público y las distinguidas mansiones de Cartagena, entre otras, fue puntera en España en la construcción de bombas centrífugas, patentadas por ella misma, y contó en sus mejores tiempos con una plantilla de 300 trabajadores.
La Mancomunidad Miguel Zapata e Hijos se vio obligada a ceder después de los años de posguerra esta empresa a la Sociedad Peñarroya-España, S.A., destinando sus pedidos a la propia Peñarroya y a otras empresas de la zona, sobre todo la Refinería de Petróleos de Escombreras, hasta que la crisis del sector minero-metalúrgico de los años ochenta obligó a su cierre el 1 de julio de 1988.